Capítulo 1
Hay pocas cosas que me molesten, pero sin duda una de ellas es tener que levantarme aún desvelada, y la otra es que me abandonen sin un medio de transporte. Ambas sucedieron hoy. Para variar, me desperté tarde, lo que tampoco fue una sorpresa ni para mí ni para mis hermanos, quienes aprovecharon mientras dormía para desayunar, usar la ducha y vestirse con el mejor atuendo disponible en sus armarios. En mi caso, mi día empezó distinto. Ignoré la alarma hasta que Daniela la apagó. Luego ignoré a Daniela, también a Emiliano, que intentó despertarme, y al no conseguirlo, aprovechó para usar la ducha. Cuando terminó, se dispuso a desayunar, y como todas las mañanas, mi familia desayunó sin mí.
No fue una sorpresa para nadie que me levantara con una clara falta de tiempo. Tampoco lo fue no encontrar el exfoliante que Emiliano recién se terminó, y aún menos sorprendente fue comerme un desayuno frío, que Daniela al menos tuvo la consideración de apartar para mí.
Las sorpresas empezaron cuando salí de casa y no había nadie. Jeremy, mi supuesto mejor amigo, quien se suponía que debía llevarme a la escuela, no estaba esperándome, ni él ni Beatriz. Me quedé un momento intentando encontrar una solución que no implicara acabar con mi vida. No la hallé. Con las prisas y sin nadie a quien recurrir, tuve que irme en bicicleta. No sería tan malo, juro que no sería tan malo, de no ser por dos razones. Razón 1: no tengo buena condición física, especialmente después de un largo verano sin apenas hacer actividad. Razón 2: soy terriblemente miedoso, y comprenderás que mi idea de diversión no es andar en una bicicleta entre un montón de autos que se interponen en mi camino, ya sea hacia la escuela o hacia la vida, en todo caso. De cualquier forma, me las arreglé para llegar, tarde.
Las cosas no mejoraron, pues, fíjate que no, en cuanto me puse de pie en el salón, fui descubierto llegando tarde, y en cuanto logré salir de largas e interminables horas de clases, fui a parar al suelo. Lo sé, la vida para mí es solo un despropósito de mala suerte. Aunque no siempre es así, hay días en los que la vida me sonríe en todo su esplendor. Otros, como hoy, termino en el suelo con mis materiales dispersos, mientras Beatriz parlotea sin parar de lo atractivo que se veía mi hermano Casimiro hoy.
Me incorporo sin ayuda y recojo todo lo que ha salido volando, mientras intento seguir el hilo de la conversación. No lo consigo. En mi mente, empiezo a visualizar todas las creaciones que dejé pendientes ayer, cuando el cansancio me venció.
Me siento entre Daniela y Beatriz, aún distraído, aunque ahora es por alguien. No veo a Jeremy en ningún lado. No es ninguna tradición ni nada, pero es frecuente que nos salude a lo largo del día o que no lo encontremos en la cafetería. En estos momentos brilla por su ausencia.
—¿Dónde está Jeremy?
Sé la respuesta antes de que Beatriz la ponga en palabras. Conozco esa expresión de lástima y culpa que me da cada vez que sabe que Jeremy está con alguien. No me sorprende, y tampoco debería hacerlo. Hemos sido amigos desde que puedo recordar, y me ha gustado desde que tengo doce años. Lo que da como resultado unos cuantos años de silencio en los que él ha sabido divertirse.
—¿Quién es?
—Karen.
No tengo ni idea de quién es ella, aun así, me siento un tanto apachurrado ante la perspectiva de una nueva novia.
—Es mejor que lo sepas. Creo que esto es serio, realmente serio. Llevan desde las vacaciones juntos, pero ahora han decidido formalizar, y a mi modo de ver las cosas, parecen muy ilusionados.
—Ah. Bien por él.
Desvío la mirada a mi almuerzo en un intento por no dejar ver cuánto me afecta. No es como si no lo hubiera visto venir. O como si realmente no tuviera experiencia en esto.
—Podemos ir de compras. Tal vez podría comprarte un juego nuevo de pinceles, creo que los necesitarás ahora que entraste en ese concurso.
Sonrío, y ni siquiera tengo que fingir.
—Gracias.
—No hay de qué.
No quiero ponerme sentimental. Con todo esto de Daniela siendo la mejor hermana que podría haber deseado, así que seré breve. Desde que recuerdo, ella ha estado para mí y siempre está ayudándome. El verano del año pasado, cuando creí que no tendría suficiente dinero para pagar las clases y mis padres ya no podían darme más, Daniela me inscribió usando sus propios ahorros para que pudiera entrar. Y este verano, cuando empezaba a sentirme frustrado por no tener ni idea de cuál sería mi tema para el concurso, ella se ofreció a ser mi modelo, y ahora está intentando darme ánimos como siempre.
Me siento con el celular en la mano, mientras observo al equipo de porristas practicar. No me sorprende en nada cuando Jeremy se sienta a mi lado y me sonríe. Le devuelvo el gesto. Y sin pensarlo demasiado, disminuye la cercanía entre nosotros.
—Lamento no haber ido por ti. Karen necesitaba que pasara por ella, así que fui a recogerla a su casa y te envié un mensaje. ¿Lo viste, verdad?
—Sí.
Debo reconocer que ver el dichoso mensaje me tomó más de lo normal, o al menos en estándares promedio, porque mi relación con el celular es un tanto distante. Con frecuencia lo dejo en la bolsa y me olvido de que existe, entonces tardo bastante en ver mensajes o resolverlos. Lo único que siempre capta mi atención son las llamadas. Aun así, no sé cómo las personas a mi alrededor se las arreglan para llamarme siempre que estoy en el baño. Es un tanto curioso.
—Supongo que sonará como el peor amigo del mundo, pero no podré pasar a recogerte por un largo tiempo. Karen no tiene auto y necesita que vaya por ella. Además, nuestra relación apenas comienza y nos gustaría pasar todo el tiempo posible juntos. Así que no te veré mucho por un tiempo.
—No te preocupes. Lo entiendo.
No miento, realmente lo entiendo. Tiene ese brillo en su mirada que me está haciendo sentir realmente triste. Verás, desde los doce años Jeremy ha tenido varias novias, unas nueve. No es demasiado considerando que son cosas más de adolescentes que algo serio, pero ahora se ve realmente ilusionado. Además de todo, por lo que Beatriz me ha contado, van en serio. Ese tipo de noviazgo que te hace desear ir a la misma universidad que tu pareja. Esa relación en la que por fin conoces el amor. La relación que he buscado que tengamos, pero que ahora sé que no será posible porque él la encontró con alguien más.