Enamorada del hijo de mi marido.

Capítulo 75. La propuesta laboral.

Días después, Ada lo pensó mejor y decidió arriesgarse: fue a trabajar con Grace a Portland. Ambas quedaron maravilladas con la enorme mansión. A su llegada, Elijah y Zoé las recibieron con cortesía.

—Bienvenidas, Ada y Grace —dijo Elijah con una sonrisa. —Estamos encantados de tenerlas aquí.

—Gracias, Elijah —respondió Grace, mirando a su alrededor. —Este lugar es impresionante.

—Sí, es realmente hermoso —añadió Ada, algo abrumada. —Nunca había visto algo así.

—Nos alegra que les guste —dijo Zoé. —Si necesitan algo, no duden en decírmelo. Estoy aquí para ayudar.

—Gracias, señora Zoé —contestó Ada, sintiendo que tal vez su decisión había sido la correcta.

Elijah, con una sonrisa, pidió rápidamente a Grace un momento a solas. Se apartaron un poco y él le dijo:

—Grace, necesito hablar contigo sobre algunas cosas. Primero, quiero que sepas que aquí tendrás que trabajar para mantenerte.

Grace frunce el ceño, sintiéndose incómoda.

—¿Trabajar? No creo que eso sea necesario. Siempre he tenido lo que quiero sin tener que esforzarme tanto —responde con un tono vanidoso.

Elijah asiente, comprensivo, pero firme.

—Entiendo tu punto de vista, pero aquí las cosas son diferentes. Estoy dispuesto a emplear a Ada como niñera para mis hijos, pero tú también tendrás que ganarte el pan con el sudor de tu frente.

Grace cruza los brazos, desafiando esa idea.

—No puedo creer que me pidas eso. No estoy dispuesta a ser una asalariada. Siempre he estado en una posición de privilegio.

Elijah la mira con seriedad.

—Aprecio tu situación, pero aquí todos deben contribuir. Es la única manera de que esto funcione.

Grace suspira, sintiéndose atrapada entre su orgullo y la realidad de su nueva vida, y con los brazos cruzados y la voz elevada dice:

—¡No puedo creer que me pidas que trabaje! ¿Por qué debería cambiar eso ahora?

Elijah, manteniendo la calma, responde:

—Grace, entiendo que has vivido de una manera diferente, pero aquí las cosas son distintas. Todos tenemos que poner de nuestra parte para sobrevivir. No se trata solo de ti.

Grace, con desdén, replica:

—¿Sobrevivir? ¿Acaso no puedo simplemente quedarme aquí y disfrutar de lo que ustedes han construido? No veo por qué debería sacrificar mi estilo de vida.

Elijah la mira fijamente y, con voz firme pero comprensiva, le dice:

—Porque esto no es un juego, Grace. No se trata de disfrutar sin más. Si todos piensan como tú, esto se desmoronará. Necesitamos que cada uno aporte, y eso te incluye a ti.

Grace, cada vez más frustrada, responde:

—No quiero ser una carga, pero tampoco quiero ser una trabajadora más. No estoy hecha para eso.

Elijah suspira y dice:

—No se trata de ser una carga o una trabajadora. Se trata de ser parte de una comunidad. Todos tenemos que adaptarnos. Si no lo haces, te quedarás sola, y eso no es lo que quiero para ti.

Grace, sintiéndose atrapada, murmura:

—No sé si podré hacerlo...

Elijah, con una mirada comprensiva, concluye:

—No tienes que hacerlo sola. Estamos aquí para apoyarte, pero necesitas dar el primer paso.

Grace se siente completamente desorientada ante la propuesta de Elijah. La idea de trabajar en su compañía le resulta abrumadora y casi ridícula. Siempre ha vivido cómodamente, disfrutando de una vida sin preocupaciones, a expensas de los demás, como un parásito que se aferra a la generosidad ajena sin mover un dedo.

La perspectiva de tener que esforzarse y asumir responsabilidades la aterra. Elijah, sin embargo, tiene una visión diferente. Su intención es clara: mantener a Grace ocupada y alejada de Zoé. Sabe que, a pesar de ser su madre, Grace ha sido una mala influencia en la vida de su hija y teme que su presencia pueda perjudicar el desarrollo de Zoé.

Por eso, Elijah cree que el trabajo no solo le proporcionará a Grace una nueva perspectiva, sino que también la alejará de su familia, dándole la oportunidad de reflexionar sobre su vida y sus decisiones.

Con un tono firme, pero comprensivo, Elijah le explica que no se trata solo de un empleo, sino de una oportunidad para crecer y encontrar su lugar en el mundo, lejos de las sombras de su pasado. Sin embargo, Grace sigue resistiéndose, atrapada entre la comodidad de su vida actual y la incertidumbre de un futuro que no sabe si está preparada para afrontar.

*****

Horas más tarde, desde la comodidad de su alcoba, Elijah le comenta a Zoé lo que habló con su madre y su decisión de mantenerla ocupada con un trabajo para que no sea holgazana por la casa y fastidie a Zoé y a los niños. Se ríe, pues jamás habría imaginado a su madre trabajando y esforzándose por tener algo en la vida. Ambos se divierten con la situación.

—No puedo creer que hayamos llegado a este punto —dice Elijah, riendo. —¡Tu madre trabajando! ¿Te imaginas?

—Es una locura —responde Zoé, sonriendo. —Pero quizás le haga bien. Necesita un propósito.

—Sí, pero no puedo evitar imaginarla en una oficina, tratando de entender cómo funciona todo. ¡Es demasiado gracioso!

—Bueno, al menos no estará en casa, interrumpiéndonos cada cinco minutos —bromea Zoé.

—Exacto. ¡Menos distracciones para nosotros! —dice Elijah, riendo de nuevo. —Aunque, por otro lado, ¿quién va a hacer las galletas para los niños? Eso hacen las abuelas.

—Mi madre no es cualquier abuela. Podemos enseñarle a hacerlas en su tiempo libre. ¡Así todos ganamos! —responde Zoé con una sonrisa cómplice.

*****

Minutos más tarde…

Grace está hecha una furia, habla con Ada en su habitación sobre la decisión de Elijah de llevarla a trabajar con él a la naviera. Siente que es una ofensa y se niega a mover un solo dedo, argumentando que siempre ha vivido muy bien sin hacer nada.

—¡No puedo creer que Elijah haya pensado que necesito trabajar! —exclama Grace, frunciendo el ceño con enojo. —Siempre he estado bien así, sin mover un dedo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.