Gabriel había insistido en acompañarme pero lo rechacé, en mi mente seguía dando vueltas lo que acababa de ocurrir y tampoco estaba lista para decirle que Ariel me había descubierto espiando. Decidí caminar para despejar mi mente, de cualquier manera, era facil conseguir un taxi a pesar de la hora.
Mientras camino, poso mi mirada en el suelo, tratando de descubrir si lo que vi hace unos minutos fue un sueño. Desearía que lo fuera, de esa manera, no tendría que preocuparme por mi pellejo.
— Más allá de eso, ¿ese sentimiento será una mala jugada? pero...no recuerdo haber bebido mucho.
Casi me había olvidado de lo que me hizo sentir en cuanto lo ví, lo que más me preocupa es que no fue solo una vez, fueron tres veces en qué pude sentir eso.
— Estoy segura que no lo he visto...aunque me parece familiar su rostro.
De pronto, escucho unos gritos provenientes del callejón que se encuentra a unos pasos. Me freno de inmediato, probablemente sea un asalto y la chica sin duda, lo está pasando mal.
¿Estará armado? Sería una desventaja indudable, pero no sería la primera vez que me meto en estas situaciones y siempre he dicho que si tienes la posibilidad de hacer algo, te lances y lo hagas, no me gusta la idea de arrepentirme por lo que pude haber hecho.
Me acerco lo más sigilosa que puedo hacia el callejón, con cierta prisa pero tratando de que estos malditos tacones no me delaten demasiado pronto. Asomo mi cabeza para visualizar el panorama, necesito saber cuántos son y con que objetos cuento para dar la paliza – esto me recuerda a cuando espíe hace un momento a los italianos –
Hay una chica que está rodeada por tres hombres, los cuales parece que quieren divertirse además de arrebatarle las cosas. Hay una bolsa y otros objetos que no distingo del todo regados por el suelo, realmente no parecen interesados en quitarle sus pertenencias – ¡Malditos! –
— No tengo nada de valor, por... por favor déjenme.
— ¿Quién te dijo que queremos tu basura? ¿Crees que eso nos sirve para alimentarnos? – Se acerca el tipo que está frente a la chica, quien le saca una cabeza de altura.
— Tu alma...no es mucho lo que queremos ¿No? – suelta otro tipo, quien no logro distinguir de donde proviene la voz.
¿Alma? ¿Estarán drogados? Esto es más extraño de lo que pensé, sin embargo, puede que sea más fácil viendo el grado de delirio que se cargan, no creo siquiera puedan tener buena puntería en esas condiciones.
— ¡¡Están locos!! – chilla la chica.
— Ya es suficiente, déjenla tranquila. – Suelto con una voz firme, acercándome a los bandalos. Tengo una debilidad, y es entrar en este tipo de problemas siendo el centro de atención.
— ¡Oh! Miren que tenemos, premio doble... ¿tal vez la suya sea mejor? – Da unos pasos en mi dirección el tipo que se encontraba frente a la chica.
— Esas valen más, las débiles como está...no duran ni un día – suelta otro tipo, tomando a la chica por el brazo para tirarla al suelo.
La joven cae de rodillas, apoyándose en sus manos. Suelta un quejido cuando toca el piso y se queda ahí, sollozando y seguramente pensando que este será su último día.
No pierdo ni un segundo más para acercarme al tipo que me ha hecho frente. Veo que una sonrisa se dibuja en esa cara horrenda y se prepara para contrarrestar mis golpes. Cuando estamos a escasos centímetros, dirijo mi puño derecho con toda la fuerza que me es posible hacia su mandíbula, tratando de borrar esa sonrisa soberbia de su rostro.
Contra todo pronóstico, el hombre detiene mi puño con una facilidad increíble, parece que es una niña de cinco quien le acaba de pegar. Sin dejar que me sorprenda, elevó mi pierna izquierda lo suficiente como para alcanzar su cabeza y tirarlo al suelo. Veo de reojo como sus dos acompañantes se preparan para lanzarse sobre mi pero, mi víctima levanta una mano, indicando que se queden donde están.
Se incorpora sobandese la mandíbula pero con esa sonrisa que me hierve la sangre. Analizo cada movimiento que realiza, preparada para esquivar sus golpes y dejarlo en el suelo, y en ese momento algo anormal sucede: sus ojos se vuelven color ámbar y emiten un pequeño destello, como si la ira que siente hubiese cobrado vida. Un olor a quemado intenso se hace presente – está escena se me hace familiar – impidiendo que respire adecuadamente.
— No sabes en lo que te acabas de meter – en efecto, no estoy segura de cómo acabará esto y mis piernas por un momento comienzan a flaquear.
Comienza a propinar puñetazos sin contemplación, logro esquivar algunos pero otros consiguen impactar en mi cuerpo. Trato de proteger mi cara, pues si impacta uno con tal fuerza, seguro me hará perder la consciencia.
Logro atinar golpes y patadas a mi rival pero parecen ineficaces, ni siquiera se queja de dolor, solo parece que es una recarga para golpearme con más fuerza, y yo que pensaba que estaba drogado.
— ¡¡No!! – el grito de la chica me perturba y hace que mi atención se centre en ella y en lo que está ocurriendo.
Uno de los tipos la tiene sujetada por el cuello y de ellos emana una nube negra que parece se está introduciendo en el cuerpo de la mujer. Algo comienza a brillar en el centro de su pecho: una tenue luz amarilla comienza a deslizarse por su cuello, como si quisiera salir de ella.