Encontrando el Destino - Hielo y Acero

Capítulo 1

   

Con la nieve cayendo constantemente en ésta región de Strigart, el sendero no era visible la mayor parte del año, y de no ser por las farolas de señalización que había cada ciertos kilómetros era fácil perderse en las praderas que conducían desde la ciudad de Leres hasta Numbria y a pesar de que ya no se viajaba más a la ciudad maldita, los postes de los faroles seguían estando ahí como advertencias de que podías dar la vuelta y regresar por donde viniste. A un aventurero mal equipado este camino podria resultarle una lenta tortura, y solo sí se era demasiado pobre o alguien con poco sentido de orientacion es que terminaria en este camino sin la ropa adecuada, y Valerian era las dos cosas. A cada paso que daba las botas se le enterraban hasta los tobillos y aunque eran impermeables y sus pies estaban secos, no eran buenas en mantener el calor, además el viento que venía desde el norte, hacia donde él estaba yendo, se lograba filtrar por el cuello y mangas que se sentían como fueran caricias de dedos fríos. Aun así él continuaría su camino, con la misma determinación con la que había empezado esta misión, por lo que encogido de brazos y con la capucha roja de su capa como abrigo fue que siguió ese sendero marcado por los postes, hasta que por fin llegó a la muralla externa de la ciudad maldita de Numbria. Esta era de unos quince metros de alto con un gran portón de madera reforzada en hierro, estaba cerrada y no parecía que se pudiera abrir con solo empujarla ya que en las bisagras se asomaban unos engranajes que de seguro pertenecían al mecanismo de apertura. 

 

—Veamos —dijo Valerian mientras rebuscaba en su mochila un pergamino mágico que al encontrarlo lo abrió para conjurar su efecto— ¡Perium Barele!.

 

Frente a él de repente un vórtice ovoide se abrió en la madera del portón, al que  inmediatamente intentó cruzar, pero en cuanto salía por el otro lado terminaba apareciendo nuevamente en la entrada y aunque lo intentara nuevamente siempre terminaba apareciendo en el mismo lugar.

 

—Si, era de suponerse, ahora ¿Cómo era esa palabra de potenciación? —se preguntó a sí mismo mientras se cruzaba de brazos mirando al suelo.

 

Estaba tan concentrado que se percató del silencio que había alrededor, el viento había desaparecido por completo y de no ser por un ruido crocante habria pensado que estaba pasando algo raro, cuando dirigió la mirada al origen vio a una rata comiendo una hogaza de pan que lo obserbava con sus negros ojos desde un arbusto cercano al camino.

 

—¿Pan, de donde lo sacaste amiguito? —susurró en voz baja mientras intentaba acercarse lentamente al roedor el cual empezó a correr dándose así una persecución. 

 

Los altos reflejos y agilidad de Valerian le permitieron no perderle de vista por un largo trecho, hasta que el pequeño ratón se metió en un riachuelo congelado debajo de la muralla que parecía ser el desagüe de la ciudad, allí por pequeños huecos entre los escombros desapareció y aunque el roedor se había escapado, también pudo descubrir algo más, alguien ya había intentado cruzar al otro lado de la muralla por este camino, pero al parecer no pudo conseguirlo porque ahí estaban sus huesos o los restos carbonizados de ellos. Esto solo revelaba que cada parte de la muralla contaba con protección para evitar que intrusos pudieran saltarse la entrada principal. Cuando miró alrededor con más detenimiento se dio cuenta que ni siquiera el equipamiento de los desafortunado cuerpos se podían saquear, porque estos también estaban quemados o destruidos, pero algo que sí se podía encontrar eran unos rastros arcanos, que como bien le había enseñado su maestra, son únicas para cada conjurador y con un buen ojo y percepción podías reconocer al dueño. Aunque estas partículas tenían algo más que le llamó la atención que provocaron que sonriera. Así que regresó nuevamente al vórtice frente a la puerta.

 

—Derum —pronunció  Valerian con total seguridad.

 

En ese momento el color celeste del portal cambió a violeta y para cuando cruzó al otro lado, Valerian ahora si estaba dentro de las murallas. Lo primero que hizo fue desactivar el conjuro para que nadie le siguiera el paso, luego en absoluto sigilo comenzó a recorrer las calles de Numbria, para lo cual esta vez sus ropas de cuero le facilitaban el movimiento. En el interior de la muralla la niebla era mucho más densa que afuera, no dejándole ver más allá de una cuadra de distancia, pero eso no evitó que notara que el lugar estaba en muy buen estado a pesar de que había pasado cerca de una década abandonado, las ventanas y puertas intactas, las calles limpias de escombros, todos los edificios con su techos impecables solo cubiertos por mantos blancos de nieve, y un silencio profundo hacía parecer que el lugar estaba congelado en el tiempo. En estas condiciones mantenerse en silencio era todo un reto pero aun así Valerian siguió su andar guiado por sus instintos, por lo que encontrar la siguiente pista de su búsqueda lo llevó a adentrarse más y más en el corazón de la ciudad.

 

Luego de un rato andando pudo encontrar la catedral, que estaba frente a un gran parque de pinos. Cuando se acercó al edificio lo que primero pudo notar era que el rastro de partículas arcanas que venía siguiendo era muy fuerte en esta dirección, así que se dispuso a entrar con suma cautela. Adentro era como cualquier otro templo con sus asientos largos de madera, banderas de dioses que no conocía junto con las banderas del reino, la cual era un águila con las alas extendidas en un fondo azul, también había un altar enfrente de un vitral de la pared posterior del edificio, usado seguramente para el orador. Aunque éste estaba limpio de polvo tenía restos de velas que al acercarse se percató que la mayor concentración del rastro provenía justo de ese lugar. Valerian miro al vitral en el que se dibujaba un sol iluminando un valle con una ciudad en ella, lo que le recordó que quedaban pocas horas de luz antes del ocaso, y si este era el lugar donde ocurriría el encuentro tenía que actuar rápido, ya que la oscuridad de la noche albergaba el refugio perfecto para las criaturas del mal, y si el origen del rastro arcano frecuentaba este lugar, no había mucho tiempo para actuar antes de que apareciera. Así que tan rápido como le fue posible se puso a preparar el terreno para recibir a su objetivo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.