Muy temprano en la mañana, Selene entró en mi cuarto y me despertó.
- El señor está en el gimnasio, ésta es tu oportunidad. Dijo ella
- No estoy muy segura. Dije
Salí de la habitación en la salida de cama pensando que era una idea descabellada; el gimnasio quedaba cerca de las habitaciones de los empleados, por lo que tuve que cruzar el jardín en medio de la nieve con un viento frio que calaba mis huesos; cuando entré habían varios guardias haciendo ejercicio en las maquinas, el calor comenzaba a sentirse, saludé y ellos me contestaron, al fondo estaba el señor Francisco sin camisa corriendo en una caminadora, me acerqué y le pregunté si podíamos hablar, él se volvió a mirarme y me respondió que sí.
- ¿Se puede en un lugar más privado? Añadí
Los guardias que estaban allí de inmediato salieron.
- ¿Por qué esta tan frio conmigo? ¿Por qué cuando llegó se encerró en su habitación? ¿Soy tan mala compañía? Le pregunté.
- No, no es eso. Me contestó bajando de la caminadora digital.
- Entonces ¿qué es?
- No quiero hablar sobre eso. Contestó tomando una toalla para cercarse el sudor.
Luego se dirigió hacia la puerta entonces lo seguí, pero cuando iba abrir la puerta para irse yo la cerré.
- ¿Qué es lo que le sucede conmigo? ¿Fue por qué no permití que me besara en el juego?
Entonces se acercó más a mí y puso sus dos brazos contra la puerta rodeando mi cuerpo, yo quedé enfrente de él; me asusté un poco, entonces me dijo mirándome a los ojos:
- Usted no se da cuente de lo que yo estoy siento, de cómo me estoy muriendo por estar a su lado, yo soy diferente cuando está conmigo; su sonrisa me encanta, sus ojos me seducen. Ana, usted puede hacer conmigo lo que jamás nadie había sido capaz, ni siquiera Esmeralda.
El creía que yo no sentía nada por él, pero al contrario, yo estaba sintiendo todo, pero no podía decírselo. Lo miré a los ojos y vi sinceridad en ellos, pero para mí era la muerte.
- ¿Y qué es lo que usted quiere? ¿Qué sienta lo mismo? ¿Qué yo corresponda a su amor? Le pregunté con desesperación, pero no me respondió, simplemente sus ojos seguía mirando los míos.
- Tal vez está equivocado, tal vez solo quiere mi compañía. Le dije en un tono sereno y de resignación
- Yo sé muy bien lo que estoy sintiendo ¿Pero qué es lo que usted siente?
- Por favor póngase una camiseta que me hace sentir incomoda.
Se alejó buscando la camiseta, y mientras él se la ceñía le respondí:
- Yo no puedo enamorarme de usted señor Francisco, me ha hecho mucho daño, el único sentimiento que tengo desde que llegué a esta casa es de querer volver a mi hogar y ser libre, lo único que le puedo ofrecer es mi amistad.
- ¿Y por qué no puedes darme tu amor? ¿Por qué no soy digno de él? ¿Por qué no soy de tu misma condición? Sí, es verdad, no soy merecedor de tu amor, pero lo quiero para mí.
Sus ojos reflejaban tristeza y amargura; sentí unos enormes deseos de abrazarlo y de alguna forma evitarle el dolor que estaba sintiendo, entonces no me pude contener, me empiné un poco sobre las puntas de mis pies y lo abracé, él me correspondió, entonces le dije cerca al oído:
- No sé qué es lo que siento por usted, pero me gusta el hombre que estoy conociendo cuando está cerca de mí, sin discusiones, ni humillaciones.
Entonces me abrazó con más fuerza, luego se separó y me tomó de una mano.
- ¿Desayunamos? Me preguntó.
- Bien, le diré a María que me ayude a preparar algo.
- No, desayunemos fuera.
No lo podía creer.
- Vamos, ve a organizarte que en una hora salimos.
Subí súper feliz a mi habitación, oré como por media hora dándole gracias a Dios y adorándole, luego me duché y me usé un vestido negro estilo lápiz, con unos estilettos y un abrigo color carmesí, solté mi cabello en ondas, y cuando bajé, él me estaba esperando fuera.