NARRA DYLAN
No he dormido casi pensando en todo lo que paso anoche, no sé qué pasa con esa chica, pero cada vez que la veo siento ganas de besarla. No sé si es su forma tan rebelde pero cada vez que hablo con ella siento unas ganas de provocarla para ver hasta donde es capaz de llegar. Por eso accedí a su plan y después a ese reto que pienso ganar a como dé lugar quiero verla rogar por un beso mío sé que no va a ser fácil porque su orgullo no la va a dejar dar su brazo a torcer tan fácil y tampoco me la va a poner fácil porque no le gusta perder, pero me voy a asegurar de ganar yo.
Cuando la vi anoche saliendo con ese vestido que se ajustaba perfecta a sus curvas no son tan exageradas, pero dejaría a cualquier hombre loco por perderse en ellas incluyéndome a mí. Saber que le gusta ese imbécil y que él ni la mira me molesta. No sé si de este juego el que va a salir enamorado soy yo porque no he experimentado ese sentimiento nunca, pero de lo que si estoy seguro es de que deseo a Lydia como a ninguna mujer de las que he estado. Cualquiera de las mujeres que conozco cada vez que voy a el club hubieran caído rendidas ante mí, pero ella no, ella es diferente no es tan fácil de seducir, pero la manera en que se pone nerviosa cuando me le quedo mirando a los ojos y como me sostiene la mirada pensando que yo no noto como se pone nerviosa me ínsita a seguir provocándola para ver hasta dónde llega con tal de no mostrarse débil delante de mí.
De lo que si estoy seguro es de mis deseos por ella y voy a lograr que ella me desee tanto como yo la deseo a ella.
Me levanto, me arreglo y salgo a desayunar viendo a mi padre sentado en la mesa con el periódico en a mano y una taza de café en la otra.
-Buenos días –saludo.
-Buenos días hijo –me responde al saludo –Tengo algo que informarte.
-Te escucho padre –le digo.
-Yo y Víctor decidimos que ya es hora de que tú y Lydia se empiecen a entrenar –me informa –Así que prepárate que salimos por el mediodía para la casa del campo donde vamos a pasar el fin de semana junto con la familia Palacios para empezar con su entrenamiento.
-Pero pad…
-Pero nada –me interrumpe –Dylan ya está decidido.
-Está bien –le digo y me voy a recoger las cosas ya que casi es mediodía.
NARRA LYDIA
-¡Estoy harta de que decidan por mí!–le digo a mi madre quien vino muy temprano a decirme que nos vamos el fin de semana para una casa en el campo y lo peor de todo es que es para entrenarme para ser jefa de la mafia de ellos.
-Háblame bajito Lydia que soy tu madre –me manda ella –Y ya está decidido, así que recoge tus cosas que salimos en una hora –me dice y se va.
Genial voy a estar todo el fin de semana con Dylan y entrenando sabe dios qué porque así lo decidieron mis padres. Me dispongo a recoger todo y cuando termina bajo para juntarme con mis padres abajo y salir en camino para la casa en el campo que por cierto es propiedad de la familia de Dylan. Me puse un short corto de mezclilla con un cinto, una blusa corta con la palabra “Angel” adelante, un collar como accesorio y un par de tenis para completar mi ouftits. Me paso todo el camino oyendo música y mirando por la ventanilla hasta que veo que paramos frente a una gran casa en medio de árboles salgo y admiro el paisaje. La casa es rustica en medio de árboles y tiene un camino que te guía hasta la entrada no es muy grande, afuera veo dos carros as que intuyo que la otra familia ya está aquí. Cojo mi maleta y me encamino detrás de mis padres hacia el interior de la casa.