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Por qué la abuela se marchó furiosa

Las dos personas de Berlín que Bruno más echaba de menos eran sus abuelos. Vivían en Berlín, en un piso pequeño cerca de los puestos de fruta y verdura. Cuando Bruno se fue a Auchviz, su abuelo tenía casi 73 años.

El Abuelo tenía un restaurante en el centro de la ciudad y uno de los cocineros de ese restaurante era el padre de Martín, un amigo de Bruno. Aunque el Abuelo ya no cocinaba ni servía mesas, se pasaba el día en el restaurante, por la tarde se sentaba a la barra y charlaba con los clientes, y por la noche cenaba allí y se quedaba hasta la hora de cerrar, riendo con sus amigos.

La Abuela parecía mucho más joven que las abuelas de los otros niños. Tenía 62 años. Cuando era joven cantaba y en uno de sus conciertos fue cuando conoció al abuelo, y éste le había convencido para que se casara con él. La Abuela tenía el pelo largo y pelirrojo, y los ojos verdes. La Abuela siempre animaba las reuniones familiares, se sentaba al lado del piano y cantaba. Todos le pedían que cantara una canción pero ella decía que ya estaba mayor para cantar. Aún así, al final se animaba, sentándose en el piano mientras cantaba.

En casa de Bruno, el momento culminante de las fiestas era cuando la Abuela cantaba, que por algún extraño motivo siempre coincidía con el momento en que Madre abandonaba el salón donde estaban los invitados y se iba a la cocina con alguna de sus amigas. Padre siempre se quedaba a escuchar, y Bruno también porque nada le gustaba más que oír a la Abuela cantar a pleno pulmón y, al final, escuchar los aplausos de los invitados.

A la Abuela le gustaba pensar que Bruno o Gretel serían también unos artistas. En todas las navidades y fiestas de cumpleaños montaban una pequeña obra de teatro que los 3 (Bruno, Gretel y la Abuela) interpretaban para Madre, Padre y el Abuelo. La Abuela era quien escribía aquellas obras de teatro y en ellas siempre había alguna canción. Mientras la Abuela cantaba, Bruno hacía algún truco de magia y Gretel bailaba. Bruno finalizaba la obra recitando alguna poesía.

Lo mejor de aquellas funciones era que la Abuela hacía los disfraces para Bruno y Gretel. Bruno siempre se disfrazaba de príncipe o de jeque árabe y en una ocasión hasta de gladiador romano.

Claro que la última obra de teatro que habían interpretado terminó mal y Bruno todavía la recordaba con tristeza, aunque no sabía por qué motivo se inició la discusión.

Aproximadamente una semana antes de la representación de la obra de teatro, se notaba mucho nerviosismo en la casa porque el Jefe de Padre había ido a cenar a casa de Bruno y además había nombrado a Padre comandante. Madre había dicho a Bruno que felicitara a Padre y él lo había hecho, aunque no entendía muy bien el motivo de esa celebración.

El día de Navidad, Padre se puso el uniforme nuevo de comandante y cuando la familia le vio aparecer, comenzó a aplaudir. Madre se acercó a él y lo besó en la mejilla. Los galones del uniforme fue lo que más impresionó a Bruno y le dejaron poner la gorra de Padre un rato.

El Abuelo se mostró muy orgulloso de su hijo cuando lo vio con su nuevo uniforme. La Abuela fue la única que no parecía impresionada. Ella no estaba de acuerdo con que su hijo fuera militar y el ascenso del Padre a comandante no le agradó.

Después de cenar y después de que Gretel y Bruno habían representado su nueva obra de teatro, la Abuela se sentó en una butaca y miró a Padre como si le hubiera dado un gran disgusto.

–Quizá me equivoqué en eso. Quizá las obras que te hacía interpretar cuando eras niño te han llevado a disfrazarte como una marioneta –dijo la Abuela a Padre.

–Por favor, Madre. Sabes muy bien que no es el momento de enfadarnos –contestó Padre.

Ese día, la Abuela mostró su desacuerdo pero el Abuelo y Padre le dijeron que era Navidad, un día de celebración familiar, y no había que enfadarse. El Abuelo recordaba con orgullo el día que el Padre fue alistado para ir a la guerra. Estaba orgulloso de ver cómo su hijo ayudaba al país y de tener un cargo de tanta responsabilidad.

La Abuela estaba enfadada y empezó a discutir con Padre y el Abuelo hasta que Madre intervino tratando de poner paz:

–¿No crees que tu hijo está muy guapo con su nuevo uniforme?

–¿Guapo? ¿Has dicho guapo? ¿Crees que eso es lo que importa? ¿Estar guapo? –preguntaba la Abuela.

En ese momento Bruno habló:

–¿Y yo? ¿Estoy guapo con mi disfraz de presentador? –pregunto Bruno, porque eso era lo que llevaba aquella noche en la fiesta familiar y estaba muy orgulloso de su traje, un traje rojo y negro de un presentador de circo.

Todos miraron inmediatamente a Bruno y a su hermana Gretel.

–Niños, arriba. Subid a vuestras habitaciones –dijo Madre.

–¿Por qué? ¿No podemos jugar aquí abajo? –protestó Gretel.

–No, niños. Subid a vuestras habitaciones y cerrad la puerta –insistió Madre. La Abuela continuó protestando, sin prestar atención a los niños:

–Eso es lo único que os interesa a los soldados: estar guapos con vuestros elegantes uniformes. Disfrazaros y hacer cosas espantosas. Me dais vergüenza. Pero no te culpo a ti, hijo, sino a mí misma.

La Madre volvió a insistir en que Bruno y Gretel subieran a su habitación y fue en ese momento cuando los dos obedecieron.



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En el texto hay: guerra, trsiteza, amisad

Editado: 19.04.2022

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