Entre cartas de sangre

Capítulo 4

~Ezra~

La ceniza había caído, cubriendo todo como un manto grisáceo. Abrí los ojos muy despacio, ni siquiera me había dado cuenta en el momento en que me había desmayado.

Para cuándo reaccioné no quedaba nada. Solo estaba yo bajo estos malditos escombros. Me dispuse a quitarmelos de encima, empujando las rocas con la fuerza que me quedaba. Escuche el galopar de un caballo, no, eran dos.

—¡Ezra! —Elizabeth ni siquiera espera a que el caballo se detenga cuando baja de el con un salto. Detrás de ella viene Mathew—. ¿Pero qu-? ¿Estás bien?

Entre los dos me ayudan a liberarme. Mathew permite que rodee su cuello para levantarme un poco y dejarme a un lado.

—Vampiros —Mathew palidece en cuanto lo escucha.

—¿Vampiros? —repite la pelirroja y yo asiento—. ¿Pero qué estaban haciendo tan al oeste?

—Eso me gustaria averiguar —me llevo las manos a la pierna herida e intento usar mi magia para curarme, o aliviar el dolor aunque sea—. Asesinaron a todos aquí. Nadie pudo salvarse.

—Estás muy débil, déjame hacerlo —Elizabeth aparta mis manos y saca un remedio de su bolsa. Una crema a base de hierbas, el aroma que suelta es fuerte—. Si mataron a todos.. ¿Por qué tú sigues con vida?

Desvío la mirada, recordar eso hace que me hierva la sangre.

—No lo sé —respondo con molestia—. No sé por qué ella me dejó vivir

—¿Ella? —pregunta está vez Mathew.

—Si, el vampiro que atacó este lugar era una mujer. Había otros que estaban bajo su mando. Nunca la había visto antes, pero definitivamente no voy a olvidarla. Esos ojos vacios, carente de emociones.

—Espera Ezra —Mathew parecía ansioso—. Esa mujer... ¿Cómo era?

—Tal y como dije. No había nada reflejado en sus ojos; pena o remordimiento, absolutamente nada. Parece que está muy acostumbrada a estas masacres. Su cabello negro y blanco era muy raro también.

—¿Negro y blanco? —repite y su mirada se torna perpleja—. Es imposible.

—¿De qué estás hablando?

—Ezra... Es posible que te enfrentaras a bloody princess.

—Eso es una locura —agrega está vez Elizabeth.

—De nuevo...¿De qué están hablando?

—Eres un cazador, ¿y no sabes quién es bloody princess? —me encojo de hombros y Mathew arquea los ojos exasperado. Se aclara la garganta y comienza:

—Se cuentan las historias de un vampiro en especial. Cuya fuerza y poder es de temer. Su presencia fue crucial durante las guerras territoriales, su rudeza y sed de sangre fue lo que permitió que la zona oscura pudiera extenderse tanto.

Dado a sus masacres fue que recibió el apodo de bloody princess. Sin embargo, ella desapareció hace como 80 años. Nadie sabía nada de ella, se estimaba que estuviera muerta. Pero si lo que dices es verdad, entonces aún sigue con vida y a regresado.

—Si realmente es ella —agrega Elizabeth—. ¿Por qué apareció de nuevo? ¿Por qué ahora?

—Eso no importa —me reincorporo—. Igual iré tras ella.

—¿Que dices? —Mathew intenta detenerme.

—La zona oscura es un nido de vampiros. Ir allí solo, es una locura —Elizabeth se lleva una mano a la cintura.

—¡Ella tiene razón! Además está rodeado de un espeso bosque. Poner un pie ahí es una sentencia. ¡Es suicidio!

—En ese caso... Solo tengo que llegar a ella antes de que entre a su territorio. Además, le dejé un recuerdo. Estoy seguro de que no podrá estar tranquila con eso. Lo más seguro es que vendrá a buscarme.

—¿Un.... Recuerdo? —Mathew está perplejo—. ¿Acaso la heriste?

Lo miro con complicidad y retrocede un par de pasos. Elizabeth también luce sorprendida.

—Uno de los vampiros la llamó "Milady" además de que todos saltaron a defenderla. Por eso, puedo deducir que quizá si es esa tal Bloody princess de la que hablas.

—P-pero qué hiciste... —Comenta Mathew—. Te has hechado la soga al cuello. ¿Es que no lo entiendes?

—Lo que no entiendo, es por qué actúan de esa manera —me subo a uno de los caballos que trajeron—. Ella es solo un vampiro, y como al resto. Voy a matarla

Tiro de las riendas y me pongo en marcha. Rápidamente Elizabeth sube al otro junto con Mathew para seguirme.

El cielo comienza a pintarse de tonos rosados, está amaneciendo. Ellos nos llevan ya una noche de ventaja, pero que fastidio.

En mi mente reproduzco la escena en que me deja atrapado. Mirándome sobre su hombro como si fuera un simple insecto que ni siquiera vale la pena asesinar. La sangre me hierve solo de pensar en eso, ser perdonado por un ser tan repulsivo. Jamás me habían humillado de esta manera.

—¿Y bien? ¿Cuál es tu plan? —el caballo de Elizabeth me alcanza y se coloca a un lado mío—. No solo irás ahí para que te maten ¿O si?

Mathew agarrado a su cintura. Cualquiera diría que ese es un momento para disfrutar; poder aferrarte a una mujer hermosa de esa manera. Sin embargo, este no era ese momento. Está preocupado y ansioso.

—No pienso dejar que esas bestias me maten. Tuvieron la oportunidad y la desaprovecharon. Ahora entenderán por qué eso fue un error.

El reino de los vampiros, era todo un continente. Un enorme y desagradable nido repleto de esas ratas voladoras, dónde toda clase se asentaba. Antes era una tierra libre, repleta de todo tipo de criaturas. Hasta que el conde decidió conquistarlo todo.

Consiguió tanto apoyo por parte de sus iguales que se reunieron y se asentaron ahí. Ningún ejército fue capaz de hacerlos retroceder y así, poco a poco. Lo que antes era conocido como el continente de Circe, se convirtió en la tan conocida "Zona oscura".

O al menos eso dicen las historias cantadas por los bardos. Ahora voy a descubrir si es verdad.

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Galopamos sin descanso durante todo el día y no encontramos ningún rastro de ellos. Aunque hayan tenido ventaja, nuestra velocidad debió permitirnos cruzarnos con ellos.

—Pronto anochecerá —Dice Elizabeth—. Debemos deternos.

—Podrían estar cerca —Respondo.




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