Enséñame: La adicción de Adrián

4| Propuesta.

Ashley Wood

Meneo mi pie derecho con rapidez mientras muerdo la base de mi lapicero. Sin embargo, cuando creo que la ansiedad va a ganar la batalla, el timbre que tanto he estado esperando suena, dando por finalizado la clase.

Suelto un suspiro.

Lo normal es que acomode todas mis cosas y salga del aula con normalidad, como lo están haciendo mis compañeros, pero voluntariamente estoy retrasando todos mis movimientos, imitando a una tortuga. Incluso tengo que fingir como se me resbalan algunas cosas de las manos con el único fin de ser la última alumna.

Una vez que logro mi objetivo y verifico que el último estudiante ha cerrado la puerta, empaco todas mis cosas y camino directo a la mesa central donde se encuentra el profesor.

Todos los conocen como el profesor más estricto y guapo del instituto, tiene una reputación impecable y aunque sus atractivo se vea afectado por la forma tan dura que tiene de calificar, eso no es impedimento para que ciertas alumnas estén fantaseando con él en las sombras. No es que las juzgue, Price es alto, con fracciones maduras y varoniles, su cabello color azabache se menea con el viento y aunque solo algunas veces se remanga la camisa, todos hemos caído en el encanto que proporciona las venas de toda su anatomía; cuello, manos, absolutamente todo.

A pesar de ello, siempre hay rumores y de los que él ha estado con una estudiante de primer año es uno de los más sonados, viene desde el año pasado y creo que es una falsedad. Por ejemplo, Gabriela ha intentado seducirlo el mes pasado, pero Price simplemente paso de ello, no le dirige ninguna mirada indecente a una alumna, es intachable y su compartimiento solo le suma puntos.

Él es un verdadero profesor, no amigo de los alumnos.

Me paro al borde de su mesa y dudo mucho que se de cuenta de mi presencia dado que está concentrado en un libro gigantesco de color marrón; seguramente es el testamento de todo erudito matemático.

Carraspeo ruidosamente para llamar su atención y cuando lo logro, él levanta sus ojos de las páginas y me mira con interrogancia.

Sonrío.

Hago mi mejor gesto de amabilidad, pero Price simplemente no deja de fruncir su ceño.

—Señorita Wood —dice con un toque de sorpresa e intriga.

¿Entonces por qué tanto desdén en sus ojos profesor?

—Profesor —agrando mi sonrisa—, ¿Usted podría darme clases privadas? —voy directo al punto, sin rodeos.

Jamás me he acercado a su mesa después de clase así que es más que obvio a lo que vengo. Él ha sido uno de los que ha hablado con mi madre, así que ¿Cómo podría negarse?

Mi madre tiene cierto vínculo amical con él o al menos uno cercano dónde la etiqueta de desconocidos no entra. Los he visto conversando más de lo que me gustaría así que como buen ciudadano, debería aceptar mis súplicas.

—¿Y ese milagro, señorita Wood? —habla con elegancia y cinismo— ¿Cómo es que de un día para otro ha retomado el interés por mi área?

Por amenazas, claro está.

Sin embargo, hay cosas que tienes que hacer para no perder el único lazo que te une con tu persona más amada. Con tu otra mitad.

Tragándome una respuesta digna, respondo calmadamente:

—Necesito hacerlo, usted lo sabe perfectamente. —le recuerdo— Giuliana me informo muy bien de sus disconformidades.

Se coloca la mano en la barbilla, dando suaves masajes que se dirigen hacia arriba. Analizandome como un Alcón. No hace falta que vea su sonrisa burlona en su cara o la mirada de gracia que tiene en ella, sé que lo estoy divirtiendo.

—La verdad —me mira—, es que enseño suficientes horas aquí para enseñar más afuera.

Reprimo un jadeo.

Que descaro.

Por mi madre se que da clases privadas a algunos estudiantes, y no, no es necesario ser de los mejores, Price ayuda a todos porque tiene vocación.

Bueno, a todos menos a mi al parecer.

—Price...

—Profesor Price para ti, Wood.

No dejo que mi sonrisa tambalee.

—Siempre he sacado buenas calificaciones, solo me pido ayuda está vez por favor.

—Eras una alumna prometido, resaltabas, pero no lo suficiente para considerarte así que no. —sentencia— Ambos sabemos porque estás aquí y lo lamento, pero como le dije a tu madre, debes hacerte responsable de las consecuencias que dejan tus acciones.

—Estoy tratando de...

—Mi ayuda no la brindo dos veces y tú desgraciadamente no aprovechaste mis clases.

Mientras me mira por última vez y niega con la cabeza, regresando su visión a su interesante libro, se que la guerra está perdida.

Es firme, no tiene caso luchar.

Mi plan fallo.

Price no me ayudara como ingenuamente creía, me sacarán del equipo de voleibol y por consiguiente, decepcionare a Jeremy.

Un nudo se forma en mi garganta y lo peor es que es mi culpa, sino me hubiera descuidado tanto, si no estuviera estado tan enfocada en buscar una distracción, tal vez ahora me estuviera ahorrando está pena.

Me despido con unas breves palabras y empiezo mi camino de derrota hasta la puerta, sin embargo, justo antes de tocar la manilla de metal, una esperanza crece.

—Pero tal vez no todo este perdido para usted, Wood. —habla detenidamente, casi con un dramatismo de teatro— Tal vez haya alguien que si esté dispuesto a ayudarla.

—¿Quién? —mi emoción parece desbordarse— Dígame por favor.

Price sigue leyendo su libro como si nada de esto le importa, pero en cuanto abre su boca para revelar el nombre de mi salvador, me mira a los ojos.

—Adrián, Adrián Irman.

Antes de poder decir alguna palabra, la puerta se abre completamente, impactando en mi hombro.

Suelto un quejido al tiempo que oigo unas disculpas.

—¡Oh mi dios! No sabes cuánto lo siento —murmura con desespero.

Levanto mis ojos para encontrarme con una compañera de literatura. Siento un poco de pena al ver su rostro decaído y triste, al ver lo culpable que se siente.




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