Nuevamente es lunes, el inicio del ciclo que se repite una y otra vez, cada semana. Me levanto a las 4 de la mañana, hago mi rutina de ejercicio, luego me arreglo, desayuno y parto hacia el colegio. Este queda a 10 minutos en carro de mi casa; generalmente conduzco hasta allí o me lleva mi hermano Alex. Por cierto, tengo dos hermanos, Alan de 20 y Alex de 23, a quienes llamo los “AA”. Aparte de ellos, en casa vive mi madre, Violett, y mi padre, Ángel. Hay otras personas que trabajan allí, pero de ellas hablaremos luego. Lo siento, lo olvidaba, me presento: mi nombre es Madeleine Delacroix Cavalí.
Hoy mi hermano tenía una reunión importante, por ende, no podía llevarme, lo cual es un poco triste porque es uno de los pocos momentos que puedo compartir con él. Mi hermano trabaja con mi padre en las empresas Delacroix. Es una firma con múltiples ocupaciones; es una de las mejores constructoras a nivel mundial, tiene una cadena hotelera y es socia de Hospitales Cavalí, cuya dueña es mi madre y su hermano. Mi hermano Alex estudió administración de empresas y negocios internacionales. Por otro lado, Alan estudia medicina; según él, quiere ser psiquiatra. Siento que de mi familia soy la única que no encaja en ningún lado y no ha encontrado su lugar en el mundo.
Cuando llego al colegio, faltan 15 minutos para mi primera clase. -¡Maldición, dejé el libro de historia!-, dije para mí misma mientras llamaba para que lo trajeran. Por suerte, mi primera clase es de cálculo. Mientras camino hacia el salón, pensando en el terrible examen que tenemos hoy de cálculo, observo que hay una gran aglomeración en la cafetería central. La curiosidad me gana y decido ir a ver qué está pasando. Resulta que había un chico parado en el centro y, a juzgar por cómo todos se arremolinaban a su alrededor, deduje que era nuevo. Desde donde estaba, no pude detallar cada facción del cuerpo, pero algo noté: tenía un tono de piel canela claro, era alto, medía aproximadamente 1,80, tenía cuerpo atlético, cabello hasta los hombros y ondulado. No estaba nada mal. Lamentablemente, mientras lo detallaba, miro mi reloj y faltaban cinco minutos para la clase. Odio llegar tarde, así que decidí apresurarme e ir a mi salón.
Cinco minutos después de haber iniciado la clase, llega alguien al salón y, adivinen quién es... Sí, es el chico nuevo. No tenía ni idea quién era, pero no le di mucha importancia. La maestra le dijo que estábamos a punto de iniciar un examen, el cual sería en parejas. Yo ya tenía pensado con quién hacerme, pero para mi mala suerte, las parejas fueron elegidas al azar y con quién me tocó... con el chico nuevo.
Mientras nos acomodamos en el asiento y la profesora alistaba todo para el examen, descubrí que este se llama Patrick Black, tiene 18 años y viene de Australia. Para mi sorpresa, Patrick es muy bueno en cálculo, así que no tuve que explicarle nada. Terminamos el examen rápido y al terminar tan pronto, la profesora nos pidió que esperáramos afuera hasta que los demás acabaran. Asentimos y salimos.
-Eres bastante buena-, me dice de la nada, sacándome de mis pensamientos.
-Eh-, respondo al no captar lo que decía.
-Que eres bastante buena con los números, resolviste los problemas muy rápido.
Ah, gracias. Supongo que es de familia.
-¿Me recuerdas tu apellido?
-Delacroix-, dije arqueando una ceja. Al escuchar mi respuesta, abrió los ojos como platos.
-¿Eres hija de Ángel Delacroix y Violett Cavalí?, preguntó con tono escéptico.
-Así es. ¿Los conoces? - pregunté mirándolo a los ojos.
-Amm, sí, mis padres hacen negocios con ellos-. Antes de que pueda responder o preguntar algo, la profesora nos llama.