Entre cartas de sangre

Capítulo 21

~Arsinoe.
Pasaron algunos días desde que Ezra nos trajo a esta casa. Y pasaron algunas otras cosas más desde entonces.

—¿De verdad no lo saben? Hay que beberlo.

Mencionó Luthien. Todos estábamos en la sala analizando los amplificadores. Ya era momento de usarlos, no podíamos seguir desperdiciando tiempo.

—Toma. —Joel se acercó a mí y me entregó el amplificador que era suyo.

—No, no puedo aceptarlo.

—Insisto. Yo en realidad....no lo necesito.

—Pero-

—Pero nada. La batalla que quieres empezar es por ti. Y necesitas ser más fuerte para patearle el trasero a tu familia...—hizo una pausa—. Eso sonaba mejor en mi cabeza. Cómo sea, solo tómalo.

Agarró mi mano y puso la botellita en mi palma. Sonreí cálidamente.

—Gracias.

Me sorprendía las veces que había dicho eso estando con ellos. Y lo decía en serio, estaba genuinamente agradecida con ellos.

Salimos al exterior, cuando el sol comenzaba a ponerse. Cada uno con su amplificador. Emily y Joel observaban y permanecían atentos en caso de que se requiriera algo.

—Una vez que lo beban —explicó Luthien—. Serán sumergidos en una especie de trance. Desconozco lo que sucederá después, pero deben superarlo para poder liberar todas sus ataduras.

—Pregunta —Mathew levantó la mano—. ¿Cómo sabes eso?

—¿Que acaso nunca tomaste un libro? Se llama leer, niño. Te recomiendo que lo intentes alguna vez.

Su respuesta sarcástica hizo que Matt arqueara los ojos y se arrepintiera de haber preguntado.

—Tiene razón —añadió Joel y me giré para verlo—. Leí sobre eso una vez. La magia y el poder responden a los sentimientos intensos y la función de los amplificadores es someterlos a un gran estrés para obligarlos a "despertar" por completo. Lo que podrían hacer en años de entrenamiento, será fácilmente conseguido con el amplificador. Pero los riesgos son más altos.

Miré la botella en mi mano, el líquido brillante en su interior. Riesgo... Cualquier riesgo que me permitiera tomar venganza por Mika valdría la pena. Por ella... Por mi... Tomaría este riesgo.

—Ustedes no tienen que hacerlo —dije y todas las miradas se posaron en mí—. No tienen porqué someterse a esto.

—¿Bromeas? Tu hermano casi me mata y además te apuñaló. Debo extenderle la misma cortesía.

Los ojos esmeralda de Ezra encontraron los míos y me dedicó una sonrisa. Stephan puso una mano en mi hombro.

—A dónde tú vayas, yo iré también. Estamos juntos en esto.

Mathew tragó, es quien se veía más indeciso, pero finalmente dijo.

—Si puedo ser más útil para los demás, si puedo llegar a ser más fuerte.... Entonces que así sea.

Cerró sus puños, la determinación en su mirada ardía como un intenso incendio.

—¿Lo ves princesa? Ellos están aquí por qué quieren —Luthien se llevó una mano a la cadera.

—¿Y qué hay de ti? —cuestionó Stephan—. ¿Por qué necesitas eso?

—Tengo mis razones, paliducho. Y no estoy de humor como para responderte eso.

Stephan gruñó con los dientes apretados y yo esbocé una sonrisa. Sí que se odiaban estos dos. Miré la botella nuevamente y retiré el diminuto corcho que la tapaba.

La seriedad vestía mi rostro, el de todos. Y entonces lo bebí.

El sabor amargo y textura viscosa recorrió mi garganta. Cerré los ojos intentando aguantar las ganas de vomitar y cuando los abrí....

Una completa y profunda oscuridad se cernía sobre mí. No había nada, nada que mi vista pudiera notar, amplié mis sentidos.

Ni un sonido, ni el viento, absolutamente nada. Estaba sumergida en un abismo de total vacío.

Mis pies se encontraban sumergidos en agua hasta los tobillos. Ni siquiera mis pasos generaban melodía alguna con cada chapoteo.

Grité, llamé, busqué a alguien pero sin obtener respuesta. Una extraña sensación me invadió poco a poco. Era como estar aquí solo un par de minutos pero que se sentían como una eternidad. Una fuerza estrujó mi pecho con fiereza y me arrodillé abrazándome a mí misma. El aire me hacía falta.

¿Era esto ansiedad... O desesperación?

No había nada, ni nadie. Únicamente yo.

Era como si la oscuridad me tragara y mi presencia se hiciera más y más pequeña.

Respiré profundo. Luchando por llenar mis pulmones del aire del que se les estaba privando.

Respiré, respiré y respiré.

Unas ondas se formaron en el agua y llegaron hasta mí y levanté la vista. Entonces la vi.

La sangre escurría de sus brazos hasta las puntas de sus dedos para luego gotear en el agua. Sus ojos oscuros y escarlatas atravesándome. Sus labios pintados de rojo brillante como la sangre.

Me puse de pie lentamente, por un momento fue cómo olvidar el vacío que me estaba consumiendo. Lo entendí de inmediato en cuanto la vi.

A la Bloody Princess parada enfrente mío.

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—Nos vemos otra vez... Falla. —dijo ella.

—¿Falla?

Repetí, me había llamado falla, a mí. Su tono despectivo como si yo fuera cualquier cosa.

—Un error —prosiguió—. Una equivocacion, obsoleta... Débil.

Fruncí el ceño. Entonces está era mi prueba. ¿Debía enfrentarme a mí misma? Me planté firme.

—Ten cuidado con lo que dices.

Amenacé y ella solo sonrió.

—¿O qué? No hay nada que no puedas hacer sin mí. Después de todo, yo soy la verdadera fuerza.

—Te equivocas.

—¿Eso crees?

Chasqueó los dedos e imágenes se proyectaron en la oscuridad. Cómo si se reflejaran en muros invisibles alrededor nuestro. Eran memorias, mis memorias. De todas las veces en que me convertí en ella.

—Cuando estuviste por quebrarte, cuando no podías soportar, todas esas veces me llamaste. Por eso me creaste, para lidiar con lo que tú no podías.

Me quedé en silencio. Ella caminó trazando un círculo amplio, recorriendo las memorias como si fuera una mera galería. Se detuvo frente a una imagen.

—Recuerdo esta. Cuando atacamos aquella ciudad en el este y había un orfanato.




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