Entre diablos y señores.

Lo que pasa.

Desperté fuera de mi cuarto con los pies descalzos y mirada fija a casa de mis padres. La niebla era espesa, pero no sentía frío alguno.
No recuerdo que pasó antes de ese día. Con seis años de edad, había perdido todos los recuerdos de mi escasa vida.

Se estarán preguntando quién soy. Eso no importa, todos pertenecemos a una parte minúscula de este basto universo, como una pequeña párticula de arena en el desierto. Nuestra existencia no es relativa.

Muchos de nosotros nos preguntamos qué es lo que hacemos aquí, cuál es el sentido de la vida si una muerte inevitable nos asecha.

Es más, nisiquiera sabemos si lo que nos rodea es producto de nuestra mente.
•••

《Un día nuevo y nuevas energías》. Eso es basura.

Cada vez que despierto, las ganas de levantarme de mi cama son casi nulas; si no fuera porque tengo que ir a estudiar me quedaría aquí todo el día.
Estudiar es otro problema, odio ir a la escuela, veo siempre los mismos rostros aburridos, entusiasmados, tristes, de todo. Y los profesores, ellos son los amargados.

Como todas las mañanas, despierto por el ruido causado por mi familia. Mirando al techo me pregunto si todo lo que vemos acabará. Me quedo minutos pensando, tratando de encontrar una respuesta.

--¡Greg!-- un grito me baja de las nubes-- ya es muy tarde, ¿no piensas ir a la escuela?

Greg, el tonto nombre de mi abuelo, sin duda alguna, apesta.

--Mamá, en un momento estoy listo, ¡pesada!-- bufé.

--Todos los días es lo mismo-- exclama enojada

Ignoré todo lo que decía, me había quedado sentado al borde de mi cama, mirando al suelo. Mi cuarto está desordenado desde hace días.
--Ser yo no es facil-- digo como si la pared me escuchara.

Mi madre se ha vuelto a dormir.
Salí de mi cuarto, apenas probé el desayuno, y salí corriendo de la casa.

Caminé apresurado por la misma calle de siempre.

Llegué y ya habían cerrado la puerta principal de la institucion. De pronto, se acerca un profesor con su libreta en las manos, dispuesto a anotarme en su lista de impuntuales.
--Greg Mars, otra vez tarde-- dijo molesto.
Apenas abrió la puerta, entré ignorando su presencia.

El frío de la mañana hacía que mi piel se erizara. Mientras caminaba por los pasillos fríos y desiertos, veía como gotas de agua se escurrían por los ventanales. Sin darme cuenta ya estaba al frente de mi salón de clase.

Toqué la puerta e instantáneamente se abrió, pensé que me estaban esperando.
--¡Fuera de mi clase!-- una voz fuerte se escuchó.
Me asusté, pensando que ya no iban a soportar mas impuntualidades mías.
--Acaso, no oíste-- repitió el maestro.
Solo unos segundos despues, noté que no se dirigía a mí.
--Brandom, estas colmando mi paciencia-- se tocaba las cienes, como si su cabeza fuera a explotar.

--Buen día-- dije al unísono.
Sabía que no era un buen momento, pero tenía que entrar.
--Adelante-- susurró, haciendo una señal con la mano.

Despues de todo, no me fue tan mal.
Caminé hasta mi asiento, esperando una broma diaria de los idiotas que me rodean.
Limpie el pegamento de la silla y me senté.

Brandom el problemático del salón seguía discutiendo con el maestro, el Sr Garzón. Nombre rídiculo para un hombre con esa temple, se había ganado el respeto (miedo) de todos los estudianes y gran parte de los maestros.

Odiaba todo eso. 
--Son todos muy ruidosos.-- Me quedé mirando la ventana --me pregunto si alguien mas siente este cansancio.

Había entrado en un sueño profundo, de repente me despierta el sonido escandaloso que da inicio al receso.

Todos salen como ovejas despavoridas. Soy el único que se queda en el salón, mirando por las ventanas.

--Hola-- una voz ronca suena tras de mí.
Giré para encontrarme con James.
--Te asustaste, idiota-- me golpea en el hombro.

No sé como me hice amigo de él, casi nunca nos hablamos.
Lo conocí a los siete años, en una fiesta de mi pueblo natal Cielo Bajo, un lugar que nisiquiera aparece en el mapa provincial. Hace tres años nos habíamos mudado a la ciudad Velmorte.
Cuando cumplí trece años nos volvimos a encontrar, es un gran amigo a pesar de la distancia que tenemos. Se había quedado unas semanas en la ciudad.

--Desde hoy seremos compañeros-- menciona entusiasmado.
--¡Qué!-- dije sorprendido-- ¿Hablas enserio?
--Sí--repitio con un gesto burlon-- me mude con mi abuela, desde hoy vengo a estudiar a esta escuela.
El día había mejorado un poco, tendré un algo de compañía.

Caminamos por las instalaciones de la escuela, hice el papel de guía, pero James ignoraba todo.
Siempre tenía ese gesto burlon en su entrecejo, como si acechara a su presa proxima en caer en sus bromas pesadas.

--Mira esa belleza-- dice con mirada coqueta.

Lauren, una chica de catorce años, realmente linda, su sonrisa tenía a mas de uno enamorados.

--Nunca te hará caso-- le dije retandolo.

--¿Ah, sí?-- soltó una carcajada --Solo mira al maestro.

Sabía que esto no iba a salir bien.

--Hola-- dice apresurado --Disculpa, soy nuevo en la escuela, según nuestro instructor, seremos compañeros. Me preguntaba si puedes mostrarme la escuela.
--Claro, no hay problema-- sonrió entrecerrando sus ojos.

Ví como se alejaron, dejandome atrás. Despues de todo lo ha conseguido.

Me encontraba nuevamente caminando solo por el pasillo. Existen varias razones por las que no interactuaba con los demás. Una de esas es que, todo lo que dicen es estúpido.

Veía como todos usaban sus smartphones, mientras tanto, yo poseía un reproductor mp3 y una libreta vieja donde escribía y dibujaba. La llamaba "Falla", su nombre debía ser "Fallen" pero tuve un error ortográfico que al final me gustó.

--Greg Mars --alguien mencionó mi nombre-- Greg, soy yo
No había nadie a mi alrededor, pero sabía de que se trataba. Corrí hasta el baño y me encerré.

--Vamos, sabes que tienes que hacer, tienes el cuchillo-- repetía constantemente esa voz.
--NO-- lancé un grito desesperado.
Escuchaba como se reían, las paredes que me rodeaban se alejaban mas de mí, el piso se movia, vomité varias veces.




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