«Estás con él»
Tres palabras bastaron para dejar mi cabeza en muerte cerebral. Pi, pi, pi...
¡Reacciona! No puedes morir ahora que al fin lo tienes.
¿Lo tengo?
«Estás con él»
¡Estoy con él!
Pero, ¿dónde está él? ¿Bajo la cama...? ¡No! Ni que fuera mi amante ¡Qué pensamientos, Evelei! ¿En el baño? Ay, no, no... No te lo imagines con traje de plomero y sin camisa, ni mucho menos con agua corriendo por sus cuadritos...
Demasiado tarde.
— Sonia, ¿Estoy muy mal si te digo que creo que Robbie está en mi baño con un fantástico traje de plomero?
Risa.
— Entonces todas los estaríamos. ¿Cómo lo conseguiste? Sé que tu familia tiene influencia en el mundo de la música, ¡pero acaba de llegar apenas ayer! ¡Te admiro! Dime todo: cómo fue, si es amable o es de esos petulantes... Oh, oh, oh. Dile que te dé su autógrafo para mí... ¡No! Mejor una camisa con su sudor, ¡sí, por favor!
— Sonia, Sonia, ¡Sonia! ¡Tranquilizate!— si no la interrumpía ahora, no pararía nunca—. No sé de qué estás hablando. Yo no le he visto, qué más quisiera, pero no. Ni siquiera sé de qué foto hablas.
— No me mientas, y no seas egoísta. Si lo dices por la camisa, está bien, me conformo con su firma.
— No, Sonia, no te miento. No te niego que de tenerlo a mi disposición lo escondería de todos, pero no es el caso. Y no juegues con mis sentimientos, si esto es una broma, te aseguro que no es divertida.
— Cómo no vas a saber si fuiste tú quien publicó la foto. Mira tu instagram e intenta negármelo.
Aún en llamada, enseguida lo hago. Si me hackearon quién sabe qué barbaridades podrían hacer usando mi nombre. Aparentemente todo está bien. La última foto publicada fue la que Tana me tomó en el jardín universitario -fantástica foto, por cierto-; con sus maravillosas dotes artísticas consiguió capturar hasta el más mínimo copo de nieve...
Espera un momento.
Hago zoom en la foto anterior a esa... y no quiero más que morirme de felicidad y de miseria. El foco de la foto está en mí, pero detrás sale Robbie -no es una aparición fantasmagórica- hablando con alguien escondido tras mi espalda. Parece que la foto fue intencional, sin embargo, no lo fue. Y ahora como contesto los miles de comentarios y la cantidad fuera de lo normal de solicitudes de seguimiento. Y todo va a peor, poniendo el #Robbie descubro que hay miles de páginas con la captura de mi publicación.
¡Esté es mi fin! Cuando se descubra que no tenía ni idea que Robbie estaba allí mi popularidad irá en picada... Aunque ninguna publicidad es mala no quisiera mantenerme en la mente de los demás como lo hizo Britney Spears.
Un momento: esta fotografía fue tomada en la biblioteca. O lo que es lo mismo, fue cuando Faye estaba hablando con...
— ¡Ahhh! ¡Esa traidora!
— ¿Qué? ¿Qué? Cuéntame...
Habla Sonia por el altavoz.
— Me va a oír.
Cuelgo, interrumpiendo el último «¿Qué?» de Sonia. Su teléfono me manda a la contestadora. Cuelgo y tecleo todo lo rápido y preciso que me deje el enfado.
Yo: Prepárate para tu muerte.
Yo: ¿Prefieres que sea lenta o rápida?
Yo: Mejor lenta.
A los diez minutos me llega su respuesta. Luego de que yo abriera un agujero en el suelo de tanto planear las mil formas en que pienso torturarla.
Faye: ¿Por qué? ¿Lo dices por tus zapatos? Te aseguro que la mancha de café sale... ¡No me mates!
¿Qué? De inmediato volteo a ver a mis bebés... Uno de mis niños consentidos tiene una horrenda mancha en toda su parte frontal. ¿Por qué me hace esto? ¿Cuándo comenzó a odiarme tanto?
Yo: Gracias por sumar una razón más.
Yo: ¡Y sabes de lo que te habló! ¡Traidora mala amiga!
Faye:...
Yo: Si aún quieres venir a mi casa, será bajo tu propia responsabilidad.
(...)
— Eres una traidora. ¿Cómo pudiste no decirme que estabas hablando con él?
La persigo tan pronto atraviesa la puerta. Faye corre a un extremo de la cama y yo me quedo en otro. Hace el amague de ir a un lado y la imito. Rodeo la cama hacia ella, pega un grito y se sube a la cama de pie para huir de mí... de mi furia. Sus tacones se hunden en el colchón haciéndola tambalear y caer al piso. Qué mala suerte que bajo mi cama, la alfombra es acolchada.
Asoma su cabeza.
— Lo siento, no lo reconocí— pone sus manos en señal de perdón—. Eres tú la que vive viendo sus fotos y antiguos vídeos, no yo. Además, era un adolescente en ellos entonces.
Me subo a gatas a la cama con la promesa de sangre. Agranda sus ojos y se agacha al suelo. Casi pude ver su cabello suspendido al aire mientras lo hacía.
— ¿Cómo es que en las noticias si lo reconocieron?
Cuando llego al otro lado, lista para atacar, solamente veo las suelas de sus sandalias... Bonitas sandalias ¡Concentrate!... arrastrarse bajo mi cama. Se impulsa con el borde de la cama para poder salir.
— Ellos tienen unas antenas de hormigas para eso, no sé...
Va hasta mi tocador y se escuda tras la silla de madera levantándola hasta cubrir parte de su nariz.
— ¡Quedé como una tonta! ¡Soy una tonta! ¿Cómo no pude reconocer su angelical voz? Tan lindo que es él...
— Creo recordar me dijiste era un pesado.
—...Ahora todos se van a reír de mí por redes sociales... Todo mi prestigio como instagramer va ir en picada. Ya puedo ver la cascada de memes a mi costa que divertirán a todos. ¡Tú...! ¡Tú eres la culpable!
— Por favor, baja esa almohada, estas bajo mucho estrés y puedes hacer algo de lo que te arrepientas después— sujeta protectora los mechones de cabellos a los costados de su cara; pareciendo una campesina con pañoleta—. Temo por mis bebés.