Capítulo 86. El final.

Linda se casó como Dios manda con Mark, con una celebración deslumbrante y ostentosa que podría rivalizar con cualquier evento de la alta sociedad. La ceremonia, oficiada por el padre Tomás, fue un verdadero espectáculo que reflejaba la magnitud del amor que unía a la pareja. A diferencia de la boda de Elijah y Zoé, que estuvo marcada por ciertos contratiempos, esta ocasión transcurrió sin ningún inconveniente, lo que permitió que los invitados disfrutaran de cada momento.

El lugar estaba adornado con flores exóticas y luces brillantes, creando un ambiente mágico que envolvía a todos los presentes. Los sonidos de la música en vivo llenaban el aire, mientras los invitados se deleitaban con un exquisito banquete, diseñado para satisfacer los paladares más exigentes. Linda, radiante con su vestido de novia, y Mark, visiblemente emocionado, compartieron promesas de amor eterno rodeados de amigos y familiares, quienes celebraron con alegría y entusiasmo. Fue una jornada memorable, en la que cada detalle se había planeado meticulosamente para que la unión de Linda y su amado quedara grabada en la memoria de todos como un hermoso capítulo en la historia de sus vidas.

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Tiempo después...

Lucas finalmente comprendió que salir con jovencitas nunca le devolvería la juventud perdida. De hecho, solo le había traído desilusiones. En ese momento, salía con Sarah, una mujer madura y exitosa, accionista de su empresa. Juntos, estaban disfrutando de un apasionado romance en Las Vegas. Entre risas y complicidad, Lucas se sentía cada vez más cautivado por la esencia de Sarah.

—¿Sabes, Lucas? —dijo Sarah, con una sonrisa traviesa. —Nunca pensé que encontraría a alguien como tú en la vida.

—Yo tampoco —respondió Lucas, mirándola a los ojos. —Pero aquí estamos, disfrutando de la vida y de cada momento juntos.

—A veces, lo que buscamos está más cerca de lo que pensamos —añadió Sarah, mientras levantaba su copa. —Por nosotros y por todas las sorpresas que nos depara el futuro.

—¡Salud! —exclamó Lucas, sintiendo que cada día a su lado era un nuevo capítulo lleno de posibilidades.

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Por su parte, Fátima y Salvador aún están tristes por la situación de Solange. Aunque ha mostrado leves mejorías, sigue recluida en el hospital cumpliendo condena. Sin embargo, se sienten esperanzados, ya que el abogado de Lucas está haciendo todo lo posible por lograr su liberación.

—No puedo dejar de pensar en Solange —dijo Fátima, con la mirada perdida. —Cada día que pasa es un día más lejos de la libertad.

—Lo sé, pero debemos mantener la fe—respondió Salvador, tratando de consolarla. —El abogado de Lucas está trabajando arduamente. Hay razones para ser optimistas.

—Sí, pero a veces siento que el tiempo se detiene —suspiró Fátima. —Solo quiero que vuelva a estar con nosotros, riendo y disfrutando de la vida.

—Y lo estará, Fátima. Solo tenemos que ser pacientes y apoyarla en este proceso —dijo Salvador, apretando su mano con firmeza. —Juntos podemos superar esto.

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Portland.

Zoé y Elijah han tomado la decisión de dejar la ciudad y mudarse al extranjero con sus hijos. Elijah está emocionado ante la perspectiva de hacerse cargo de la naviera que abrirán en Vancouver, un nuevo comienzo que promete muchas oportunidades. Por su parte, Zoé ansía dejar atrás el pasado y encontrar un lugar más cálido y feliz, donde pueda disfrutar de la vida en compañía de Elijah y sus pequeños. Justo ahora, que espera su tercer hijo, siente la necesidad de alejarse de su madre, quien ha sido una influencia negativa en su vida. A pesar de que la quiere, Zoé sabe que es mejor que cada una siga su propio camino.

—Elijah, estoy tan emocionada por este nuevo capítulo —dijo Zoé, mirando por la ventana mientras el sol se ponía en el horizonte. —Siento que finalmente estamos tomando el control de nuestras vidas.

—Yo también lo siento, Zoé —respondió Elijah, sonriendo. —Vancouver será un lugar perfecto para nosotros. Un nuevo comienzo, lejos de todo lo que nos ha pesado.

—Sí, y quiero que nuestros hijos crezcan en un ambiente positivo —continuó Zoé, con un tono de determinación. —Necesito distanciarme de mi madre. Aunque la quiero, su influencia no ha sido buena para mí.

—Lo entiendo, amor. A veces, es necesario tomar decisiones difíciles para proteger a nuestra familia —dijo Elijah, tomando su mano. —Juntos, podemos construir el futuro que deseamos.

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Grace siente el peso de sus errores, la carga de haber querido aparentar lo que no es, y su actitud presumida y prepotente solo le ha traído consecuencias negativas. Ahora trabaja para Elijah en Portland, donde desempeña funciones de secretaria en el área de archivos. La vida le ha dado una dura lección y es consciente de que debe afrontar las repercusiones de haber sido una mala madre que permitió que su hija se casara con un hombre mayor por dinero, manipulada por sus propias ambiciones. La culpa la corroe y llora desconsoladamente en su nuevo apartamento, un lugar cómodo y confortable que, a pesar de su apariencia, no puede llenar el vacío que siente. Ada también la dejó y eligió estar con Zoé y Elijah, donde se siente mucho mejor como niñera de sus hijos. En la actualidad, Grace se encuentra irremediablemente sola; lo único que la alienta es su trabajo, un refugio que le permite distraerse, aunque no puede escapar de los recuerdos que la atormentan.

De inmediato, Grace piensa para sí misma: «Nunca imaginé que mi búsqueda de estatus y reconocimiento me llevaría a esta soledad. Me doy cuenta de que he perdido lo más valioso: el vínculo con mi hija. ¿Cómo pude ser tan ciega? Cada día es un recordatorio de mis fracasos y, aunque mi trabajo me mantiene ocupada, no puedo evitar sentir que estoy pagando un precio muy alto».

Grace se sienta en su oficina, rodeada de documentos y proyectos que antes la llenaban de orgullo. Sin embargo, ahora solo siente un vacío. La luz del sol entra por la ventana e ilumina el polvo que flota en el aire, como si cada partícula representara un momento perdido con su hija.