Encierro y grandeza. Un poderoso destino

Capítulo Diecisiete: Sunon

Inísel, Kaelan, su doncella Isra, el caballero Garath y el bohemio Cassian se embarcaron en una travesía junto a los guerreros de la aldea de Talahar hacia la capital del reino del sur. Entre los indígenas que los escoltaban, destacaba un hombre joven de piel oscura y torso musculoso, cubierto de cicatrices obtenidas de la ardua vida en el desierto. Su nombre era Zaidan, el líder indiscutible de los guerreros de Talahar.

Durante el trayecto, Inísel tuvo múltiples oportunidades para conversar con Cassian y Garath. A través de estas charlas, comprendió mejor las complejas situaciones de los tres continentes y la guerra constante entre el Oeste y el Este. Cassian, con su actitud relajada pero perspicaz, le contaba historias endulzadas de sus viajes, destacando acciones colmadas de grandeza, mientras que Garath, con su disciplina y seriedad, siempre procuraba contradecir las palabras exageradas del bohemio.

Después de aproximadamente una semana navegando bajo el sol abrasador del desierto, el grupo finalmente llegó a la capital de los indígenas, Sunon. La ciudad, que había visto tiempos mejores, estaba rodeada de restos de antiguas murallas y torres de diseño extraño. Estas estructuras, aunque desgastadas por el tiempo, aún mantenían una majestuosa presencia que hablaba de un pasado glorioso.

Inísel, Kaelan, Isra, Garath, Cassian y Zaidan se adentraron por las bulliciosas calles de Sunon, donde mercaderes de distintas regiones vociferaban sus mercancías. Los aromas exóticos de especias y comida llenaban el aire, y el sonido constante del regateo y las conversaciones creaba una atmósfera vibrante y caótica. Inísel observaba todo con una mezcla de fascinación y nostalgia, recordando la vitalidad de Sabla Urbo antes de la tragedia.

Finalmente, llegaron a un edificio dispuesto para los aldeanos de Talahar, un refugio que estos utilizaban cada mes cuando venían a Sunon. El lugar, aunque modesto, ofrecía un emplazamiento seguro y un espacio para descansar. Zaidan, con su presencia imponente, se dirigió a Inísel.

—En dýnami: To Afentikó tha tou dósei akróasi se líges méres (El Afentikó le concederá una audiencia en un par de días) —dijo Zaidan con voz profunda y resonante, con Garath traduciendo sus palabras—. En dýnami: Sto metaxý, eíste eléftheroi na exerevnísete tin póli. Allá sas proeidopoió, ypárchoun periochés tou Sunon pou eínai epikíndynes kai an apofasísete na páte, sas synistó na páte me synodeía. Ostóso, an thélete na meínete edó, se aftó to méros, boró na sas yposchethó óti tha eíste asfaleís (Mientras tanto, es libre de explorar la ciudad. Pero le advierto, hay regiones de Sunon que son peligrosas y si decide ir, le recomiendo que vaya con una escolta. No obstante, si quiere quedarse aquí, en este lugar, le puedo prometer que estará a salvo).

Inísel asintió, agradecida por la hospitalidad. Aunque su corazón seguía pesado por la pérdida y la traición, el bullicio de Sunon y la promesa de una audiencia con el Afentikó le ofrecían un rayo de esperanza. Pasó los siguientes días explorando la ciudad, siempre acompañada por Kaelan e Isra, y a veces por Cassian y Garath. Cada esquina de Sunon revelaba algo nuevo y fascinante: templos antiguos, mercados abarrotados y plazas donde la gente se reunía para compartir historias y noticias.

Una tarde, mientras caminaban por un mercado de artesanías con la compañía de Cassian, Kaelan y algunos guerreros indígenas que le había proporcionado Zaidan, Inísel se detuvo ante un puesto que vendía joyas hechas a mano. Las piezas, intrincadamente diseñadas con metales y piedras preciosas locales, le recordaron las joyas de su madre.

—Estas joyas son hermosas… —comentó, tocando suavemente un collar de oro adornado con una gema rojiza hermosa.

Cassian, quien estaba a su lado, sonrió.

—En dýnami: Sas endiaférei to kolié, despoinís? (¿Le interesa el collar, señorita?) —dijo el vendedor—. En dýnami: To kolié eínai ftiagméno apó archaía Ailorianá yliká, tétoio bimpeló den tha vreíte pouthená alloú (El collar está hecho con materiales antiguos de Aelorian, no encontrará en ninguna otra parte un abalorio semejante).

Inísel miró ligeramente confusa al hombre. Todavía no comprendía lo suficiente el idioma y enseguida desvió su atención hacia Cassian.

—Le pregunta si quiere comprar el collar. Afirma que está hecho con materiales únicos y exclusivos…

Inísel, dejó el collar con suavidad y negó lánguidamente, apartándose de la tienda, continuó su paseo. Aunque estaba lejos de Sabla Urbo, no podía evitar encontrar una inequívoca similitud en Sunon. La gente, los mercaderes, los niños en las calles, todo le recordaba lo que había perdido.

—En kune: Estante ĉi tie, ĉirkaŭita de tiom da homoj, kiuj ŝajnas tiom malproksimaj de la severa realo, kiun mi alfrontis, mi vidas tiom da ĝojo en la stratoj kaj mi demandas min, ĉu mi havas ian ŝancon, ke la dýnamis helpu min reakiri Sabla Urbon. Nu, kiajn kialojn ili havus por helpi min? Kial riski perdi ĉion, kion ili havas en konfrontiĝo, kiu ne vere koncernas ilin? Ĉu por mi? Por popolo, kiu malestimis kaj marĝenigis ilin dum jaroj? (Estando aquí, rodeada de tanta gente que parece tan alejada a la dura realidad que he enfrentado, veo tanta dicha en las calles y me pregunto si tengo alguna posibilidad de que los dýnamis me ayuden a recuperar Sabla Urbo. Pues, ¿qué motivos tendrían ellos para ayudarme? ¿Para qué arriesgarse a perder todo lo que tienen en una confrontación que no les incumbe realmente? ¿Por mí? ¿Por un pueblo que los ha despreciado y marginado durante años?)

Kaelan, siempre atento, se acercó a ella con una expresión preocupada.

—En kune: Via Valkúr, vi ne devas timi, mi scias, ke ni reakiros vian urbon. (Su Valkúr, no debe temer, sé que recuperaremos su ciudad) —dijo con convicción.

—En kune: Mi certas, ke Afentikó povos havigi al vi la necesan helpon. Mi aŭdis rakontojn pri la dýnamis. Kaj mi scias, ke ili estas paca popolo, forigita de la konfrontiĝo de la Nordo kaj volanta protekti la antikvajn Aelorianajn restaĵojn. Se ili povas trovi komunan celon, mi certas, ke ili helpos ŝin repreni Sabla Urbo (Estoy seguro de que el Afentikó le podrá proporcionar la ayuda necesaria. He oído historias sobre los dýnamis. Y sé que son gente pacífica, alejados de la confrontación del Norte y dispuestos a proteger los restos antiguos de Aelorian. Si pueden encontrar un objetivo común, estoy seguro de que la ayudarán a recuperar Sabla Urbo).




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