~Ezra.
Emily termina llevando a la elfa a casa pese a mis objeciones, justo ahora comienza a comportarse como una niña haciendo un berrinche.
—¿Es esto una forma de venganza por lo de antes? —me cruzo de brazos—. Muy maduro Emily. Muy maduro
Deja a la chica en una silla y gira su cabeza lentamente hacia mí.
—¿Estás escuchandote? No todo se trata sobre tí, tonto.
A punto de debatir, Mathew y Joel interrumpen, ambos empapados. Tuvieron que nadar hasta la orilla arrastrando el bote con ellos. Pues se volteó en cuanto cayeron y no pudieron darle vuelta en el agua.
—¿Pero qué-?
—¿Es una broma? ¿Qué diablos hace ella aquí?
Los dos parecen indignados. Mathew se lleva la mano a la quemadura vendada en su palma.
—También me alegro de verlos, idiotas. —responde ella con sarcasmo. Emily le lanza una mirada y entonces guarda silencio luego de hacer una mueca.
—Yo la traje —admite—.Para terminar de curarla.
Nuevamente los comentarios en contra de su decisión, pero Emily se mantiene firme. La elfa sonríe, saboreando la victoria del momento y nadie decide decir nada más —su brazo ya casi curado en su totalidad —Sin embargo, todos estamos de acuerdo en que hay que mantenerla vigilada todo el tiempo.
—Tu nombre —demanda Joel.
—¿Uh? —la mujer arquea una ceja—. ¿por qué debería decírtelo? Preferiría que sea él quien me lo pida —me mira y guiña un ojo, para después soltar una risita y decir: —le enseñaría todo lo que quiera.
Arqueo los ojos exasperado y me cruzo de ojos para desviar la mirada de ella. Mi semblante frío como el hielo. Stephan se burla y me pide que haga los honores pero me niego rotundamente, no tengo intenciones de dirigirle ni una sola palabra.
—Me gusta cuando se hacen los difíciles —juega y Joel frunce el ceño en un gesto molesto.
—Bien, si no quieres decírmelo, entonces tú sangre lo hará.
Recita un encantamiento para sí y el agua que lo empapa se convierte en una brisa de otoño, con aroma a canela y tierra húmeda. Extiende sus manos y de pronto su mochila aparece para caer sobre ellas. Rebusca entre sus cosas, en aquel maletín de fondo casi infinito, y saca un pergamino.
Está en blanco, salvo por unos extraños símbolos que forman dos círculos y que se ajustan para unirse en el medio. Similar a la forma de un reloj de arena.
La curiosidad presente en cada uno de nosotros.
—Te daré otra oportunidad, ¿Cuál es tu nombre?
—No voy a decirte nada, niño —la elfa desliza sus dedos sobre su boca, imitando un zipper. Joel se encoge de hombros.
—Muy bien, procederemos de la forma divertida, supongo.
—¡Auch! —exclama al sentir un ligero corte en su mejilla, al voltear se da cuenta de que otro Joel le ha hecho la herida con una daga diminuta—. ¿Pero qué-? ¿Cómo te atreves? Hijo de —intenta ponerse de pie, pero Stephan vuelve a sentarla colocando sus manos en sus hombros.
—Quédate donde estás, ¿Si? —su sonrisa mostrando ligeramente sus colmillos.
—No sabía que también podías hacer ilusiones —menciona Arsinoe sin quitarle la mirada de encima al otro Joel
—Oh no, para nada. Esto es solo un clon de luz, no se puede comparar a las grandes habilidades de los ilusionistas —el clon le entrega la diminuta daga y desaparece entre chispas doradas y rojas.
Joel deja caer una gota de sangre de la elfa dentro de una de las mitades del reloj de arena dibujado en el pergamino.
En cuánto toca el papel, la gota se "incrusta" como si fuera un mero dibujo que siempre estuvo ahí, luego de soltar una nubecilla rojiza, seguido de un "pop".
Letras aparecen en el borde del reloj donde se colocó la sangre.
—Luthien de Dras Leona —Joel sonríe, por esta vez se puede permitir ser presuntuoso.
—¿Cómo lo hiciste? —Luthien se sorprende.
—Los alquimistas tenemos nuestros trucos. —choca los 5 con Mathew—. Jaja ¡si!
—¡Así se hace amigo!
—Pero aún queda algo más —agrega—. En realidad, saber su nombre es apenas el inicio. Este conjuro es para generar un enlace —señala el pergamino—. ¿Ven estos dos espacios? Son para unir a dos personas o... Criaturas.
—¿Cómo un enlace de sangre? —pregunta Arsinoe.
—No, no hay nada más fuerte que un enlace de sangre, y es muy difícil generar algo con sus mismas condiciones. Pero esto —continúa—. Pueden verlo como un seguro para que no vuelva a atacarnos.
Las miradas confusas presentes en todos. Joel termina por explicarnos en qué consiste el ritual en el pergamino.
—¡Por supuesto que no! —Luthien intenta levantarse otra vez, pero Stephan vuelve a sentarla y por si fuera poco, congela sus pies junto a las patas de la silla para que permanezca en su lugar.
—Creí haberte dicho que te quedaras quieta. —su sonrisa juguetona.
—Rie por ahora, colmilludo. Acabaré contigo primero —sus ojos se cubren de oscuridad, pero aquel manto desaparece tan rápido como fue invocado—. ¿Qué?
Stephan tan solo ahoga una risa, su hielo es capaz de neutralizar todo tipo de magia y mientras esté en contacto con el no podrá usar la suya.
—Entonces.... —continua el joven alquimista—. ¿Quién desea ser la contraparte?
Un profundo silencio se extiende sobre nosotros, los intercambios de miradas se cruzan de par en par.
—Por favor —Emily revienta el silencio como una burbuja—. Esto es ridículo, ella no necesita un chaperón.
—¡Asi es! —alega Luthien.
Las miradas se reúnen en Mathew cuando escupe un "yo lo haré"
—Por el amor de... Cualquiera menos él —Luthien arquea las cejas, en un gesto suplicante.
—Está bien —afirma Mathew—. Igual soy el menos hábil del equipo así que... —se encoge de hombros—. Al menos puedo hacer esto.
—Oye —interrumpo—. Antes de decir eso recuerda que pudiste ejecutar el sello dorado a la perfección. De saber que ella podía usar magia negra, habríamos usado el cubo de 9 caras. Ya eres muy hábil Mat, solo requieres de más práctica.
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Editado: 17.01.2025