Emma se miró en el espejo por tercera vez en los últimos diez minutos. Ese vestido celeste de flores caía suavemente por sus caderas, enmarcando su cintura, y las ondas estratégicamente hechas. Quería verse bien, se rehusaba a conocer a Luke luciendo tan mal como todas las veces que se habían llamado por vídeo, pero tampoco quería parecer que lo hacía a propósito, aunque sabía muy bien que se estaba esforzando más de lo que le gustaría admitir. Aún así, una voz en su cabeza le decía que no importaba lo guapa que estuviera, no debía esforzarse en parecerlo.
"Es solo un concierto," se repetía una y otra vez, mientras se echaba una última mirada. Pero su mente no dejaba de volver al verano en el que había conocido a Ryan, a esos momentos en que creyó que todo era perfecto, solo para descubrir que todo había sido una ilusión. Cerró los ojos un segundo, intentando sacudir la sensación de vértigo que la acompañaba desde ese entonces.
—¡Woa! ¿Quién eres y qué hiciste con mi amiga? —dijo Claire, entrando a la habitación sin previo aviso, una sonrisa de oreja a oreja se posó en su rostro al ver a Emma—. No recuerdo la última vez que te vi así de peinada… Oh, ya lo recuerdo, fue en esa fiesta de dulces dieciséis de Mindy Carter donde vomité hasta mis entrañas.
Emma hizo rodar sus ojos, fingiendo indiferencia, aunque un solo pensamiento pasaba por su mente. Confiaba en Claire lo suficiente como para soltar ese pensamiento en voz alta. Soltó una risa nerviosa y bajó la mirada a sus dedos jugando con el dobladillo del vestido.
—Quiero verme bien, pero no quiero parecer que me esforcé demasiado —admitió en un murmullo, incapaz de contener lo que realmente le estaba pasando por la mente—. ¿Crees que exageré?
Claire la miró un segundo, y luego su expresión cambió, suavizándose. En lugar de burlarse, como Emma había esperado, dio un paso al frente y le ofreció un gesto tranquilizador.
—No, no exageraste. Es natural querer verte bien, sentirte bien. No siempre que te arreglas tiene que ser para que alguien te mire; también importa cómo te ves a ti misma en el espejo —respondió Claire, con un tono más suave, pero firme. Una pequeña sonrisa le recordaba a Emma que no tenía por qué sentirse avergonzada—. Además, te ves hermosa, tus pechos se ven como la octava maravilla del mundo, ¿por qué no dejar que el mundo lo vea?
Emma soltó un suspiro, jugando con el dobladillo de su vestido. Se sentía nerviosa, aunque sabía que las palabras de Claire tenían sentido.
—Aún recuerdo la última vez que usé este vestido... Fue en mi última cita con Ryan. —Aclaró la garganta, como si quisiera deshacerse del nudo que la incomodaba—. Pensé que esa noche me pediría ser su novia, pero todo se fue al carajo en cuestión de horas. Fue cuando descubrí quién era realmente ese idiota.
Claire levantó una ceja, sorprendida.
—Vaya, Em. No sabía eso.
—No quise contártelo —admitió Emma—. Me daba vergüenza haber sido tan ingenua. Dejé que me engatusara solo por su cara bonita.
—¿Entonces estás nerviosa porque crees que está pasando lo mismo? —preguntó Claire, ladeando la cabeza, como si pudiera ver a través de su amiga.
Emma bajó la mirada, incómoda.
—Mierda. No, no te equivocas. ¿Y si solo estoy siendo una ilusa otra vez?
Claire la tomó por los hombros, con firmeza pero también con cariño.
—Escúchame, Emma. Esta vez no estás sola, me tienes aquí a tu lado. Da igual lo que pase… en todo caso, solo estamos yendo a un concierto, ¿recuerdas?
—Sí, claro —asintió Emma, aunque el nerviosismo seguía acechando.
—Solo vamos a un concierto —repitió Claire, como para que esas palabras se le grabaran en la mente.
Emma esbozó una sonrisa, más relajada ahora.
—Y no estás tratando de impresionar a nadie, ¿verdad? —dijo Claire, con una sonrisa astuta.
—Por supuesto que no —respondió Emma, jugando con el sarcasmo.
—Entonces, no hay nada de qué preocuparse.
Emma había ido ya a varios conciertos antes, pero nunca había si quiera pensado en estar en un lugar tan privilegiado y cómodo como en ese momento. El aire vibraba con la energía del público, y ella sentía la anticipación creciente a medida que la música retumbaba en sus oídos. A pesar del bullicio alrededor que podía resultar distractor, Emma se encontraba increíblemente consciente de cada detalle: las luces, las voces a su alrededor, y la sensación de estar en un momento importante.
Luke
Dio pequeños brincos antes de salir al escenario. Era su lugar seguro, Luke se sentía su versión más plena en el escenario, es donde podía desinhibirse, así que cuando Jodie anunció su nombre y la director encargado de que el show saliera a la perfección dio la indicación de que saliera, así lo hizo.
La telonera acababa de terminar su presentación hacía unos minutos. Era una cantante que Emma reconocía vagamente, no conocía la mayoría de sus canciones, pero aún así, la energía que proyectaba en el escenario era tan contagiosa, que, para su sorpresa, había disfrutado del setlist mucho más de lo que esperaba. Claire, a su lado, estaba por completo sumergida en el espectáculo, tarareando las letras y contoneándose al ritmo de cada canción.
Mientras las luces del escenario se atuaban, y el público esperaba expectante el próximo acto, Emma sintió su teléfono vibrar. Era un mensaje de Luke.
Luke:
¿Es muy tarde para preguntar si me dejaste plantado?
Emma sonrió al leerlo, la familiaridad de los mensajes de Luke era reconfortante.
Emma:
Acá estoy, esperando tu entrada triunfal. Me causa algo de intriga verte en tu ambiente natural.
Luke:
Falta poco, ya me están preparando. Espero no decepcionarte.
Emma:
Por favor, sería trágico que hayas volado hasta acá y seas un desastre.
Guardó el teléfono, justo a tiempo para ver cómo las luces cambiaban la ambientación. Los gritos eufóricos del público comenzaron a crecer con intensidad, ya sabían lo que se venía. Cuando el nombre de Jodie apareció en las pantallas del escenario, el lugar pareció a punto de estallar.