VIVO MUERTO.

Duele tanto esa sensación. Cuando sabes que estás vivo, pero sientes tu cuerpo muerto, como un barco a la deriva sin nunca llegar a puerto. Sin nadie que te diga cómo te ves, gastando saliva, susurrando lo mucho que deseas estar bien. Cuando sientes que tú historia se queda sin moraleja, llegando cada vez más pensamientos negativos a tu mente, queriendo conseguir tu meta, pero el sufrimiento no te deja. Imaginando lo que nadie puede ver, las horas volando como las ideas en tu cabeza. Lleno de sufrimiento, de amargura y de pereza. Tratando de caminar, pero te pesan los pies. Buscando de disimular tu estado de ánimo, haciendo como que muestras interés. Cuando miras al cielo y no sabes qué hacer perdiendo tus ganas de volar. Cuando te cuesta levantarte de la cama sintiendo que cada día de tu vida será igual que el de mañana. Perdiendo tu capacidad de soñar hasta cuando vas a dormir. Cuando tu sonrisa solo sale a veces y estás frente a la pantalla de tu teléfono hasta que amanece. Tan solo como la soledad que inunda tu corazón. Cuando por mucho que trabajes no tienes lo que pretendes y tú tristeza supera tus ganas de avanzar y terminas viendo el final demasiado lejos.