Enamorado Del Alfa Kai

Capítulo 5

 

Mi cuerpo entero se estremeció cuando el desconocido salió de la oscuridad, un hombre de piel clara y ojos grises que parecían a punto de atacar, tenía el cabello negro atado en unas trenzas y un pañuelo atado en la frente.

¿Quién era ese? Es la primera vez que no sentía repudio por ningún alfa ni por sus feromonas. Mi lobo comenzó a agitar su cola de forma frenética dejándome sorprendido en el proceso. 

—Mi alfa— dijo mi lobito. Me quedé más estupefacto. 

—Alfa…— susurré sin poder creerlo. 

Fruncí el ceño al no poder soportar más el dolor en mi cuerpo y el pelinegro se acercaba hacia mi dirección con pasos lentos pero firmes. 

El desconocido se puse enfrente de mi y se agachó hasta acercar su rostro neutro al mío dedicándome una seria mirada que no demostraba ninguna emoción. 

Puso su mano sobre mi hombro y esta misma se manchó de sangre, la acercó a su boca y la probó. Seguí cada uno de sus movimientos atentamente sintiéndome morir porque en cualquier momento me desplomaría. 

—¿Él te hizo esto?— preguntó con una voz profunda y firme. Me sentí hipnotizado y de forma automática asentí bajando la cabeza —Pobre— soltó para luego quitarse el pañuelo que llevaba en la frente y extendérmelo. Lo tomé con algo de duda y el pelinegro se levantó poniéndose enfrente de mi encarando al castaño que en todo momento se mantuvo en posición de ataque. 

—Ayúdame...— le pedí al desconocido en un hilo de voz, este mismo se volteó a verme. 

—¿Qué ganó yo?— preguntó seco. 

¿Qué podía ofrecerle a ese tipo? No sé, aún así necesitaba ayuda, necesitaba salir de ese lugar porque no podía regresar, no después de todo esto. 

—Te daré lo que sea— dije dispuesto a poner mi vida en sus manos, no es que confíe en él pero en estos momentos no tengo muchas opciones. 

—Te quiero a ti— remarcó —Quitaré a este estorbo y después te llevaré conmigo— expresó mientras sus ojos volvían a brillar. 

No entendía lo que sucedía con este tipo, encarné una ceja y fruncí los labios.

—No, yo no tengo ni quiero un alfa— rebatí respirando con dificultad.

—Serás mío— afirmó con dureza —De lo contrario no te ayudaré— amenazó dispuesto a retroceder e irse. Al verlo hacer eso me alarmé, no podía dejarme con el soldado del Este o me harían pedazos. Así que deje mi orgullo de lado y decidí entregarme, mi hermano ya había hecho demasiado al igual que los demás como para que yo eche todo por la borda. 

—Yo soy un omega solitario— el pelinegro me miró de reojo —No se quien seas pero…si matas a ese lobo seré tuyo— propuse mientras sentía que todo me daba vueltas. Puede que esta sea una decisión impulsiva, ni siquiera sabía quién era este hombre pero había algo que si sabía y eso es que no puedo regresar a mi manada. 

Lucinda había muerto y los dos soldados de Shión también, mi hermano me había dicho que esperaba que esto valiera la pena así que no puedo rendirme y volver. 

Ya no hay vuelta atrás, no puedo regresar porque Levi y el heredero del Este estarán esperándome para matarme, prefiero mil veces entregarme a este desconocido que volver. Después veré como hago para encargarme del pelinegro. 

—Es un buen trato— concluyó para luego transformarse en un gran lobo de pelaje negro. A simple vista podía notar que era muy poderoso. 

El lobo de pelaje marrón comenzó a correr a toda velocidad contra el contrario el cual hizo lo mismo para luego ensanchar sus dientes en el su cuello. Ambos intercambiaban ataques pero el desconocido llevaba la ventaja, le dio una gran mordida en el cuello haciendo que el castaño chorreara de sangre y apenas pueda mantenerse en pie. El lobo de ojos grises le dio un último ataque haciendo que su contrincante cayera al suelo.

Mi respiración se hacia más pesada, podía sentir como se me iba el aire y el dolor aumentaba, estaba luchando para no cerrar los ojos, cada vez me era difícil no perder la consciencia. 

El lobo de pelaje negro se acercó a mi mostrando sus dientes y soltando algunos rugidos, me había sorprendido la manera en la que había acabado con el soldado del Este, aquel guardia no era débil, el pelinegro era fuerte y fue por eso que pudo derribarlo. 

Me quedé estático en mi lugar con una mano sobre el hombro haciendo presión pero este no dejaba de chorrear y la sangre resbalaba por mi pecho y mi abdomen. El trapo que había utilizado para ponerme en la pierna estaba empapado en sangre. 

Estaba hecho todo un asco, las heridas eran cada vez más insoportables. El alfa al estar cerca de mi acercó su cara a mi cuello, sin moverme me mantuve quieto hasta que el contrario comenzó a olerme. 

Al cabo de unos segundos se separó de mi y se hincó, de inmediato supe que quería que me subiera sobre él, con desconfianza y con algo de temor trate de ponerme de pie pero me era imposible, ya había hecho demasiado esfuerzo. 

Soltando algunos quejidos me arrastré y poco a poco me fui montando encima suyo no sin antes soltar algunos quejidos y sollozos. Dejé caer mi cara en su espalda soltando un último suspiro de cansancio mientras sentía su suave pelaje e ignoraba el latente olor a sangre, me aferre a él con las últimas fuerzas que me quedaban y el animal comenzó a levantarse para luego echarse a correr hacia el otro extremo donde volvía a empezar el bosque. 

Sentía la brisa acariciar mi cuerpo y veía como la sangre dejaba un rastro por todo el camino, sentí mis párpados cansados y después de tanto luchar para no cerrar los ojos terminé por hacerlo perdiendo la consciencia. 

 

 

***

 

 

 

Abrí mis ojos tratando de entender y de enfocar mi vista, una vez ya lúcido me senté sobre la cama sintiendo una punzada, me miré de arriba abajo y caí en cuenta de que tenia el hombro y la pierna vendada. A diferencia de cuando estaba en el bosque ya no me dolía tanto. Giré mi rostro poniendo atención al desconocido lugar en el que me encontraba. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.