Capítulo 05 | Preludio De Batalla

El palacio celestial resonaba con el eco metálico de espadas chocando y el silbido de flechas cortando el aire. Aria, junto con los otros elegidos, se encontraba inmersa en dos días intensivos de entrenamiento físico bajo la atenta mirada de Zeus y sus mentores designados por los dioses.

Desde el amanecer hasta el anochecer, los competidores se sometían a rigurosas sesiones de práctica con armas. Instructores hábiles y meticulosos dirigían los ejercicios, corrigiendo posturas, afinando movimientos y asegurándose de que cada competidor alcanzara un nivel básico de habilidad en el manejo de la espada, el arco, la lanza y el escudo. El campo de entrenamiento se convirtió en un campo de batalla simulado, donde cada competidor luchaba no solo contra sus propias limitaciones físicas, sino también contra el reloj implacable que marcaba el tiempo hasta el inicio del torneo celestial.

El sol del mediodía ardía sobre el campo de entrenamiento, lanzando destellos dorados sobre las armas y los escudos que los competidores manejaban con destreza. Aria se encontraba en el centro del campo, rodeada de compañeros de diferentes edades y habilidades, todos preparándose para los intensos días de entrenamiento que les esperaban. La brisa llevaba consigo el sonido metálico de las armas y el murmullo de los entrenadores que supervisaban cada movimiento con ojo crítico.

Durante los siguientes dos días, los elegidos fueron sometidos a un riguroso régimen de práctica con espadas, arcos, lanzas y escudos. Instructores expertos los guiaban en cada paso del camino, desde los fundamentos básicos hasta técnicas avanzadas de combate cuerpo a cuerpo. Aria se esforzaba por absorber cada lección, dedicando tiempo extra para perfeccionar su manejo de la espada y su habilidad para anticipar movimientos.

Entre los compañeros de entrenamiento se destacaba Milo Radiant, cuya gracia natural y habilidad con el arco lo convertían en un rival formidable. Durante una pausa en el entrenamiento, Aria se acercó a Milo, buscando consejo sobre su técnica de tiro con arco.

—Milo, ¿tienes un momento?-, preguntó Aria, acercándose con cautela mientras Milo ajustaba la cuerda de su arco.

Milo levantó la mirada con una sonrisa amistosa. —Por supuesto, Aria. ¿En qué puedo ayudarte?

Aria señaló hacia el campo de tiro con arco. —He estado luchando con mi precisión. No puedo parecer dar en el blanco con la consistencia que necesito.

Milo asintió comprensivamente. —La clave está en la respiración y la alineación. Deja que tu cuerpo se relaje, y concéntrate en la respiración mientras apuntas.

Aria asintió, agradeciendo el consejo.
—Gracias, Milo. Lo intentaré de nuevo.

Milo sonrió y se giró hacia su propio equipo, dejando a Aria para practicar por su cuenta. Mientras ajustaba su postura y seguía el consejo de Milo, reflexionó sobre la habilidad natural de Milo para enseñar y su propia determinación para mejorar.

Por otra parte se encontraba Maya Wells, con su cabello rojo como el fuego y ojos centelleantes, se destacaba en el uso de la hacha, mostrando una destreza natural que impresionaba a todos. Aria observaba con admiración y un poco de envidia cómo Maya manejaba el arma con gracia y precisión, deseando alcanzar ese nivel de habilidad algún día.

Entre las pausas en los entrenamientos, Aria buscaba momentos de calma para reflexionar. Se apartaba del bullicio del campo de batalla hacia los jardines serenos del palacio, donde el rumor del viento entre los árboles ofrecía un respiro bienvenido. Allí, bajo la sombra de antiguos robles, contemplaba el panorama celestial y meditaba sobre el peso de sus nuevos poderes y responsabilidades.

Zeus, observador omnipresente, a menudo se acercaba con consejos y evaluaciones. —Tu fuerza física mejora notablemente—, comentó un día, su voz resonando con autoridad divina. —Pero recuerda, Aria, que en el torneo celestial la astucia y la estrategia son tan importantes como la fuerza bruta.

Aria asintió en silencio, sintiendo el peso de las palabras del dios. Sabía que su mentor tenía razón, pero no podía evitar preguntarse si sus habilidades en el engaño y el robo, su poder oculto a los ojos de todos, serían suficientes para competir contra adversarios que dominaban habilidades más visibles y directas.

Durante una de las sesiones de práctica con el arco, Aria se encontró junto a Milo Radiant, quien compartía su enfoque metódico y su determinación por perfeccionar cada disparo. — Esto no es solo sobre fuerza—, comentó Milo mientras tensaba la cuerda del arco con gracia. —Es sobre control y precisión. Debemos ser tan hábiles con nuestras mentes como lo somos con nuestras armas.

Aria asintió, encontrando consuelo en la camaradería que comenzaba a surgir entre ellos. Milo se convirtió en un aliado natural, alguien con quien podía compartir sus dudas y aspiraciones en medio de la competencia feroz.

Owen Drake y Elara Ivory, por otro lado, dominaban el campo con una presencia imponente. Aria los observaba ocasionalmente mientras manejaban sus armas con destreza mortal, cada movimiento calculado y cada golpe ejecutado con precisión letal. Eran recordatorios constantes de los desafíos que enfrentaba, y al mismo tiempo, ejemplos de la habilidad y determinación necesarias para sobrevivir en un torneo donde solo el más fuerte y astuto prevalecería.

Las gemelas Raven y Ruby Scarlet también dejaron una impresión duradera en Aria. Con su habilidad para coordinarse sin palabras y su gracia natural en el manejo de la lanza, las hermanas eran tanto rivales como potenciales aliadas. Aria admiraba su capacidad para trabajar como una unidad formidable, algo que reconocía como una ventaja estratégica en el campo de batalla.

Entre las sesiones de entrenamiento, Aria se encontró con Owen Drake, cuya presencia imponente y habilidades de combate eran conocidas en todo el grupo. Owen, con su cabello blanco y una mirada que parecía atravesar a cualquiera que lo desafiara, se acercó a Aria durante un descanso.