Encierro y grandeza. Un poderoso destino

Capítulo Nueve: Los Combates del Valor

Luego de meses de planificación y preparativos, casi un año después de la propuesta inicial, los Juegos de Todos finalmente se reabrieron. Sin embargo, la visión original de Inísel había sido radicalmente transformada. Lo que una vez fue una celebración pacífica de unión y deportes, ahora se había convertido en un escenario de violencia. El Shántruk, influenciado por sus consejeros, decidió utilizar los juegos como una forma de entretener a su pueblo y deshacerse de algunos delincuentes que habían cometido actos traicioneros contra su mandato.

El anfiteatro estaba abarrotado, y la atmósfera vibraba con la expectación de la multitud. El bullicio de los ciudadanos llenaba el aire; cada rincón del lugar estaba ocupado por gente ansiosa de ver las nuevas y sangrientas competiciones. En el palco real, adornado con estandartes dorados y púrpuras, Inísel se encontraba sentada junto a su esposo, el Shántruk. A su lado estaba su doncella más cercana, Isra, siempre atenta y dispuesta a servir.

Inísel observaba la escena desde su trono, su mirada oscurecida por una mezcla de tristeza y enojo. Las gradas del anfiteatro resonaban con vítores y aplausos mientras los ciudadanos de Erial celebraban el cambio con un entusiasmo casi salvaje. Lo que una vez fue un evento para celebrar la paz y la cooperación se había convertido en un espectáculo macabro, donde la muerte acechaba en cada combate. Los rostros de la multitud, iluminados por la emoción, contrastaban profundamente con la expresión sombría de Inísel.

Ella miró a su marido con una mezcla de tristeza y frustración. En el palco real se encontraban los nobles, representantes de otras ciudades de La Kvin Urboj y mercaderes de Erial, estando sus padres entre ellos. Habían acudido gracias al empeño del Shántruk y a los contactos de su padre, Reynard Zendel, viendo una oportunidad de reunirse y pactar acuerdos entre ellos.

—En kune: Via Ŝántruk, ĉi tio ne estas la solvo, kiun mi atendis por nia popolo... (Su Shántruk, esta no es la solución que esperaba para nuestra gente…) —dijo Inísel con voz baja pero firme—. En kune: Ne estas la maniero helpi ilin fari ĉion pli bona. Perforto nur alportas pli da perforto, nia popolo devas memori, ke ne ĉio estas krueleco kaj furiozo (No es la manera de ayudarlos a que todo sea más venidero. La violencia solo trae más violencia, nuestra gente necesita recordar que no todo es crueldad y fiereza).

Theodric, sentado a su lado, la miró con una expresión de paciencia.

—En kune: Mia Valkúr... (Mi Valkúr…) —respondió con suavidad—. En kune: Mi scias, ke vi volis, ke la Ĉiuj Ludoj estu kiel ili ĉiam estis ekzercitaj en Sabla Urbo. Sed vi ankaŭ devas kompreni, ke ni devas adapti ilin al ĉies gustoj. La aliaj urboj praktikas pli perfortajn sportojn, kaj la Ĉiuj Ludoj ne estus rigardataj kun la sama fervoro, kiel ili estas sentataj en nia urbo. Krome, ĉi tio estas la plej bona solvo por nia nuna situacio. La plendoj estos silentigitaj, ni forigos krimulojn, kiuj estas senvaloraj por la regno kaj ni igos la soldatojn pensi dufoje antaŭ ol iri kontraŭ la sistemo. Homoj, kiuj deziris dizerti, kontraŭdiris niajn leĝojn aŭ rifuzis raporti por militservo, estos punitaj kaj devigitaj partopreni la Ludojn de Ĉio, nun nomitaj La Bataloj de Bravo. Ili estas la perfekta elemento por malinstigi estontajn ribelantojn. Kiel vi sugestis, solduloj rajtas konkuri kaj tiel la homoj vidos ilin kiel siajn militistojn, ne siajn agresantojn (Sé que querías que los Juegos de Todos fueran como siempre se han practicado en Sabla Urbo. Pero también debes entender que, debemos adaptarlos a los gustos de todos. Las otras ciudades practican deportes más violentos, y los Juegos de Todos no serían vistos con el mismo afán que sienten en nuestra ciudad. Además, esta es la mejor solución para nuestra situación actual. Las quejas se callarán, nos desharemos de delincuentes infructuosos para el reino y haremos que los soldados se lo piensen dos veces antes de ir en contra del sistema. Los hombres que hayan deseado desertar, hayan contradicho nuestras leyes o se hayan negado a presentarse al servicio militar, serán castigados y obligados a participar en los Juegos de Todos, ahora llamados Los Combates del Valor. Son el elemento perfecto para disuadir a futuros rebeldes. Como sugeriste, se les permite a los mercenarios competir y de esa forma el pueblo los verá como sus guerreros, no como sus agresores).

Inísel se mordió el labio, sabiendo que no era el momento ni el lugar para expresar sus verdaderos sentimientos. La multitud, ignorante de la tensión en el palco, vitoreaba y gritaba, impaciente por el inicio de los juegos. Inísel sabía que cualquier desacuerdo abierto podría ser visto como una señal de debilidad, debilidad que podrían utilizar los otros consejeros en su contra.

—En kune: Filino, ne maltrankviliĝu. Lia Ŝántruk decidis starigi regulojn por kuraĝaj bataloj. La ludoj permesas al la konkursantoj kapitulaci, do ne ĉio estas tiel kruela kaj perforta (Hija, no te preocupes. Su Shántruk ha decidido poner normas para los combates del valor. Los juegos permiten a los concursantes rendirse, así que no todo es tan cruel y violento) —dijo su padre, en un intento de calmar la inquietud de su hija. Inísel lo miró de reojo. Sabía que rendirse significaba una punición mayor para los participantes, un deshonor, y que a la mayoría no se les permitiría utilizar esa vía de escape.

—En kune: Kompreneble, patro. Estas tre malavara doni al ili la ŝancon kapitulaci, kaj tiam publike vipi ilin per vipo por ilia malkuraĝo (Claro, padre. Es muy generoso darles la oportunidad de rendirse, y luego azotarles públicamente con un flagelo por su cobardía) —murmuró Inísel, sus palabras teñidas de amargura. Su doncella, Isra, le apretó el hombro en un gesto de apoyo, recordándole que no estaba sola en sus pensamientos y preocupaciones.




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