Entre ceja y ceja

Capítulo 18

Aquel sábado, Farah recibió una cesta llena de camelias rojas. Lo primero que vino a su mente fue que Duncan había descubierto dónde vivía. Miró fuera de la puerta y observó la tarjeta que traían las flores:

 

“Para la mujer más maravillosa.

De un admirador secreto”

 

«¿Un admirador secreto? ¿Serán de Rhett? Sí, seguramente es él. No pueden ser de Duncan», caviló Farah. Ya su socio le había dicho esa frase, por lo que asumió que venían de su parte.

En ese mismo instante, un mensaje de Rhett llegó a su celular:

 

“Buen día. Preciosa.

Escribo para recordarte que debes cumplir tu palabra y acompañarme mañana a la sesión de fotos”.

 

 

“Siempre cobras lo que te deben. ¿no?”, replicó, Farah.

 

 

“Por supuesto. Debí trabajar para un mafioso.

Ojalá me debieras otro beso”.

 

 

“(Carita con ojitos de corazón).

Hasta el domingo, Rhett.

Soy una mujer que cumple sus promesas”.

 

 

“Prométeme un beso, entonces”.

 

Farah sonrió al dejar su celular en la consola de la entrada. Le entusiasmaba la idea de ver a Rhett el domingo. Y, pensando en eso, se dirigió al baño para tomar una ducha antes de salir con su hijo y su nana.

Unos minutos después, Rhett recibió un mensaje de texto. Revisó el celular, era de Farah, por lo que se apresuró a leer, mas se llevó una sorpresa.

 

“Día del travajo en escuela.

Necesitar alluda tú.

Ser Basti. No desir a mamá”.

 

El Espartaco no podía creer lo que leía. Y sonrió en tanto lo hacía. ¿Le estaba escribiendo el hijo de Farah? Se atrevió a llamar y el pequeño atendió.

—Rhett no llamar aquí. Mamá estar bañándose —dijo en voz baja.

El abogado carcajeó.

—¿Qué pasa, Basti? ¿Por qué hablas como Yoda?

—Mi abuelo dice ser práctico y rápido. Igual tu entender.

Rhett volvió a carcajear e indagó:

—¿Qué necesitas, amigo?

—El miércoles ser día del papá trabajador. Nunca llevar a nadie. Niños burlarse de mí. Solo por una vez —comenzó a hablar como lo hacía normalmente—, ¿podrías ir a mi escuela, decir que eres mi padrastro, y hablar de tu trabajo cool? No le diré nada a mamita. Es un favor de amigo.

Rhett guardó silencio por un momento. Sebastián lo tomó por sorpresa. Él perdió a su padre y comprendía lo que se sentía, el vacío que dejaba esa carencia. Aunque sus casos fueran diferentes, porque el padre del pequeño existía y era real, aunque ausente.

—Cuenta conmigo. Allí estaré —replicó Rhett.

—¡Síííí! ¡Shhh! —Basti se calló a sí mismo. El Espartaco reía—. Ser secreto nuestro.

—Por supuesto, Yoda. Recordar borrar mensajes enviados. Hasta el miércoles, y que la fuerza te acompañe —replicó Rhett.

Al colgar, Max encontró a su amigo riendo en tanto miraba su teléfono.

—¿Qué te causa tanta gracia? Desde ayer andas muy feliz.

—Es el hijo de Farah. Tiene esta ocurrencia loca de hablar como Yoda, porque es más rápido, según su abuelo.

—¿Su abuelo el comealmas?

Max trajo a Rhett a la realidad. Era cierto, estaba hablando de Joseph Ward como si nada, mas era el padre de su posible novia, y abuelo del pequeño, del que simularía ser padre. Se sentó en el sofá, pensativo.

—Creo que se te está olvidando tu venganza. Tampoco es que me parezca tan malo. Nunca te había visto reír tanto —comentó Max.

—Sí… necesito estar más enfocado. No puedo mezclarlo todo.

—Quizá sea inevitable.

—No. Es necesario recordar la meta. Por cierto… —añadió Rhett con preocupación—. Hoy me enteré de que Gigi será la modelo que me acompañará en la sesión, y ya invité a Farah. Mi mala suerte es de otro nivel. Farah cree que Gigi es mi novia, aunque le aclaré que no es así. Si ve las fotos de esa sesión y descubre que es esa modelo en particular, imaginará que cancelé la invitación para que no se encontraran. Farah es inteligente. Sospechará. Debo terminar lo que sea que tengo con Gigi. Tengo que aclararle las cosas.

Rhett llamó por teléfono a Gigi Wilde, la modelo que hasta el momento era su novia, o algo parecido. Una que veía poco, pero con la que, definitivamente, tenía algo cercano a una relación. A la chica no le gustó saber que terminaba lo que tenían.

—¿Por qué tenemos que dejar de vernos? —indagó Gigi—. Acordamos estar juntos sin compromisos. ¿Por qué no podemos seguir haciéndolo? No es complicado.




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