Enamorada del hijo de mi marido.

Capítulo 78: La locura de Solange.

Lucas se estaba preparando para ir a cenar a un restaurante moderno y lujoso, emocionado por la compañía de su joven conquista. Sin embargo, su anticipación se vio interrumpida por el sonido del teléfono móvil. Al mirar la pantalla, vio un mensaje de su hija Linda que le informaba del nacimiento de Kylie, acompañado de una fotografía de la pequeña. En ese instante, el corazón de Lucas se encogió como un papel arrugado. A pesar de haber decidido que no quería saber nada de Zoé, de Elijah y, mucho menos, de los niños, la imagen de la recién nacida lo conmovió profundamente. Al observarla, sintió cómo su corazón se estremecía; Kylie era una viva imagen de Elijah cuando era bebé. Esa similitud lo sumió en un torbellino de emociones que le recordaron momentos pasados que había intentado dejar atrás. La alegría y la tristeza se entrelazaron en su pecho y, por un momento, la cena y su conquista se desvanecieron, reemplazadas por la realidad de su familia y el vínculo que nunca podría romperse.

Jennifer, con una mirada suave y preocupada, se acercó a Lucas.

—¿Estás bien? Pareces perdido en tus pensamientos—dijo con dulzura.

Lucas sonrió, intentando ocultar la tormenta de emociones que lo invadía.

—Oh, solo estaba pensando en lo afortunado que soy de tenerte aquí —respondió con un tono seductor, dejando que su encanto habitual fluyera.

Jennifer arqueó una ceja, intrigada, pero sin insistir.

—Bueno, si eso es lo que te preocupa, entonces estoy aquí para hacerte olvidar cualquier melancolía. ¿Qué tal si disfrutamos de esta noche? La cena está deliciosa—sugirió, mientras se acomodaba en la silla y disfrutaba del ambiente lujoso que Lucas había preparado.

—Claro, tienes razón —dijo Lucas, tomando una copa de vino y brindando con ella. —Aprovechemos cada momento. La vida es demasiado corta para dejar que la tristeza nos consuma.

Jennifer sonrió, alzó su copa y dijo:

—A eso me refiero. ¡Por nosotros y por las noches inolvidables que nos esperan!

Lucas asintió, sintiendo cómo la calidez de su compañía disipaba la sombra que lo había envuelto.

—Por nosotros —repitió, aunque en su interior la imagen de la recién nacida seguía presente, recordándole lo que realmente importaba.

La pequeña Kylie había conmovido el duro corazón de su abuelo con su inocencia y dulzura. Lucas sonrió al recordar la foto de la niña, en la que su risa iluminaba el ambiente y sus ojos brillaban con una curiosidad infinita. Cada vez que imaginaba esa imagen, sentía una oleada de calidez que lo envolvía, como si la alegría de Kylie pudiera disipar cualquier sombra que lo acechara. Recordaba ahora cómo, a pesar de su fuerte y reservado carácter, se había derretido ante la ternura de su nieta. Se imaginaba riendo y jugando con ella, igual que lo hacía con sus hijos, como si los años no hubieran pasado. Esa conexión especial entre ellos era un recordatorio de lo que realmente importaba en la vida: los momentos simples y auténticos que compartimos con nuestros seres queridos. Lucas imaginaba la risa de Kylie en su mente y se prometió atesorar cada instante con ella, sabiendo que esos recuerdos serían su refugio en los días más oscuros.

*****

La alegría no se hizo esperar en la mansión Hamilton. Emma corrió hacia la cocina en busca de Salvador, quien se había ofrecido a acompañarla a Portland para conocer a la niña. Al llegar, hizo contacto visual con él y sonrió. Sin embargo, Fátima, su esposa, era la gran ausente; todavía estaba muy preocupada por el rumbo equivocado que había tomado Solange.

—¡Salvador! —exclamó Emma, llena de entusiasmo. — ¡Ya casi es hora de ir al aeropuerto!

Salvador, sonriendo, respondió:

—¡Qué emoción, Emma! No puedo esperar para conocer a la pequeña. ¿Está todo listo para el viaje?

—Sí, solo necesito que me ayuden a hacer el equipaje. Fátima se ha quedado en su habitación, ¿verdad?

—Sí, está preocupada por Solange. Pero estoy seguro de que la alegría le hará bien.

Emma asintió, percibiendo la mezcla de alegría y preocupación en el ambiente, y luego, tras mirarse en el espejo, dijo:

—Salvador, voy a retocarme el maquillaje. No quiero ir desarreglada al aeropuerto.

Salvador sonrió y respondió:

—¡Claro! Tómate tu tiempo, pero no te demores mucho. No quiero que perdamos el vuelo.

—Lo sé, lo sé. Solo será un momento. ¿Puedes ayudarme a coger aquella maleta?

—Por supuesto, aquí está.

—Sí, también necesito que lleves el obsequio que envía Linda al coche. ¡Gracias!

—De nada, Emma. Estoy emocionado por el viaje. ¡Vamos a hacer que sea inolvidable!

—Así será, solo necesito un par de minutos y ya estaremos listos. ¡No puedo esperar para ver a la pequeña!

*****

Portland.

Solange se enteró por el periódico local del nacimiento de Kylie. Aunque Elijah siempre intenta mantenerse al margen del ojo público, como un Hamilton, siempre estará expuesto, sin importar cuánto lo intente. Solange siente una mezcla de rabia y celos al ver la foto de la niña. Esa tarde, mientras trabaja en la pizzería, se sienta a conversar con una compañera de trabajo.

—No puedo creer que Elijah haya hecho esto —se queja Solange, mirando el periódico con frustración. — ¿Por qué tiene que estar siempre en el centro de atención?

—Es un Hamilton, Solange. No puedes esperar que se mantenga en la sombra para siempre—responde su compañera, tratando de calmarla.

—Lo sé, pero ver esa foto de Kylie me enfurece. ¿Por qué Elijah huye de mí? —Solange se pasa una mano por el cabello, exasperada. —Siento que me está excluyendo de su vida.

—Tal vez solo está tratando de protegerte. A veces, la fama puede ser abrumadora —sugiere su compañera, intentando ofrecer una perspectiva más positiva.

—Protegerme o no, me gustaría que me incluyera en su mundo. No quiero ser la sombra de Zoé Williams —responde Solange, con una mezcla extraña de tristeza y determinación en su voz.




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