Entre Caballeros

Capítulo 29

-Sé que estás despierta. Levántate, - ordenó la Reina Nervina.

Lentamente, Alexandria se sentó en su lugar y se inspeccionó los dedos. Zulman no la había lastimado más que cuando le arrancó el cabello, pero tampoco la había tratado con mucha gentileza, sus manos estaban atadas de forma tan ajustada que le cortaba la circulación. - “Õjak'il” - mordió los amarres y se deshizo de ellos.

Miró a su enemiga y con satisfacción notó que Nervina estaba de pie un poco lejos de ella lo cual significaba que no tenía planes de subestimarla.

Estaba claro que la Reina había escogido ese lugar porque lo conocía y le daba ventaja. Era un mundo muerto en donde la tierra estaba cubierta de cráteres por los cuales salían expulsadas diferentes tipos de materia, en algunos era lava, en otros vapor hirviendo y en otros eran fragmentos de hielo.

¿Qué clase de mundo era ese?

-Por más que te veo, no entiendo, - Nervina movió sus cabellos rubios con sus largos dedos, - Julian pudo haberte aniquilado fácilmente, Troak también. ¿Qué hiciste para evitar que ambos acabaran contigo? Eres una simple Peón,- no esperó por una respuesta. - Quería darte el tiempo suficiente para que encontraras la corona, así luego quitártela y matarte. Resulta que tendré que asesinarte más pronto de lo que había planeado. - Jugaba con algo en su mano, lanzándolo y atrapándolo en el aire; Alexandria sintió su corazón acelerar al ver que se trataba del tercer fragmento de la corona. La joya amarilla resplandecía en aquella penumbra, como si llamara a sus hermanas con esa luz.

-Te mataré y luego me quedaré con esta reliquia, - informó guardando el trozo entre sus ropajes. - Has terminado con mi paciencia. ¡Perdí a mi Alfil por tu culpa!

En lugar de intimidarse, Alexandria replicó: - También perdiste a tu Caballero, - pudo notar el enojo de la Reina ante sus palabras.

Nervina pronto se despojó de su molestia al reír. -¡Ja! ¿Me quieres hacer creer que lo tenías todo planeado? No lo creo ni por un segundo. No. Debo admitir que no me esperaba que tendría que marcar a Julian, pero no creo que tú sí lo hayas previsto y si así fue, eres más cruel que yo. El destino de un marcado jamás es envidiable, es lo peor que puede sucederle a un Guerrero, aunque me imaginaba que tú querrías matarlo. Dime, está claro que significaste algo para él desde aquella noche, aunque no logro comprender por qué. Pero tú… tú también tuviste oportunidad de lastimarlo, ¿por qué no lo hiciste? ¿Por qué no te vengaste de la espada que asesinó a tus compañeros?¿Por qué no mataste a Julian?

La mirada de Alexandria era penetrante y lejana a la vez. Sentía que su respuesta era más para las ánimas dentro de ella que para la Reina. -Lo pensé. Lo imaginé cientos de veces, aquella noche en que perdí a mis únicos amigos, no paraba de imaginarme matándote a ti y a él. Tenerlos frente a mí como tú estás ahora, hacerlos arrodillarse y ejecutarlos. - Hizo una pausa. - ...pero desde la primera vez que esa imagen vino a mi mente algo se sintió mal, cuando veía morir al que entonces era un Caballero desconocido, sentía como si estuviera partiendo una cáscara de huevo y encontrara que estaba vacía por dentro. No había satisfacción alguna. No como la que experimentaba cada vez que planeaba exterminarte a ti; - la miró a los ojos, un nuevo fuego brillaba en su interior. - Cuando fantaseo con ello siento el gozo de las ánimas que llevo en mí, vibran con tanto anhelo y expectativa que a veces pienso que es mío el regocijo.

La Reina se acercó un poco más, - así que las llevas en tu interior, debí imaginarmelo. ¿Crees que su poder será suficiente para terminar conmigo hasta el punto de quitarme la vida? - preguntó en tono burlón.

Alexandria negó con la cabeza. - A ellos los maté usando únicamente mi poder. Haré lo mismo contigo. - Las ánimas emergieron de ella y se alejaron hasta crear un enorme círculo que las rodeaba a ambas. - Su papel será el de meros testigos, - aseguró finalmente poniéndose de pie para enfrentar a su rival.

Nervina frunció los labios; la Peón la irritaba más que cualquier otro. Cuando mató a Claudio, se había divertido. Con Alexandria quería acabar lo más rápido posible. Frustrada ante aquella ridiculez, sonrió, - ¡Eres una simple Peón!¡”Lajol”! - con su poder todos los cráteres expulsaron su materia al mismo tiempo y Alexandria se vio rodeada de un calor y frío extremo que hacía la atmósfera casi irrespirable, se cubrió la nariz y boca al tiempo que la reina exclamaba: - ¡Verás cuál es el verdadero poder de una Reina!

Tanta materia emergió de los cráteres que cualquiera pensaría que al mundo se le acabaría la energía, pero el calor y frío siguieron envolviendo toda la atmósfera que Alexandria se quedó sin aire para respirar. Cayó de rodillas ante aquella presión y trató de pensar en cómo defenderse. Mientras, Nervina se acercaba como si tuviera todo el tiempo del mundo; las ánimas estaban suspendidas como simple público que se dedicaba a registrar lo que sucedía sin hacer intervención.

-Su poder en su contra - pensó Alexandria. Eso era lo que tenía que hacer. Sentía que el lado derecho de su cuerpo se derretía y el izquierdo se congelaba. Con esfuerzo tocó la tierra y mantuvo sus manos firmemente presionadas sobre el suelo. - ¡“Jaw...txakan”! - gritó pero el rugido de la lava, hielo y vapor amortiguaba sus palabras así que gritó más fuerte. - ¡“Jaw txakan”! El suelo frente a ella comenzó a levantarse y Alexandria sintió sus músculos tensarse como si ella estuviera tirando de la tierra hacia arriba. La superficie se alzó lentamente y se inclinó en dirección a Nervina, de modo que los cráteres en esa parte expelieron su contenido en ella.

Nervina lanzó un chillido, pero en lugar de protegerse, desenvainó su espada y aceleró directamente hacia Alexandria.

-¡¿Crees que tu poder se podría comparar con el mío? - preguntó y la atacó con su arma. - ¡¿Crees que tienes oportunidad tú, un Peón, de llegar a los talones de una Reina?! - la espada era agitada con gran fuerza, aunque Alexandria notó que no tenía la agilidad ni velocidad de un Caballero y se le vinieron a la mente, las veces que había practicado en el escaque Noscivo con Julian. Encontró la forma de evadir la mayoría de los golpes, pero la espada la alcanzó en el hombro.




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