Encierro y grandeza. Un poderoso destino

Capítulo Cinco: Inestabilidad Global

En la penumbra de su habitación en el castillo Stormride, Lyanna se despertó con los primeros rayos de sol que se filtraban a través de las pesadas cortinas. La suavidad de las sábanas contrastaba con la frialdad que sentía en su corazón al recordar la realidad de su situación. Lentamente, se incorporó y se vistió con la ayuda de una doncella, quien en silencio le entregó un vestido sencillo pero elegante. Lyanna sabía que cada uno de sus movimientos era observado por los guardias que custodiaban su puerta, una constante vigilancia que le recordaba su estatus de prisionera disfrazada de hija adoptiva.

Con pasos ligeros, Lyanna se dirigió al comedor, sus escoltas siguiéndola de cerca. Al llegar, fue recibida por las miradas frías e indiferentes de la familia Stormride. Aedan, el duque y su padrastro, apenas levantó la vista para reconocer su presencia. Su madrastra, Lady Eveline, estaba tan ensimismada en sus pensamientos que no le dedicó más que una mirada de desaprobación. La única chispa de alegría en la sala provenía de Henry, su hermanastro pequeño, cuyo rostro se iluminó al verla. Aunque era solo un niño de ocho años, su sonrisa genuina era un pequeño consuelo en medio de tanta hostilidad.

Lyanna tomó asiento en su lugar habitual, apartada del núcleo de la familia. Mientras los sirvientes comenzaban a servir el desayuno, la conversación en la mesa giró rápidamente hacia los temas políticos que dominaban el mes. Aedan, con su voz grave y autoritaria, habló de las recientes disputas tras el cierre de las minas de Estalita en el Norte.

—Voy a ir a la capital, a la ciudad de Maderia —anunció Aedan, levantando la vista para asegurarse de que todos prestaran atención—. Debo hablar con el rey. Ese inepto no sabe hacer nada sin mí. Las disputas entre nosotros y el Oeste solo han hecho que aumentar. El rey tiene que poner orden, y sé que hará lo que sea necesario para mantener el equilibrio de poder a nuestro favor…

Lyanna, manteniendo la mirada baja, sintió un alivio secreto al escuchar que Aedan estaría fuera por unos días. La ausencia de su padrastro significaba un tiempo de relativa tranquilidad, sin la constante sensación de ser vigilada y juzgada.

Después del desayuno, Lyanna fue escoltada nuevamente a su habitación, una rutina que se repetía día tras día. Al cerrar la puerta tras de sí, sintió una mezcla de frustración y tristeza. Miró por la ventana, añorando la libertad que una vez había conocido antes de ser traída a este castillo. En su mente, los recuerdos de la playa y los días de juego sin preocupaciones se mezclaban con la amarga realidad de su encarcelamiento.

Lyanna pasó gran parte del día mirando por la ventana, observando la vida que continuaba fuera de sus muros. La opresión de su encierro la asfixiaba lentamente, cada día más difícil de soportar. A veces, se preguntaba si alguna vez podría escapar de la sombra del duque Aedan y encontrar un lugar donde pudiera ser libre.

—¿Algún día podré volver a caminar con libertad? ¿Algún día podré sentir que la llave de mi jaula gira y rompe mi encierro para siempre? Deseo ver la luz del sol de un nuevo amanecer para mí… —susurró en voz baja para sí misma mientras una pequeña lágrima descendía a través de su mejilla.

El sonido de la puerta abriéndose la sacó de sus pensamientos. Era una de las doncellas, trayendo la comida del mediodía. La rutina continuaba, cada momento del día marcado por el paso del tiempo sin libertad. Lyanna suspiró, agradecida por el breve momento de compañía, aunque solo fuera la presencia silenciosa de la doncella.

Por la tarde, los guardias le permitieron salir brevemente al jardín interior del castillo, un pequeño espacio rodeado de altos muros donde podía sentir el aire fresco y la luz del sol. Caminó lentamente entre las flores, sus dedos rozando suavemente los pétalos mientras su mente vagaba lejos de Stormride.

El crepúsculo llegó y, con él, la hora de regresar a su habitación. Lyanna se sentó junto a la ventana, observando cómo el cielo se teñía de tonos naranjas y púrpuras. Pensó en su futuro, en la posibilidad de escapar algún día de su prisión dorada. Mientras las sombras de la noche caían sobre el castillo, una determinación silenciosa creció en su corazón.

No sería una prisionera para siempre. Algún día, encontraría la manera de liberarse de las cadenas invisibles que la ataban. Y cuando ese día llegara, estaría lista para enfrentarse al mundo más allá de los muros de Stormride.

Los meses transcurrieron y Lyanna notó cómo la tensión en el castillo Stormride aumentaba día a día. Las miradas furtivas entre los sirvientes y los susurros en los pasillos indicaban que algo grave se avecinaba. Una noche, durante una cena, Aedan Stormride se levantó de su asiento con un semblante sombrío. Todos en la mesa guardaron silencio, esperando sus palabras.

—El Oeste nos ha declarado la guerra… —anunció Aedan con voz firme, sus ojos recorriendo los rostros de sus hijos e hijastra—. El maestro Garath ha sido convocado para luchar contra el Este. Ya no estará aquí para entrenaros….

La noticia cayó como un balde de agua fría sobre Lyanna. Garath no solo era su maestro, sino también su confidente y amigo. La tristeza la invadió al pensar en su partida, sabiendo que sus días de entrenamiento serían reemplazados por una soledad aún más profunda.

Mientras tanto, a miles de kilómetros de distancia, en la capital del Oeste, llamada Lothoria, la noticia de la guerra también había llegado. La ciudad portuaria, con sus casas medievales y el imponente castillo que se alzaba en el centro, se encontraba en un estado de agitación. Los reyes del Oeste, el rey Alistair Belmont y la reina Elara Belmont, gobernaban el continente, aunque era la última quien llevaba las riendas del reino. Sus hijos, el príncipe heredero Cedric y la princesa Evelina, también residían en el castillo, así como el hermano de la reina, más conocido como el Bohemio, Cassian.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.