Encontrando el Destino - Hielo y Acero

Capítulo 4

El sol comenzaba a ocultarse para cuando la gente empezó a dispersarse de la plaza principal, lo único que había quedado para esos momentos era el cadalso con Valerian postrado en el centro de la plataforma algo un poco más magullado que en la tarde, pues las personas eran bastante rencorosas con los arconianos, dado que por su culpa muchos buenos hombres habían perdido la vida en las fronteras durante la guerra que había ocurrido hacía unos diez años atrás, y de alguna forma la nacionalidad de Valerian había sido descubierta quedando así a merced de insultos y hasta golpes de los ciudadanos más fervorosos de Leres. En la mente del guerrero solo rondaba la resignación, pensando que tal vez volvería a prisión o algo peor como la horca, aunque al mismo tiempo se consolaba a sí mismo en que por el crimen de hurto no debería ser tan grave el castigo. Más no podía hacer que esperar al juicio que sería público al día siguiente, donde quizás tendría la oportunidad de defenderse.

 

Mientras tanto Aurora durante esa tarde había estado investigando sobre los cargos del que se le acusaba al guerrero personalmente. Empezó por ir al cuartel de la comisaría, donde se enteró que hubieron testigos que le reconocieron el rostro en cuanto entró a la ciudad, y no solo era uno sino que fueron varios, y entre ellos algunos eran víctimas de los robos, a quienes les habían sustraído caballos y algunas joyas de oro, lo peor de eso ciertamente era que no solo eran ciudadanos comunes, sino que también eran familias nobles las víctimas, todas y cada una de ellas. Esto pintaba mal para Valerian ya que cuando se trataba de familias adineradas y la justicia, siempre se les cumplían sus caprichos aun cuando no, por medio de sobornos seguían saliéndose con la suya, encima si el juicio era al día siguiente no había mucho tiempo para demostrar su inocencia, y claro que Aurora le creía inocente porque esos días que pasaron los robos, el acusado había estado con ella en el camino hacia Leres. Después de estar al tanto de la situación decidió empezar por hacer visitas a las víctimas e intentar conseguir sus testimonios ella misma por si había algo que no cuadraba, ya que cabía la posibilidad de que se hayan confabulado en contra del guerrero lo cual, aunque irrisorio no podía ser descartado. Podría hacer uso de su apellido en otras circunstancias, pues los Nalrros eran respetados en los altos estratos de la sociedad, pero en la actualidad ella no era más que solo un fantasma y revelar que había sobrevivido podría traer más problemas que ayuda, así que no la tomó como una opción inteligente. De hecho ella se tentaba con la idea de simplemente entrar por la fuerza a esas mansiones e interrogar a las víctimas, pero claro eso no era civilizado. Por fortuna, ella tenía la magia de su lado, y entre su repertorio de habilidades también estaba la magia de ilusión, así que hacerse pasar por un guardia que venía a corroborar las pistas no sería nada difícil para ella.

Entonces con toda confianza llegó a la primera mansión ya cubierta por su conjuro que era capaz de alterar tanto su aspecto físico como sus ropas. Lo primero que notó fue que éste edificio estaba en una zona muy concurrida por personas, escapar con un caballo robado sin que nadie te viera sería en extremo difícil sino imposible, quien quiera que haya sido el ladrón no tenía preocupación de ser visto, un comportamiento particular.

—Buenas noches, soy la subteniente Carol Viguel a cargo del caso del criminal arconiano que cometió delitos contra su señora, vengo para confirmar su último testimonio para el juicio de mañana —le dijo una Aurora de aspecto distinto y hasta voz diferente con un pergamino encantado con textos ilusorios simulando una identificación certificada, que de no ser por haber visto cientos de esos en el escritorio de su padre no habría podido hacer uno de tan buena calidad, además los guardias de la entrada no parecían muy listos.

—No nos avisaron que vendrían agentes, la señora está en una reunión social en estos momentos y no le gusta que la molesten, venga mañana —le respondió el más alto de los guardias.

—Me temo que eso no es posible porque justamente es para mañana que necesito que los papeles estén firmados, en caso de que quiera que su testimonio tenga validez legal para el juicio claro está, de lo contrario será de las últimas actas firmadas y eso la hará esperar demasiado en el estrado, cuando la señora se empiece a quejar del tiempo allí le diremos que fue por sus guardias que no le quisieron evitar una molestia de pocos minutos, usted decide —dijo Aurora de manera tan decidida que hasta los guardias pudieron imaginar los regaños de su señora si ello llegara a pasar así.

—Esta bien, la escoltaré hasta la casa —dijo mientras miraba a su compañero con cara de que era la mejor idea quien le asintió con la cabeza.

Mientras era llevada a la entrada principal, Aurora vio que el personal dentro de los jardines eran muchos también, lo cual reforzaba su idea de que salir de este lugar sin ser visto y frenado por los guardias en la puerta sería imposible.

—Por favor aguarde aquí, iré a preguntar por la señora —dijo el guardia antes de entrar a la mansión.

No demoró mucho, para cuando regresó guió a Aurora hasta un salón de visitas que estaba contiguo a la sala donde se llevaba a cabo una pequeña fiesta, de esas donde las personas de dinero presumen sus nuevas propiedades y realizan negocios a futuro. Cuando las puertas dobles se abrieron para dar paso a la señora Jenova Belzaro, dueña de la casa, el ruido que venía de la otra sala le recordó por un momento las fiestas a las que su familia estaba obligada a ir y donde ella se aburría, a pesar de eso, ella deseaba mucho volver a esos días de paz.




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