¿enamorados? Imposible

CAPÍTULO 8

Alison ha intentado acercarse a mí luego de que el desayuno terminó, pero aún no estoy lista para conversar con ella.

No quiero meter la pata y arruinar todo antes de siquiera comenzar.

—Te necesito, sígueme —Tomo el brazo de mi hermano que estaba hablando con Pedro, y lo jalo escaleras arriba.

—¿Qué sucede? —cuestiona faltando pocos escalones para llegar al segundo piso.

—Tal vez yo... uhm...—balbuceo al llegar arriba. Nos encierro en el cuarto de él y lo miro. Está con los brazos cruzados y el ceño fruncido.

—Christina —alarga mi nombre, y eso no es bueno, es una advertencia de que lo estoy preocupando más de la cuenta. Muerdo el interior de mis labios y hago un mohín.

—Puede ser que yo no te haya dicho toda la verdad.

—¿De qué hablas?

Cierro mis ojos; por esta razón no me gusta mentir, pues solo sufro para mantener estabilidad y aparentar que todo está bien.

—De mi compromiso —murmuré

—No te estoy entendiendo.

Suspiro y camino a sucama para sentarme. Él me sigue, solo que se sienta enfrente de mí, donde antes dormía Alex.

—Walter sí es mi prometido, pero no de la manera en que tú crees.

Silencio de su parte, hasta puedo ser capaz de ver como los engranes de su cerebro intentan entender lo que digo.

—Ajá —murmuró cuando me quedé callada, pero es que ya me arrepentí de contarle TODA la verdad; es Gustavo, no guardaría el secreto.

—O sea, sí es verídico y todo eso, pero hay algo más.

—¿Eso es...?

Desvío la mirada, detallando la pared y después una fotografía donde salimos los cuatro en un año nuevo. Detrás de nosotros está un señor con su hijo, un bonito niño de ojos verdes. Levanté mi mano para tocar el papel.

—Dime que no es algo arreglado —pide. Alejo mis dedos como si me quemara. Lo hace, pero no de forma física. Niego con mi cabeza y lo veo con atención.

—Él se acostó con Alison y da la casualidad de que trabajan juntos.

—¡¿Ese bastardo te engañó?! —grita y yo lo miro con alarma de que alguien más lo haya escuchado; frunce el ceño aún más—. ¿Que Alison no está comprometida con Jorge?

Oh, no. Otra vez hablé de la infidelidad de mi amiga sin darme cuenta y solo para excusar la preocupación sobre mi falso compromiso.

—No me engañó porque lo acabo de conocer —añado—: hace poco.

—Entonces si él no te fue infiel, ¿qué te tiene tan nerviosa?

—Ali sabe del compromiso ¿eso cambiará nuestra amistad?

Porque si ella se aleja, se me haría imposible ayudar a Walter.

—¿Por qué lo haría? Ella también está comprometida, ¿no?

—Sí —murmuré, casi sentí lástima por Jorge, pero después recordé que le está poniendo el cuerno con una sexy pelirroja y se me pasó.

—Si te preocupa mucho que las cosas cambien, habla con ella, así de fácil se resuelven las cosas, renacuajo.

—Creo que no lo entiendes —repliqué desviando la mirada otra vez hacia la foto—. Baja y cuida que no suba. Tengo una llama que hacer.

—¿A tu novio? —se burla.

—Puede ser. ¡Ahora sal! —me levanto y lo jalo de su mano para también ponerlo de pie. Lo empujé hacia la puerta.

—Oye, que puedo caminar yo solo.

—Lo sé —sonrío— pero me gusta empujarte.

Ya en la puerta, a nada de cerrarla, él pone su pie para evitarlo.

—Por cierto, renacuajo, este no es tan idiota como Kevin, ¿cierto?

Nah —meneo mi mano con una sonrisa burlona— este no te besará —carcajeo cuando gruñe yéndose.

Al instante de controlarme, busco en mi agenda el número del mitómano. Espero un tiempo, pero nada. No contesta. Lo intenté una vez más, pero es la misma respuesta. Luego de otros tres intentos desisto.

Relincho saltando de un pie a otro, preparándome para la tanda de preguntas de Alison y, estoy segura, de las chicas.

Abro la puerta, pero como si una fuerza superior por primera vez estuviera de mi lado, mi celular suena con un llamado de Walter, alias mitómano.

—Estaba en una junta importante, ¿qué es tan relevante como para interrumpirla?

—Hola, Walter, yo estoy muy bien, gracias por preguntar.

Suelta un bufido de exasperación.

—Christina, habla rápido que los socios no son pacientes.

—De acuerdo, amargado —Ruedo mis ojos, tomo aire y suelto—: Ayermimadretuvouninconveniente,peroesonoeselcasoyaqueellaestábien.ElhechoaquíesqueAlisonestáenmicasayséqueestádesesperadaporconseguiralgodeinformación. —Vuelvo a inhalar con desesperación, poniendo una mano sobre mi pecho.

—Tampoco exageres, no te entendí nada.

Gruño y me recargo en la pared, a un lado de un retrato de Alex y mío. Sonrío y siento nostalgia al vernos. Que tiempos aquellos en los que todo era felicidad y diversión, con un poco de peleas, claro está, pero éramos... inseparables.




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