CAPÍTULO UNO
NATALIE
ACTUALIDAD
Despierto apenas escucho el sonido del teléfono, me muevo entre las sábanas cuando contesto, escucho a los prestamistas de mi alquiler y como me piden que les pague, ruedo los ojos mientras salgo de la cama. Corto la llamada apenas escucho su reclamo con un “ok, adiós” y tiro el celular que vuelve a sonar como loco, me voy a la cocina en busca de comida —que, por cierto, no tengo por comprar botellas de cervezas —. Vuelvo a mi habitación con una botella de agua en busca de mi ropa cuando escucho el timbre de la casa, me volteo abriendo más los ojos.
¿Estaban abajo? ¿Quieren el dinero ya? Escucho la llave abrirse y entonces me meto en el armario para esconderme entre la ropa a la que, hace unos meses vi que tiene un escondite perfecto. Escucho pasos llegar a mi habitación con una maldición del casero.
—¿Dónde estás? —dice él casero. —Anda niña, sal rápido, no tengo tiempo…
Me tapo la boca para que no escuche mi respiración. Los pasos se acercan al armario cuando de la nada escucho como se abre la puerta y una voz varonil lo llama desde mi habitación.
—Estoy ocupado, chico —dice este abriendo la puerta del armario, cierro los ojos.
—Es urgente señor, su otro inquilino ha hecho algo peor que esta inquilina
—¡Mierda! Ese chico se la va a ver conmigo —dice este cerrando de golpe la puerta y saliendo de la habitación. Doy un respiro mientras escucho sus voces alejándose, tanto que cierran la puerta de la casa. Salgo del armario y veo desde la ventana como ellos se van con el carro que han llegado.
Escucho vibrar mi teléfono y veo de quien se trata antes de contestar. Es mi jefe que me pide que haga horas extras a partir de hoy, cuelgo y voy en busca de la ropa del trabajo.
***
Minutos más tarde me encuentro en el único trabajo que no me piden nada más que experiencia en preparación: Una cafetería. Ingreso cuando me fijo que mi amiga, Daisy, se mueve de un lugar a otro sirviendo café expreso, sin duda necesita ayuda. Agarro el delantal de la empresa y me lo pongo para irme a la cafetería. Saludo a la primera clienta mientras con la mirada me saludo con mi amiga.
Minutos después, me encuentro libre y agarro el celular para ver noticias en el Holy Place pero al no encontrar alguno, termino cerrando la página para prestar la atención de mi amiga que acaba de llegar.
—¿Y esa cara? —dice fijándose en mis ojeras.
—He tenido un mal sueño, es eso —miento. No poder dormir sin alcohol es una tortura y más si tu casero abre la puerta sin tu permiso.
—¿Qué soñaste para que tuvieras esa cara? ¿Perdiste un juego y te comieron? O… ¿Soñaste con tu enemigo ex?
—Que mi casero entraba a mi casa y comenzaba a cantar un juego de atraparme… sí, algo parecido —digo y pienso, —¿Por qué no me dijiste que estabas ocupada?
—¡Ay! No quería hacerte un problema, pero llegó el jefe…
Todos los empleados sabían una cosa que era muy evidente, menos para Daisy. El jefe estaba loquito de amor por mi amiga, apenas ingresaba a la tienda pedía información detallada de lo que sucede, le pregunta si alguien se propasó con ella, tan enamorado que le dio un aumento de sueldo —incluso de un pago adelantado — para que estuviera bien. Y lo peor es que ella también está loquita por él, pero mantiene su postura de empleada y jefe.
En mi caso, hubo muchas personas que se me han querido propasar, pero no tengo el mismo efecto, yo tengo que liarme con salir sin ser acosada. No, no pienses que mi jefe es malo conmigo, pero no tiene el trato que lo tiene con mi amiga, si tan sólo Daisy abriera los ojos… un poquito más, se daría cuenta que ambos están muy, pero muuuuy enamorados.
Hablamos un rato más mientras hacemos los cafés, pero el sueño me gana. Y la cabeza me martillea como no tienen idea, por más que tome una pastilla del dolor y al parecer ella se da cuenta.
—¿Natalie? —dice Daisy moviendo la mano de arriba abajo frente a mis ojos.
—¿Uh? ¿Qué sucede? ¿Llegaron más clientes?
—Creo que necesitas un buen descanso —me observa preocupada —. Anda, duerme un poco en el despacho, te cubro el siguiente turno. Me has ayudado mucho.
—¿Te dije que eres mi mejor amiga?
Ella ríe quitándole importancia. Voy hacia el despacho para echarme en el sofá y quito las bolsas de vasos de plásticos para echarme un rato. Me acomodo bien entre tanta incomodidad que tiene este sofá verde color limón, pienso en el casero y como tengo que pagar la deuda de cinco meses, cayendo en el sueño.
Abro los ojos. Estoy en la calle, frente a una pileta que gotea tan fuerte haciendo salpicaduras en mi piel. Hay un hermoso sol haciendo que cierre los ojos un poco apenas levanto la mirada, este mundo es relajante y bonito, tanto que puedo oler el aire brotar en mi rostro. Camino un poco, pero me detengo cuando veo a un hombre vestido con un sacón largo y un sombrero de color negro, a su costado tiene un bastón que me observa completamente serio.
Es como si no perteneciera en este lindo sueño.
—¿No te gustaría ver tus otras vidas? —pregunta él, con la misma expresión.
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Editado: 23.11.2024