Elijah llegó a casa con un hermoso ramo de flores rojas, listo para hacer una propuesta romántica a Zoé. En su otra mano, llevaba un anillo de compromiso que brillaba con la promesa de un futuro juntos. Sin embargo, al entrar, se encontró con Zoé, que estaba triste, mirando al pequeño Joshua en su cunita, quien dormía como un angelito. Elijah le hizo una señal cautelosa, tratando de evitar que el bebé se despertara.
—Zoé, ven aquí —susurró Elijah, con una mezcla de emoción y nerviosismo en su voz. —Tengo algo especial que mostrarte.
Zoé, aún afligida, se acercó a él sin saber que las dudas que había tenido Elijah se habían aclarado.
—¿Qué es? —preguntó Zoé, con una leve curiosidad en su mirada.
Elijah sonrió, su corazón latiendo con fuerza.
—Quiero que sepas cuánto te amo y lo importante que eres para mí—Se arrodilló, sacando el anillo de su bolsillo y preguntó: — ¿Te casarías conmigo?
Zoé, sorprendida, miró el anillo y luego a Elijah, sintiendo una mezcla de alegría y confusión.
—Elijah... no sé qué decir...
—Solo piensa en nosotros, en nuestra familia—dijo Elijah, con la esperanza brillando en sus ojos. —Quiero construir un futuro contigo y con Joshua.
Zoé sintió que su corazón se llenaba de emociones contradictorias, pero, en el fondo, sabía que ese era un momento decisivo.
—Elijah, no puedo creer que estés aquí, tan tranquilo. Gracias a Dios que has pasado tu enfado —dijo Zoé, con la voz entrecortada por la emoción. —Me has sorprendido de la manera más hermosa.
Elijah sonrió, notando que su corazón latía con fuerza.
—¿Entonces sí? ¿Te casarías conmigo? —preguntó, con una mezcla de nerviosismo y esperanza.
—Sí, sí, ¡claro que sí! —exclamó Zoé, abrazándolo con fuerza. —No puedo imaginar mi vida sin ti y Joshua.
—Eres todo lo que siempre he querido —respondió Elijah, acariciando su cabello. —Quiero que seamos una familia, juntos en cada paso del camino.
—Gracias por ser tan paciente y por amarme a pesar de todo —dijo Zoé, con lágrimas de felicidad en los ojos. — Prometo que haré todo lo posible para que nuestra vida juntos sea maravillosa.
—Lo sé, y juntos lo lograremos —dijo Elijah, mirándola a los ojos. —Este es solo el comienzo de nuestra historia.
Zoé sonrió, sintiendo que el futuro se iluminaba ante ellos.
Elijah, con un gesto lleno de amor y ternura, rápidamente tomó a Zoé entre sus brazos, la levantó con suavidad y la llevó en un cálido abrazo hacia el dormitorio.
Sus miradas se entrelazaron, reflejando la profunda conexión que compartían. Eran dos jóvenes llenos de vida y vitalidad, que, a pesar de las adversidades que habían enfrentado, estaban decididos a construir un futuro juntos.
En ese instante, el mundo exterior parecía desvanecerse y solo existían ellos dos, envueltos en un amor que prometía ser su refugio. Sabían que merecían una segunda oportunidad para ser felices y vivir una vida plena, especialmente ahora con su pequeño hijo Joshua. Con cada paso que daban hacia el dormitorio, sus corazones latían al unísono, llenos de esperanza y sueños compartidos, listos para enfrentar cualquier desafío que la vida les presentara, unidos como una familia.
*****
En el club campestre de Los Ángeles, Lucas y su hermana Emma daban un paseo. Emma, con una mirada decidida, se volvió hacia él y dijo:
—Lucas, tienes que dejar de pensar en Zoé. No puedes seguir atormentándote por algo que no tiene futuro. Solo son dos jóvenes enamorados, y tú no deberías entrometerte en sus vidas.
Lucas frunció el ceño, sorprendido por la franqueza de su hermana.
—¿Interferir? No estoy haciendo nada. No me importa lo que les sucede.
Emma lo miró con seriedad.
—Pero tú, en parte, tienes la culpa de este amor repentino, que ha nacido entre ellos. Eres un hombre maduro y deberías saber que enamorar a jovencitas solo complica las cosas. Es hora de que sigas con tu vida y dejes que ellos vivan la suya.
Lucas suspiró, consciente del peso de sus palabras.
—Tienes razón, Emma. Pero es difícil dejarla marchar.
—Lo sé, pero a veces hay que soltar para poder avanzar. Piensa en lo que realmente quieres para ti. Lucas, espera un momento —interrumpió su hermana, con una mirada preocupada. — ¿Estás seguro de que quieres despojar a Elijah de la fortuna Hamilton? Piensa en lo que eso significaría.
Lucas frunció el ceño, sintiéndose atrapado entre sus sentimientos y la lealtad familiar.
—No lo sé, Emma. A veces creo que él no merece nada de los Hamilton. Ha hecho cosas que no puedo perdonar.
—Pero, ¿realmente crees que quitarle la fortuna resolverá algo? —preguntó ella, con un tono de voz suave pero firme. —Podría empeorar las cosas.
—Es solo que... —Lucas titubeó, buscando las palabras adecuadas. —Siento que es lo justo. Elijah, me ha traicionado.
—Entiendo tu dolor, pero hay otras formas de lidiar con esto. ¿No crees que deberías reconsiderarlo? —insistió Emma, mirándolo a los ojos. —La venganza no siempre trae la paz que buscamos.
Lucas suspiró, sintiendo el peso de la decisión.
—Tienes razón, pero es difícil olvidar lo que pasó. Todavía tengo la imagen de ellos en la cama, viva en mis pensamientos. A veces, la rabia me ciega.
—Lo sé, pero piensa en lo que realmente quieres para ti y para nuestra familia. No dejes que esto te consuma —dijo Emma con una expresión de apoyo. —Hay más en juego aquí.
—Tienes razón, Emma —dijo Lucas, con un suspiro. — Necesito pensar en esto con más calma. La herencia puede esperar un poco.
Emma sonrió, aliviada por su respuesta.
—Me alegra escuchar eso. A veces, es mejor dejar que las cosas se asienten antes de tomar decisiones importantes.
—Exacto —respondió Lucas. —Por ahora, quiero disfrutar de tu compañía y de todo lo que este lugar tiene para ofrecer. No quiero que la rabia me consuma y me impida disfrutar de lo que realmente importa.