Entre dos mundos

En llamas

Siento como el aire quema mi piel expuesta, mi visión sigue borrosa y apenas logro discernir entre las voces que se escuchan. No estoy segura si me hablan, hay gritos y tal vez llantos por todas partes. Mis rodillas comienzan a doler por estar hincada y el calor ha vuelto tan insoportable el asfalto, que comienza a quemar.

Con mucho esfuerzo, como si algo estuviera tirando de mi muñeca, llevo mi mano hacia la frente, tratando de cubrirme de los rayos del sol. Entre todas las sombras qué pasan corriendo de un lado a otro, distingo una que camina con cierta lentitud hacia mi, lleva un bulto enorme sobre su espalda, la sombra que emana de ella lo dice todo. Lleva un objeto arrastrando de su mano izquierda, ¿tal vez un bastón? No, es demasiado largo y pareciera pesado.

— ¡Muévete, Asha! - Un grito sordo me saca de mis pensamientos.

Trato de identificar de donde viene esa voz y como conoce mi nombre, suena tan desesperada esa voz. La siento familiar pero a la vez, no logro reconocer al dueño del grito.

— ¡Por favor! ¡Corre! - Vuelve a gritar, sientiéndose cada vez más desesperado con cada palabra que suelta.

Es increíble que pueda entenderle perfectamente, cuando me parece un vacío a mi alrededor. Es en ese momento que vuelvo a mirar al hombre que estaba delante mío, quien ahora distingo con más claridad: cabello rubio, alto y fornido, vestido completamente de blanco, con una tira dorada que pasa por su pecho, el contorno de sus mangas y cuello. Asombrada, me percató que lo que lleva en su espalda no es un simple bulto, sino unas enormes alas con mezcla de tonalidades de gris, no son del todo blancas ni negras. Su mirada fija en mí, con una determinación bastante clara pero ¿de qué? Aterrada, fijo mi mirada hacia su mano izquierda y ahí empuña una enorme espada plateada, manchada de rojo, tal vez sangre.

— ¡Alejate de ella! - Distingo nuevamente su voz, esta vez más clara la dirección: desde el cielo.

Al mismo tiempo que el desconocido que camina hacia mi, levantamos nuestras miradas para ubicar al sujeto que produce tales gritos. Al principio, me cuesta acostumbrarme a la intensidad de la luz, solo necesito parpadear un poco para lograr tener una vista más nítida de lo que ocurre por los aires. Tal vez, la voz procede de aquel hombre; un hombre que, a la distancia se ve tan pequeño pero no cabe duda que sus alas son imponentes y están en llamas, sin embargo, no está solo: hay otros 3 tipos con alas completamente negras rodeándolo y parece que se encuentran en una pelea. Comienzo a ver y escuchar las espadas chocar entre sí, el tipo en llamas arremete con gran facilidad ante sus adversarios, haciendo que estos caigan al suelo sin miramientos.

Al posar mi vista a la tierra, me doy cuenta que una sombra me cubre de los rayos del sol: el hombre de hace unos segundos ahora está frente a mí. Sin esperar algún gesto de mi parte, el hombre me rodea la cintura con su brazo derecho y emprende el vuelo.

Me aferro a su cuello con la poca energía que tengo, la fuerza que ejerce en mi cintura me asegura que no va a soltarme, sin embargo, el miedo a caer y a la desconfianza me hace aferrarme pues, mi vida depende de ello. Se agita con tal fuerza que mis piernas se ven propulsadas de un lado a otro, veo como esquiva y elimina a tipos con alas negras.

— Ya estas segura, no me sueltes. - Me susurra cerca del oído, haciendo que una corriente viaje por todo mi cuerpo.

De pronto, se detiene bruscamente pero sin que sus alas se dejen de batir. Me atrevo a girar mi cabeza por encima de mi hombro para ver lo mismo que él: un joven de cabello negro, piel pálida y esas enormes alas... Tal vez negras o blancas... el fuego qué emana de ellas logra tapar el color de las mismas. 

— ¡¿Cómo te atreves?! - Grita el joven de cabello negro y ahí lo reconozco, es la misma voz de hace unos minutos.

— Deberías retroceder, no permitiré que lo arruines todo. - Habla con un temple increíble el rubio que me sostiene en brazos.

— ¿Arruinar? Esto no debería ser así... Se supone que acabaría de otra manera, no así.. ¡No así!

— Todos tomamos nuestras decisiones, es el camino que tomaste... El mío, el de ella... Todos tenemos un propósito. — Podría decir que suena triste, mientras lo dice, siento como presiona con más fuerza mi cintura.

— No, no lo acepto.. Esto no tiene porque acabar así. - Sin esperar respuesta el hombre de negro se abalanza hacia nosotros.

Comienzan un intercambio entre espadas y el calor que emana aquel chico de sus alas se vuelve insoportable, con cada golpe el joven rubio se escucha más agotado, su respiración se vuelve más sonora y rápida, el sudor asoma por si frente  y recorre su cuello, mis manos se empienzan a resbalar y el me aprieta más fuerte contra su cuerpo.

— No... Ella no irá contigo. - Lanza un último golpe con su espada y se aleja del joven de negro, sosteniéndome ahora con ambos brazos.

Un movimiento seco hace que nos detengamos y un rugido sale de la boca de mi acompañante. No es necesario voltear para saber que ha pasado, el calor que se siente lo dice todo.

El dolor detuvo todo pensamiento, siento como el aire empieza a faltarme, con cada respiración mi ritmo disminuye y el dolor me desgarra por dentro. El dolor proviene de mi pecho, mi blusa comienza a mojarse y un líquido caliente se expande lentamente hacia mi abdomen. Mi vista comienza a volverse borrosa nuevamente, mis brazos vuelven a perder fuerza y ni siquiera puedo mantener mi cabeza erguida.




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