Entre ceja y ceja

Capítulo 22

Un mes después, las cosas lucían más calmadas entre Rhett y Farah. Ambos sufrían, se extrañaban, pero en silencio y a distancia. Se remitieron al trabajo de investigación que era mucho, y poco les permitía toparse, excepto por un breve encuentro de pasillo, aunque se pensaran a diario.

Al fin, las investigaciones rendían frutos y se reunirían en la sala de juntas para discutir los hallazgos Max, Rhett y Farah.

—Al fin hablarás con tu chica… —comentó Max, riendo, en tanto esperaban—. Quien lo diría, Rhett Butler atrapado en su propio juego.

—No hables de eso que puede entrar. Además, quién sabe, quizá mate dos pájaros de un solo tiro. Puedo quitarle todo al comealmas al mismo tiempo en que soy feliz.

—Pues no veo que tengas éxito con esa cacería.

—Bueno… De los errores se aprende —admitió un muy sereno Rhett—. Estoy seguro de que ella está igual, y eso lo tengo a mi favor. Aunque te confieso que a veces quisiera una app de cómo superar a alguien en veinticuatro horas.

—Seguro existe alguna, solo hay que buscar bien —dijo Max, en tanto revisaba su teléfono.

—No me sorprendería —carcajeó el Espartaco—. Ahora inventan de todo y la gente quiere respuestas en un segundo. ¿Por qué no le dices a tu amigo programador que cree una? Te aseguro que la descargarían mucho. La mayoría esconde un corazón roto por allí.

Como solía, Farah llegó justo a tiempo. Cuando Rhett la vio entrar, sintió que se le iluminó el día y se alegró. Lucía hermosa como siempre, y la extrañaba como nunca. Fue como si reviviera esa tarde en que la conoció por primera vez. Esa que repitió varias veces en pensamientos desde que dejó de encontrarse con ella. Había tantos detalles simples que la tornaban inolvidable, su amplia sonrisa de labios carmesí, su largo cabello rizado y rojo que contrastaba con su piel y esa vulnerabilidad entrelazada con su gran fuerza interior en un perfecto equilibrio femenino.

Farah, por igual, tuvo que calmar la tormenta que se le desató dentro cuando vio aquellos ojos claros, su suave cabello bien peinado y aquel cuerpo definido que siguió encontrando en sueños. Sin embargo, estaba entrenada en disimular emociones, tristezas y alegrías. Todas las silenciaba y sabía esconderlas muy bien.

—Comenzaré yo —indicó Farah, luego de saludar a cada uno—. Se me asignó descubrir por qué fue arrestado Arthur Eagle en primer lugar. Bueno… Ya sabíamos que cometió un homicidio, más que homicidio, un asesinato. Conocemos las diferencias. En fin… Los detalles son interesantes, porque algunos ciudadanos, le habrían dado una palmadita en la espalda a Arthur, o una medalla. Resulta ser que la víctima fue un alto funcionario de los Boy Scouts y un pedófilo, mejor dicho, un depredador sexual con años de consagración.

—Entonces no era un ángel —comentó Rhett.

—Para nada… Era un demonio, de hecho —continuó, Farah—. El asunto es que hubo un par de denuncias contra el occiso, pero la organización lo ignoró o lo ocultó muy bien. Arthur Eagle trabajó como conserje en uno de los lugares donde se llevaban a cabo los retiros de la organización. Era un hombre joven en aquel tiempo, tenía veintidós años. Lo más raro es que no tenía antecedentes, ni siquiera una multa de tránsito. Era un ciudadano intachable.

—Entonces… ¿Cómo un ciudadano perfecto se vuelve asesino de la noche a la mañana? ¿Crees que tomó justicia por su mano? —indagó Max.

—No sé si llamarlo justicia, porque lo torturó, le marcó la piel con la palabra “violador” y, post-mortem, cortó sus partes inmencionables —comentó Farah.

—Analizándolo en frío —intervino Rhett—, parece más una venganza que el deseo de hacer justicia. Son acciones llenas de odio.

—Lo mismo pensé —aclaró Farah—. Me parece que Arthur Eagle vio algo en ese campamento que lo llevó a memorias pasadas, y estalló. Casi puedo asegurar que también fue víctima de abuso, y su sed de venganza o justicia lo hizo actuar impulsivamente. Por eso no creo que haya sido un proceso de la noche a la mañana. Necesariamente, guardó y acumuló esa rabia por mucho tiempo.

—Transmitió hacia este alto funcionario de Boy Scouts toda su ira —dijo Max.

—Tal vez notó alguna señal de abuso entre los chicos y se descontroló. ¿Y cómo lo atraparon al fin? —inquirió Rhett.

—Fue inmaculado en su crimen —añadió, Farah—, excepto por una cosa, dejó un juguete junto al cuerpo como una señal de que ese tipo atacaba menores. El jueguete era una de esas pilas de aros de colores. ¿Los conocen? Creo que todos tuvimos una alguna vez. Allí dejó una huella parcial que pudieron emparejar con el sistema, porque Arthur fue un militar dado de baja por mala conducta. Lo apresaron, como ya sabemos… No obstante, salió libre y por la puerta principal de la Estación de Forest Park. Nadie sabe cómo.

—Nosotros también hicimos nuestra tarea —dijo, Rhett, sonriendo—. Entrevistamos a Alicia Brown, exsargento de la policía, quien comenzaría a trabajar en la Estación de Forest Park ese mismo día en que todo pasó. En este asunto hubo una serie de eventos desafortunados muy extraños. Lo más raro es la coincidencia de todos ellos, parece como si alguien los hubiese hecho encajar, alguien de más arriba.

Farah se mostró preocupada. No era una buena señal que alguien poderoso quisiera a Arthur Eagle fuera de la cárcel. Eso no beneficiaba a Austin Eagles.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.