~Arsinoe.
Puedo ver la mediana sonrisa que se dibuja en el rostro de la mujer. No aspira confianza y entrecierro los ojos, generando un brillo en ellos.
—No escucho nada... —Stephan expande sus sentidos—. Acabó con todas las criaturas de la zona...
—Apesta a sangre —menciono y Joel y Mathew me miran de reojo, hacen lo mismo con Ezra, que tiene una mirada similar.
—Finalmente aparecieron —la mujer levanta los brazos y se desliza por un costado de la pila de cadáveres para bajarse, como si de un juego se tratase—. Sí que se tomaron su tiempo, ¿No es así? Estuve esperándolos.
Sus manos cubiertas de sangre, incluso hay algunas gotas sobre su cara.
—¿Quién eres? —advierte Ezra, pero ella no responde, en su lugar, solo suelta una risa y extiende una mano. Un breve silencio se expande entre nosotros y la misteriosa mujer arquea los ojos, exasperada.
—Los amplificadores —agita la mano—. No pensé que fueran tan idiotas. Denmelos.
—¿Disculpa? —responde Mathew.
—Y además sordos... —suspira—. Odio repetir las cosas dos veces.
Cierra sus ojos un momento y al abrirlos su mirada ha cambiado. Es fría y filosa, su aura intimidante crece hasta tal punto que parece oscurecer el ambiente, los pájaros en los árboles cercanos huyen despavoridos al sentir el peligro.
Esta mujer, es una amenaza.
Retrocedo, esta sensación me llena la mente de horribles recuerdos. Stephan me mira y me habla pero no lo escucho, su voz es distante como eco bajo el agua. Solo puedo ver la terrible y densa sombra que se cierne desde la extraña mujer.
Ella lanza un ataque y Stephan me carga para apartarnos a ambos.
—¡Reacciona de una vez! —me grita pero mi mirada yace perdida en el pasado. Los demás toman distancia y se ponen en guardia para contraatacar. La elfa levanta los brazos hacia los costados y las rocas en el suelo a su alrededor se levantan con ella. Al señalarnos nos vemos sumergidos en una lluvia de inminentes rocas.
Stephan reacciona rápido y levanta un domo de hielo alrededor nuestro. Joel se agacha y pone sus manos en el suelo, recita un hechizo rápido y levanta una enorme raíz para protegerse él y los demás.
Ezra y Mathew se desplazan por los costados, ambos con sus espadas en mano. Las blanden para atacar a la elfa por ambos lados pero ella con solo levantar sus índices los detiene en seco, a solo centímetros de su cuerpo.
—Oh vamos. Díganme que pueden hacerlo mejor. —se burla, segundos antes de lanzar a los chicos por los aires. Joel se encarga de atrapar a Mathew antes de que toque el suelo y Stephan no tiene más opción que sostener a Ezra también.
—Debemos averiguar cómo acercarnos a ella —Ezra susurra y me mira disimuladamente—. ¿Qué demonios le pasa?
—Es complicado —es todo lo que mi hermano dice, sin apartar la mirada de la elfa.
El grimorio de Joel levita y ondea sus páginas en búsqueda de un hechizo en específico. Cuando se detiene, extiende sus brazos a los costados, nubes oscuras cubren el cielo sobre nosotros y el viento comienza a soplar con fuerza.
Un remolino desciende de las nubes, justo detrás de la elfa, quien observa con sorpresa. Hecha su cuerpo hacia atrás, en una búsqueda de resistir el hecho de que está siendo atraída hacia el tornado.
Intenta frenarlo con su magia pero no lo consigue. El tornado de Joel es simplemente más fuerte y termina siendo succionada por la fuerza de sus vientos.
—¡Si! —celebra Mathew.
—Aún no —el sudor recorre la frente del nigromante que claramente está haciendo un esfuerzo masivo por mantener su hechizo.
—Mantenla así —Ordena Ezra y le lanza una mirada a Mathew. El chico asiente y sujeta su empuñadura con fuerza. Ambos rodean el tornado, teniendo cuidado para no ser succionados también.
Cuando Joel no puede aguantar más, su magia se desvanece. Cae de rodillas entre jadeos de cansancio.
La elfa cae en ruido seco al suelo, ligeros cortes y moretones en su cuerpo. Su mirada es agresiva, mira a Joel con extrema hostilidad y parece centrar su ira en él.
Ezra y Mathew recitan un encantamiento y clavan sus espadas en el suelo. Una luz brillante se desliza desde ellas hasta la elfa, dónde se conectan y dibujan un círculo con símbolos a sus pies. Una clase de sello mágico.
—¿Qué es esto? —se cuestiona mientras forcejea. Está de rodillas, no puede ponerse de pie. Es como si una fuerza invisible la aprisionara para mantenerla en esa posición. Un golpe de gravedad—.Ya me cansé de ustedes —amenaza y sus ojos se cubren de oscuridad.
El viento desaparece, ni siquiera una mínima brisa roza los árboles y el silencio absoluto nos sumerge en confusión. La magia combinada de Ezra y Mathew se sobrecarga, el circulo mágico que la mantiene prisionera comienza a soltar chispas que saltan y chisporrotean como un corto circuito.
La falla se encamina hasta sus conexiones a las espadas y la descarga los obliga a soltarlas. Mathew sale disparado con una quemadura en la palma de su mano.
—Suficiente de sus juegos. Denme los amplificadores —la elfa se eleva del suelo, sus pupilas han desaparecido, no hay más que una estela oscura que cubre sus ojos. Una mirada que sin duda, significa muerte.

Pero yo la conozco, esa presión que ejerce yo también la tengo.
Stephan piensa en qué hacer, podría atraparla en el hielo para suprimir sus poderes, pero la oscuridad que ondea a su alrededor le hace pensar que quizá no sea buena idea. Su atención está centrada en quiénes la atacaron, los humanos.
Si se mantiene al margen podría aprovecharlo para tomarme y huir, no nos ha notado por qué no nos hemos movido.
La repugnancia que ella me genera, es la misma que siento cuando me veo. Su intimidación, su letalidad, su oscuridad, no se compara a la mía.
Toda expresión ha abandonado mi rostro en cuanto me pongo de pie. Doy pasos hacia ella y es como si el tiempo se ralentizara. Stephan intenta detenerme pero al sentirme rápidamente se retracta, la impresión clavada en su rostro.
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Editado: 17.01.2025