Entre Caballeros

Capítulo 13

Por todos los escaques habían diferentes criaturas cuya organización difería de otra. A veces los líderes eran escogidos por el pueblo; en otras ocasiones, estos eran autonombrados por mostrar más capacidades o fuerza.

Existía la creencia de que varios de estos líderes tenían la misma resistencia y capacidad de batalla que un Guerrero de los Imperios, pero que se negaban a ser partícipe del Blanco o Negro, prefiriendo crear y cuidar de su propia comunidad. Por ello, las alianzas entre Imperios y los líderes eran tan importantes pues en caso de enemistad, estos podrían crear grandes conflictos y divisiones que podrían incluir a otros mundos. Enemigos así causaban enormes problemas.

Tal era el caso de Zulman, capitán de los 16 mares, que con sus dos hermanos podían viajar, por medio de sus tres barcos, a una gran cantidad de mundos. Se desconocía el número exacto, pero se suponía que eran más de una veintena los mundos en los que habían estado, sin embargo se le dio el número “16” en su apodo porque era esa la cantidad de mundos en los que había causado problemas.

Alexandria vio cómo los tres barcos se acercaban. El Mayalle corrió otra vez a estar detrás de ella. El Caballero estaba a unos pasos y no volvió a acercarse.

Se comenzaron a escuchar las voces de la tripulación mientras los barcos avanzaban y en el del centro, el cual era el más grande, aparecieron las imágenes del Capitán Zulman, su hermana y su hermano menor. Los tres eran altos, robustos y con el cabello de un rojo brillante.

-¡Mi instinto no me traicionaba, hay aquí un Caballero! - profirió Zulman inclinándose hacia adelante, sus enormes dientes brillando en una larga sonrisa. Su traje era casi idéntico al de sus hermanos, camisa blanca, capa y pantalones café, también tenía una espada ceñida a la cintura. - ¡Oh! ¡Pequeña Peón! ¡¿Estás aquí también?!

Alexandria hizo una mueca en su interior y dio un paso atrás. No conocía muy bien a Zulman, lo había visto un par de veces el año anterior mientras estaba con Raúl y sus otros compañeros. Los escasos encuentros habían resultado en riatas contra los Guerreros excepto con ella. Su comportamiento hacia Alexandria era peor que con cualquier otro, haciéndole insinuaciones de diferente tipo que a ella le resultaban extremadamente incómodas y hubiera preferido cien veces a que la desafiara a un combate.

-Escuché que te quedaste solita, - continuó él sonriendo. - ¿Por qué no aceptas ya mi propuesta y te unes a mí? - ella sintió que los vellos de su cuello se le erizaban. - Viajar por más de veintidós mares en mi compañía o regresar a un Imperio que no te quiere. Vamos. Te prometo que gozarás de los días y sobre todo las noches.

Una piraña viva salió volando hacia el rostro de Zulman pero él logró atravesarla con su espada y enfocó su atención a quien se la había lanzado. - ¡El famoso asesino de los siete Peones! Pensé que estabas moribundo, no se exageraba en los halagos que hacen de ti. Pero me gusta comprobar la fortaleza de alguien por mí mismo.

-¡Vámonos! - le susurró Alexandria al Mayalle tirando de su ropa. - Esto no nos incumbe.-

El Caballero la tomó del brazo, evitando que se fuera. Ella volvió a ponerse en guardia, pero notó que el agarre no era para hacerle daño, solo para detenerla momentáneamente.

-¿Cuál es tu nombre? - le preguntó él. - No he podido saberlo. - Ella lo miró seriamente. Que no supiera su nombre no era nada extraño pues en aquella época el nombre de un simple Peón novato era algo irrelevante. Al ver que no contestaba, insistió atrayéndola un poco hacia él, - Dímelo.

Alexandria decidió poner una expresión que le mostrase que no temía las repercusiones de lo que iba a decir. - Alexandria, - dijo con voz firme. Solo entonces él liberó su agarre.

Ella y el Mayalle se alejaron rápido del lugar. - ¡Ve a decirles al resto de tu gente que no se acerquen a la Laguiuna o Zulman podría matar a muchos de ellos! - le indicó cuando llegaban a la ciudad.

-¡Si le digo eso al embajador hará exactamente lo contrario y llenará el lugar de sus hombres y mujeres! Oye, pero ¿qué hay del Caballero?

-¿Qué de él?

-Es que… él nos protegió… te protegió. Creí que eran enemigos, ¿no era así?

Alexandria meditó un rato pero permaneció sin contestar. - Pensándolo bien, quizás los Mayalles no se encuentren en peligro. No creo que Zulman se quede mucho tiempo.

El Mayalle suspiró. -No prestas atención a lo que digo, ¿verdad?

Ella miró en la dirección a la Laguiuna. - Esto será problemático, pero aún no es el tiempo. - Alzó su mirada a las estrellas. - Será mejor que me retire.

-¡Espera! Eh… - el Mayalle se masajeó el cuello en un gesto inconsciente. - Gracias. Por lo que hiciste con las pirañas. Aún no puedo creer que acabaras con todas ellas. Creo que podremos explorar el agua de ahora en adelante.

-No lo recomendaría. Zulman puede atacar en cualquier momento.

Él asintió. - Sí, es otra de las razones por las que tratamos de mantenernos alejados de ese lugar. Entonces… creo que esto es un adiós… Bien, te deseo lo mejor, - extendió su mano, sin realmente creer que ella la tomaría, pero lo hizo. Él sonrió. - Por cierto, jamás me preguntaste mi nombre. Es Rik.

Ella lo contempló y sin decir nada se fue de la Tierra de los Mayalles.

 

 




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