Entrar y morir (lgbt)

Capítulo 4

¿Los muertos hablan?

Si antes estaba asustado, ahora lo estaba aún más. Ver como mi mano y la de Hugo, traspasaban la manija de la puerta, me aterro. No entendía lo que pasaba, era como si alguien nos estuviera haciendo una broma. Y tengo para decir que esta era la broma más estúpida que he visto en mi puta vida.

Entre la mano en el bolsillo de mi pantalón y saque el teléfono, pero como si fuera otra fase de la broma que nos estaban haciendo, el teléfono tenía la pantalla hecha migajas.

—¿Tenias un teléfono y no me lo habías dicho?

Sus ojos se ensancharon cuando le mostré el teléfono con la pantalla hecha migajas. Por más que trataba de entender lo que estaba pasando, simplemente no entendía. Si no fuese porque esas cosas solo existen en las tontas películas que Ari me hacía ver cada vez que teníamos una pijamada, diría que esto era un apocalipsis zombi, y que, por ende, Hugo y yo estábamos infectados, pero no muertos. Pero a ver... los zombis son muertos infectados, y nosotros estamos muertos, pero no infectados.

Que estupidez.

—Estamos jodidos.

La voz de Hugo me saco de mis pensamientos. Este era el momento en el que agradecía estar con él. Porque si hubiese estado solo en esta tenebrosa morgue, hace tiempo que me hubiera dado un ataque al corazón.

—A ver, no te desesperes —dije poniendo el teléfono encima de una mesa—. Creo que esto es como una película de zombis.

—¿En serio piensas que esto es una película zombi? Joder, se más serio y entiende que no estamos en una de esas películas. Aquí pasa algo más grave que unos putos zombis tratando de devorarnos. Personas con el cuerpo cayéndole a pedazos nos quería alcanzar y posiblemente matarnos y ahora nos damos cuenta de que estamos encerrados en esta morgue y que no podemos salir de ella porque no podemos abrir la puerta ya que presuntamente estamos muertos. ¡Estamos muertos!

Hugo termino de hablar finalmente, estaba demasiado alterado, su pecho subía y bajaba y su cara estaba roja, seguro por la falta de aire. Es que habló tanto que olvide parte de lo que había dicho. Pero si, Hugo, todos estamos alterados y nerviosos por saber qué es lo que está pasando aquí dentro.

—Tranquilo, sé que no es una película, pero no te parece raro que podamos abrir todas las puertas excepto la principal, la que se supone que es la salida. Además, si vez hacia fuera, puedes percatarte de que todo está solitario, la calle con basura, no hay zombis, pero tampoco hay humano. Aquí pasa algo terrible Hugo, y si nos calmamos te aseguro que podemos encontrar una solución para salir de aquí.

—¿Y qué piensas hacer?, es evidente que no hay salida.

Esa era la pregunta que yo mismo me estaba haciendo. En realidad, decía que nos relajáramos para pensar en algo, pero no tenía nada en mente. Si tan solo le hubiese prestado más atención a las películas que veía con Ari, hoy pudiera pensar como un protagonista y salir de esta morgue horripilante.

Me puse una mano en el mentón, con la esperanza de que las ideas invadieran mi mente y encontrara algo para darle una pisca de esperanza a Hugo. Lo necesitaba en esto sano y salvo. Nos necesitábamos el uno al otro.

—No tengo nada en mente —dije finalmente.

El gruñó y giro sobre sus talones, quedando nuevamente frente a mí.

—Pero podemos buscar por todas las habitaciones, tal vez tenemos suerte y encontramos una luz que nos lleve al exterior.

—No podemos abrir todas las puertas en busca de una salida. ¡Thiago! Escapamos de una habitación en donde habían más de veinte criaturas asquerosas, y en serio quieres que abramos cada uno de los cuartuchos que hay aquí, si lo hacemos es posible que todo esto se llene de esas asquerosas criaturas y que nos terminemos convirtiendo en una de ellas.

Hugo tenía razón, si abríamos todas las puertas era probable que nos invadieran aquellas criaturas extrañas. Pero no nos podíamos quedar parados sin hacer nada. Teníamos que hacer algo.

—No nos podemos quedar de brazos cruzados, algo tenemos que hacer, pronto oscurecerá y la sed y el hambre aumentarán. Y tengo la corazonada de que cuando oscurezca, esto se volverá más tenebroso que ahora. Tenemos que buscar un lugar seguro Hugo, por lo menos hasta que tengamos la cabeza fría, y pensar en una posible solución.

Eso a Hugo como que le agrado más. La idea de buscar un lugar en donde pasar la noche implicaba abrir cada una de las puertas. Sin embargo, íbamos a ser bastantes cuidadosos para que no nos pasara lo mismo que en aquella habitación donde literalmente los muertos se levantaron y corrieron a atraparnos. Aquella habitación ya estaba clausurada. Nadie entraría ni saldría de ahí.

Suspiré, supongo que habían pasado muchas horas desde que, entre aquí. Mi cuerpo estaba agotado, tenía mucha sed y el estómago me pedía que le diera de comer, pero aquí no había nada más que muertos y eso no estaba en mi cadena alimenticia.

Me di la vuelta y caminé sigilosamente por donde mismo habíamos venido. Escuchaba los pasos de Hugo tras mis espaldas y eso me llenaba de valentía. Aunque Hugo era más alto que yo, se mostraba tan nervioso que pensé que en cualquier momento se haría en los pantalones.

—Detrás de mí, hay que cuidar de los niños.

¿Me había leído la mente?

Si ya había zombis, no me sorprendería que Hugo fuera un vampiro y me quisiera dejar sin una gota de sangre. Estaba aterrado lo admito, y estaba comenzando a hablar tonterías.

Hugo camino delante de mí con cautela. Yo, ahora me sentía desprotegido, tenerlo en frente no me hacía sentir valiente. Miraba hacia atrás muchas veces porque sentía que alguien me iba a agarrar y me arrastraría hacia el camino de la muerte. Las luces del techo pestañeaban con intensidad, hasta que en un segundo se apagaron y solo quedamos alumbrados por la luz que entraba por la puerta principal.

Hugo tenía una espalda muy sexi, su culo se movía con cada paso que daba, era tan excitante verlo caminar lentamente mientras sus trabajadas piernas se le marcaban debajo del pantalón. Dejaba mucho a mi imaginación.




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