Enséñame: La adicción de Adrián

2| Confusión.

Ashley Wood.

Termino de pasar el labial de color vino por mis labios mientras que observo mi reflejo en el espejo ubicado al frente de mí. Dejo el labial una vez que estoy contenta con la intensidad del tono y retrocedo unos centímetros para darme una ultima chequeada a mi maquillaje. Sonrío contenta, todo está en orden, perfecto y me encuentro lista para brillar está noche.

Estoy consiente de mi belleza natural, pero siempre me he gustado más al estar producida. La ropa y maquillaje corrector te cambia hasta la nacionalidad.

Sin embargo, en vez de bajar a la fiesta que se está produciendo en el primer piso, me recuesto en mi cama para cerrar mis ojos y recordar lo que ha pasado hace un par de horas. A mi imaginación le gusta rememorar a Luke. Lo amo en su faceta de amigo, pero en la de amante es más que satisfactorio.

Luke Brown es el paquete completo, se me es inevitable resistirme a sus encantos, aunque en el principio de nuestra historia es cierto que luche con todas mis fuerzas. Él fue quien me saco de mi mundo de mierda y me enseño como es la vida, lo que tienes que hacer para sobrevivir. Él fue el único que no vio a una chica rota ni aislada, Luke noto a una mujer ardiente y poderosa, me sanó y ayudó a mi yo interior a salir del pozo profundo que se encontraba. No se dejó llevar por unas prendas flojas de vestir, fue el único que me observo y se dio cuenta de mi esencia. Luke Brown salvó mi vida y no hablo figuradamente es literal y real. Es todo lo que nunca busque, pero que tanto necesitaba.

Al principio fue así, una amistad sin fines de lucros, pero con el tiempo vino nuestro primer beso y después no pudimos parar. Fue inevitable. Jamás sentí tanta seguridad con una persona, tanta comprensión, tanta libertad como para salir de mi zona de confort. Sin embargo, nunca hemos formalizado, a pesar de que entre los besos, caricias y toda la tentación que trae intimar con otra persona, no hemos tenido la necesidad de hacerlo. Es extraño, siempre hemos sido nosotros dos, no nos acostamos con otras personas, actuamos como una pareja formal, pero creo que es el miedo de arruinar nuestra amistad lo que no nos lleva a dar el siguiente paso.

A pesar de ello no lo amo, es un hecho. Lo quiero y me atrae locamente, pero de ahí no cruza la línea. Luke es de esas personas que siempre van a tener un espacio en mi corazón.

La puerta de mi habitación se abre y el sonido me saca de mis pensamientos, a su vez que miro a Cristina entrar con una arruga en su frente.

—¿Qué hace este diamante encerrado? —interroga posándose a mi costado.

Usualmente respondería algo egocéntrico, pero solo puedo fruncir mi ceño y achicar mis ojos en su dirección.

Cristina ríe de mi actitud y solo logra que mis sospechas de que algo raro ocurre se acentúen. Ella no es así.

—Eres malvada, privas a todo el mundo de tu belleza. Deja que te admiren, Ashley —dice presionando su mano en mi glúteo en una sonora nalgada.

Estoy a punto de decir algo, pero el olor a alcohol llega a mis fosas nasales y lo entiendo todo.

—Pensé que no querías beber —me burlo.

Cristina ebria es diferente a la Cristina con todos sus sentidos normales. Normalmente no nos complace con su parte alocada, pero creo que Gabriela ha jugado un factor importante es este espectáculo.

Hago una nota mental para agradecerle más tarde.

Al salir de mi habitación, la música de abajo se intensifica y antes de que sea arrastrada por las escaleras, hecho seguro a mi puerta. Bajo ninguna circunstancia los invitados van a utilizar mi cuarto como centro de fornicación, solo yo tengo el privilegio, además recién acabo de cambiar las sábanas.

Cristina entrecierra sus ojos mientras que señala a un pareja buscando un sitio privado para divertirse.

—Ese es el chico que Tamara se ha intentado ligar hace un rato —dice— ¿Qué tal si le damos su merecido a ese patético hombre para que aprenda a valorar lo bueno?

—¿Acabas de sugerir la violencia como solución? —el asombro no cabe en mi cuerpo. Con rapidez saco mi celular y voy directo a la cámara para empezar a grabar— ¿Quieres repetirlo? Necesito tener este hecho histórico registrado.

Cristina gira sus ojos y baja mi mano de un golpe suave. Me río al bloquear el aparato y seguir nuestro camino.

El ambiente es alocado, así es siempre una fiesta de celebración del equipo de voleibol. No sé cómo, pero ganar activa las hormonas de todos los jóvenes del instituto o tal vez solo buscan una excusa para atontar sus sentidos.

Mientras vamos avanzando por las escaleras, me percato de la presencia de Mery. Sonrío, su pelirrojo es sexy, pero ella es tan dulce como el azúcar. Estoy a punto de gritarle para que nos dé el encuentro, pero entonces observo su cuerpo tenso y sus ojos abiertos a más no poder mirando al chico que está sobre ella, besándola.

Diablos.

Me estremezco. No culpo su reacción ya que si yo fuera lesbiana y un chico me besara tampoco sabría cómo reaccionar, y mucho menos cuando no quiero que nadie se entere de mi orientación. Es obvio que podría apartarlo, pero la mente de la pequeña Mery sobre piensa demasiado las cosas y por su expresión creo que ha entrado en un shock.

Inmediatamente me afianzo en el brazo de Cristina y corro con dirección fija. A penas llego, sujeto a Mery y la alejo de las garras del chico que ahora me da una mirada dura.

Conozco su gesto, tiene ganas de pelear y yo definitivamente no le voy a dar el gusto.

—Si sabes lo que te conviene te irás —digo alto para que me escuche por encima de la música.

No espero respuesta, doy grandes zancadas dirigidas al bar improvisado mientras que sigo sujetando el brazo de Mery. Cristina viene detrás de nosotras por si el tipo no entiende y quiere insistir.

Mery se recuesta en una silla permitiéndome ver sus mejillas sonrojadas.

—No puedo creerlo —Cristina se ríe, pero hay algo raro en su acción, no es del todo sincera.




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