Entre El Amor Y El Odio

Mi vida

(POV de Elizabeth)

 

Gruñí al escuchar la alarma que interrumpió mi sueño. Perezosamente, me dirigí al baño e hice mi rutina diaria. Tras unos minutos de ducha caliente, salí y me vestí con unos vaqueros informales y una camiseta roja. Mientras me peinaba, escuché el sonido de una notificación de mi móvil. Era un mensaje de texto.

 

Tyson: Buenos días, guapa.

 

Sonreí mirando la pantalla.

 

Yo: Buenos días, guapo.

 

Tyson: Parece que mi amada se ha levantado temprano hoy. ¿Qué tiene el día de especial? ¿Es que me va a visitar pronto?

 

Yo: Me encantaría hacerlo. Pero mi turno empieza temprano a partir de hoy. Estoy de camino. Te enviaré un mensaje más tarde.

 

Tyson: Bien. Te quiero.

 

Yo: Yo también te quiero.

 

Guardé el teléfono, tomé el bolso y salí de mi casa. 

 

Tyson era mi novio desde hacía un año, lo conocí en la cafetería donde trabajo. Era la única persona que tenía en mi vida. Mis padres murieron en un accidente de coche cuando yo tenía 18 años, la casa es el único recuerdo que me queda de ellos. Desde ese fatídico momento, empecé a trabajar en una cafetería para salir adelante. A mis 21 años estaba a punto de terminar mi licenciatura.

 

Tyson solía venir al café de manera regular. Una vez me equivoqué accidentalmente con su pedido, pero en lugar de gritar enfadado como otros clientes, habló con educación. Me disculpé por mi error. Desde entonces, nos hicimos amigos y acabamos enamorándonos. Ahora es un espía y, debido a su trabajo, dejó de venir al café con regularidad. 

 

Sean es el dueño del café y un buen amigo mío. Levanté la mano para saludarlo nada más entrar al café.

 

—Hola, Sean.

 

—Hola Liz. Toma los pedidos de las mesas 34, 36, 38 y 40. Date prisa.

 

Me dirigí rápidamente a la sala y puse mi bolso sobre la mesa. Los trabajadores teníamos una sala independiente para cambiarnos y descansar.

 

Me puse el delantal y empecé a trabajar. Tomé los pedidos y serví. Me tomé un pequeño descanso cuando pude terminar con casi todo y reanudé después de mi pequeño respiro.

 

Era solo las 12.30 y ya me sentía cansada. Por suerte ya había acabado mi turno. Fui a la sala y me senté en la silla. Saqué mi móvil y envié un mensaje de texto.

 

Yo: Hola Ty. ¿Ocupado?

 

Inmediatamente contestó:

 

Ty: No para ti.

 

Sonreí ante su respuesta y le envié otro mensaje:

 

Yo: No coquetees. Ya soy tuya.

 

Ty:  Ja, ja. ¿Y tu trabajo?

 

 Yo: Cansada. Mi turno ha terminado.

 

 Ty: Bien. Ve a la casa y descansa. Te recogeré a las 8.

 

Yo: ¿8? Pero, ¿por qué?

 

 Ty: ¿En serio? Mañana es Año Nuevo. Vamos a pasar un rato esta noche.

 

¿Noche? ¿Iba a pasar la noche con él? ¿Qué iba a hacer él? ¿Nos besaríamos? O haríamos algo más. Mi mente no dejaba de preguntarse, porqué era la primera vez que iba a pasar una noche con él. Por supuesto, habíamos tenido una relación durante los últimos meses, pero nunca me había invitado a salir ni me había besado ni había hecho nada, porque había estado ocupado con sus tareas de investigación. Lo único que habíamos hecho fue quedar unos minutos y charlar hasta altas horas de la noche. 

 

Mis pensamientos fueron interrumpidos con su mensaje.

 

 Ty: ¿Estás ahí?

 

Yo: Sí. Ok, te estaré esperando J Adiós.

 

Relajé mis músculos y me dirigí a mi casa. Puse mi bolso en la mesa y me cambié la ropa por un pijama. Luego fui a la cocina, preparé la comida y comí a solas. Después de eso, me fui a mi habitación y navegué por Internet sobre carreras y universidades de posgrado. Pasé casi dos horas en ello y solicité la admisión en una universidad privada. Me sentí somnolienta y me quedé dormida apagando el portátil. 

                                                                                                                                ………………….

 

—Lizzy. Lizzy. Abre la puerta.

 

Me desperté al oír los golpes en la puerta. Caminé hacia ella y abrí. Era Tyson. 

 

—¡Hola! ¿Qué estás haciendo aquí? —pregunté.

 

Él levantó una ceja.

 

—¿Interrogándome? ¿Qué estabas haciendo? Te dejé casi 20 mensajes y 20 llamadas perdidas. Pero no me has respondido a nada.

 

—Mierda. Puse el móvil en modo silencio y me dormí. Entra—. Le indiqué haciéndole paso.

 

—Has nacido sólo para dormir. Ya son las 7. Ve y dúchate —Ordenó.

 

¡Mierda! ¿Las siete? ¿En serio? Dormí tanto. Tiene razón, he nacido sólo para dormir.

 

—A sus órdenes, jefe —comenté sarcásticamente. 

 

Se rió de mi respuesta y me fui a refrescar. Me puse mi vestido rojo sin mangas hasta la rodilla. No me maquillé demasiado, así que sólo me puse un poco de polvos para la cara, me puse máscara de pestañas negra y labial rojo. Me puse mis tacones altos. Siempre llevaba tacones altos cuando salía con él, porque mido 1,70 y él mide 1,80. Me rizé el pelo castaño y lo dejé suelto. 

 

—Estoy lista —anuncié mirándolo. 

 

Él me miró fijamente y exclamó:

 

—Hermosa.

 

Me sonrojé ante su cumplido y nos pusimos en marcha. 

 

—¿A dónde vamos? —intenté averiguar.

 

—Al Gran Salón.

 

Me sentí sorprendida con su respuesta. El Gran Salón era una sala de fiestas en la que muchos ricos y famosos organizaban fiestas y se divertían. La gente de clase media no podía conseguir el pase de entrada, excepto si teníamos algún tipo de conexión con ellos.

 

—¿Pero cómo has conseguido el pase de entrada? —pregunté.

 

—Tengo contactos—. Me guiñó un ojo. 

 

Me emocioné tanto que no pude contener mi pregunta.

 

—¿A cuántos kilómetros está?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.