Entrarymorir (lgbt)

Capítulo 3

¿Cadáveres vivientes?

Me quede perplejo por un instante mientras lo observaba en aquella cama tratando de quitarse la sabana por completo de su cuerpo. Cuando lo consiguió, se levantó de la camilla, su cuerpo estaba en perfecto estado al igual que la ropa que llevaba puesta. No era posible que alguien lo hubiese atropellado porque estaba intacto. Por esta razón lo único que me llego a la mente era que estaba loco.

—¿Quién eres? —pregunte tratando de buscar una explicación a lo que dijo anteriormente.

Él no respondió, camino hacia mí y coloco sus manos en mi cuello haciendo tanta presión que me bloqueaba la entrada de aire a mis pulmones. Puse mis manos en sus brazos para alejarlo, pero su fuerza era impresionante, al igual que los ataques de rabia que le daban de manera repentina.

—¡¿Me atropellaste con el camión maldito imbécil?! —exclamo con fuerza.

—¡A mí también casi me atropellan!

Ante aquella declaración, el agarre que me tenía en el cuello se comenzaba a aflojar, a tal punto de no sentir sus manos rodear mi cuello. Me puse una mano en el abdomen y comenzó a toser agarrando grandes bocanadas de aire por la ausencia del oxígeno en mis pulmones.

Cuando ya me sentí mejor, me enderece y lo vi cerca de la camilla, estaba algo atontado y confundido, como si no entendiera nada de lo que estaba pasando, y realmente no lo culpaba, porque yo tampoco sabía que era lo que estaba pasando con este lugar.

—¿Te atropellaron? —preguntó, como si hace unos minutos no tuviera la idea de matarme.

Asentí.

—Bueno, no me atropellaron del todo —aclare—. Un camión estaba a punto de hacerlo, cerré los ojos aceptando mi destino, pero cuando los abrí, el camión ya iba lejos de mí. No pude ver lo que paso, pero como estoy vivo y sin ningún rasguño, estoy seguro de que me pudo esquivar.

Lo vi apretar los labios con fuerza, tenía una mano en la cintura y otra en su mentón mirando al suelo mientras intentaba entender la situación. Su cabello liso negro, daban un buen contraste con su piel blanca.

—Has dicho que a ti te han chocado.

Él asintió. Se quitó la mano del mentón y mostro una sonrisa.

—No han logrado atropellarme del todo. Si no, no estaría aquí charlando contigo —comento en un tono bromista.

—Tienes razón. Pero ¿porque estabas en aquella camilla, arropado con aquella manta como si fueras un muerto más.

Se tensó. Me miro y dejo salir un suspiro mientras daba un paso al frente.

—Al igual que tú, también he pasado por lo mismo cuando entraste aquí, solo que yo no supe más de mi hasta ahora.

—¿Dices que el camión te rebasó y despertase en la camilla ahora?

Asintió con una sonrisa de angustia en sus labios.

—Por eso te he confundido con el conductor de aquel camión. Por esa razón pensé que me habían atropellado y que posiblemente estaba en la cama de un hospital con heridas graves —hubo un silencio—. También pensé que había muerto y que tú, eras un ángel —me guiño un ojo.

No sé porque lo último lo sentí como un piropo, algo extremadamente innecesario para la situación en la que estábamos.

—Agradezco que no estas muerto, y como has despertado de tu sueño acogedor. Debo decirte que los cadáveres que están en aquellos refrigeradores mortuorios no están tan muertos que digamos.

—¿A qué te refieres? —pregunto con una pizca de curiosidad.

—Me refiero a que estoy aquí porque supuestamente hubo un accidente, y me llamaron para que reconociera un cuerpo y dijera si era mi madre o no. Afortunadamente no era ella, pero justo ese cadáver, el de la casilla diecisiete, abrió los ojos y comenzó a gruñir con desespero, movía sus manos como si quisiera atraparme, además...

—¿Además...?

—Además su piel estaba cortada en trozos, como si se le estuviera cayendo la piel en tiempo real, fue asqueroso. Y de un momento a otro se tranquilizó y cerro sus ojos como mismo había estado antes de que abriera su casilla.

El dejo salir una carcajada.

—¿No pues que pensaste?: ¿The last of us o the walking dead?

—Te aseguro que pensé lo mismo, pero cuando despertase en aquella camilla me cuestioné sobre si...

—¿Piensas que estoy muerto?

Agradecía que había terminado la idea por mí, aunque admitía que el simple hecho de penar que estaba hablando con un muerto me daba escalofríos, más porque parecía ser un humano normal.

Él se acercó lo suficiente como para intimidarme. No quise mirarlo a los ojos porque entonces vería mis mejillas ruborizadas. Era la primera vez que alguien estaba tan cerca de mí a tal punto de sentir su respiración en mi frente por la diferencia de tamaño.

Su voz me hizo salir de aquel incomodo momento.

—Te aseguro que un muerto no podría hacer esto...

Agarro una de mis nalgas con fuerza y no sé porque, pero mi polla se contrajo.

Mi cuerpo reaccionaba bien a aquel agarre, pero ante los ojos del mundo aquello seria acoso. Posiblemente. Lo empuje por el pecho con fuerza y lo abofetee, mi mano no era tan grande, pero pude escuchar el impacto de esta en su mejilla y el quejido que este dejo salir.

—¿Quién te crees imbécil?

Él se había situado a un lado, acariciándose la mejilla manteniendo una sonrisa en sus labios.

—Te estaba demostrando que no era un muerto, ni un zombi y mucho menos un fantasma. Pero te pones tan agresivo que no me dejas hacer demostraciones —bajo la mirada sin quitar aquella sonrisita ridícula de sus labios—. Pero veo que no estas tan disgustado. —señalo mi entrepierna.

Bajé mi mirada y vi el bulto que había en mi pantalón. Me cubrí con mis manos, dándole una mirada de molestia.

—¡Que te jodan! —exclame.

Cuando el bulto de mi entrepierna se bajó, quite mis manos de allí, pero la vista del desconocido aún estaba fija en aquella zona, haciendo que la situación sea más incomoda de lo que ya era.




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