Entre El Amor Y El Odio

Te odio

(POV de Ian)

 

Me dirigí a mi mansión después de tener un bonito encuentro con Elizabeth. Ella no tenía nada. Me quedé más tranquilo. Me dirigí al dormitorio y me cambié de ropa. Me tumbé en mi enorme cama king size para relajarme. Encendí el móvil y vi una notificación. Era una nota de voz. La abrí para escucharla.

 

—Hola, Ian. Soy yo; Kelly. Feliz Año Nuevo. Sé que estás ocupado. Pero, solo… llámame cuando tengas un hueco libre.

 

Abrí mi Instagram y vi muchos mensajes de Año Nuevo. No respondí a ninguno y cambié a WhatsApp. También tenía un mensaje de Kelly; Feliz Año Nuevo, Ian.

 

Kelly era mi prima. Era aproximadamente 8 años mayor que yo. Su padre era el hermano mayor del Sr. Charles. Él murió después de que Kelly naciera y su padre murió cuando ella tenía 6 años debido a un tumor cerebral. Desde entonces, ha crecido junto a mí en la casa de Charles. Abrí su foto en la pantalla y la vi con su marido y su hija. Todos lucían muy guapos.

 

 Ignoré el mensaje durante un minuto, pero me vi obligado a contestar: Te deseo lo mismo.

 

Inmediatamente ella respondió: Gracias por la respuesta Ian. Pensé que ignorabas este mensaje como ignorabas mis otros mensajes.

 

Yo: ¿Cómo están tu marido y tu hija?

 

Kelly: Él está muy bien. Todos estamos bien.

 

Yo: Si te da algún problema, dale una patada en el culo. Después de todo, eras una Williams antes de casarte. No debemos agachar la cabeza ante nadie.

 

Kelly: Claro. ¿Cómo estás?

 

Miré el texto durante un minuto y respondí: Tranquilo.

 

Aunque no sé cómo estaba, no podía definirlo en una palabra.

 

Kelly: Sabes que te extraño mucho. ¿Acaso me echas de menos? ¿O, al menos piensas en mí?

 

Yo: Tengo trabajo, Kelly. Hablamos más tarde.

 

Kelly: Por supuesto. Cuídate Ian.

 

Me quedé pensativo, mirando la pantalla del teléfono. Después, me dirigí a la sala de mi despacho y me acomodé en mi sillón. Había escogido l habitación más amplia de toda la mansión para hacer de ella mi lugar de trabajo. Me serví la bebida en una copa y saqué los archivos del cajón del escritorio. Los hojeé y anoté las cosas importantes que había que hacer inmediatamente. Encendí el ordenador portátil mientras bebía. Pasé casi dos horas trabajando allí. Comprobé las estadísticas y, como siempre, las empresas Williams estaban en primera posición. 

 

—Que se pudran todos—. Sonreí y murmuré mirando el estado de las otras empresas.

 

Después de terminar el trabajo, revisé los archivos de Tyson. Pasé todo de su móvil a mi portátil. Abrí todos los documentos y me enfadé al ver todos los detalles.

 

—¡Cabrón! —Murmuré.

 

Empecé a borrar todos los archivos. Recogía todos los detalles sobre mí. Me detuve cuando vi un archivo con el nombre de ‘Lizzy’. Lo abrí y vi la foto de Elizabeth; lucía sentada en el césped mientras comía una chocolatina como una niña pequeña. Se veía tan preciosa. Sonreí mirando su foto.

 

—Eres encantadora, amor —Dije tocando suavemente la pantalla del portátil. Me sentí muy atraído por ella desde el momento en que la vi. 

 

¿Cómo alguien tan hermosa se enamoró de ese imbécil? Guardé su foto en mi PC y apagué el portátil. Oí que llamaban a la puerta.

 

—Entra.

 

Mi criado entró, hizo el amago de decir algo y me anticipé a cerrarle la boca.

 

—No quiero comer ahora. Puedes irte.

 

—¡Señor! Su… —Tartamudeó. 

 

—No me hagas perder el tiempo. ¿Qué pasa? —Le pregunté. 

 

—Señor, su madre…

 

Lo acribillé con la mirada cuando quiso pronunciar la palabra ‘madre’.

 

—Me refiero a que la señora Williams está aquí. ¿Debo permitirle entrar o no, señor?

 

—Mi casa no es un hotel ni una posada para que nadie entre. Pídale que se vaya—Dije enfadado enfatizando la última palabra.

 

Antes de que saliera de la habitación, ella entró. Suspiré para que saliera de la habitación. 

 

—¿Por qué coño has venido? —Le grité.

 

—Soy tu maldita madre. Muéstrame un poco de respeto, Ian —me reclamó.

 

Me levanté de la silla y fui hacia ella. La miré a los ojos con rabia.

 

—No te atrevas a decir eso. No eres mi madre. Nunca lo serás. Eres la esposa del señor Charles Williams. Eso es todo.

 

—Ese Charles es tu padre y yo soy su esposa. La esposa de tu padre es tu madre.

 

—Bueno, no me interesan estos embrollos familiares. Ahórrate los detalles. ¿Se puede saber que estás haciendo en mi casa?

 

—He venido a felicitarte, Ian —dijo y me entregó una caja de regalo. 

 

Cogí la caja de regalo y la miré fijamente. Ella me miró con una leve sonrisa.

 

—Feliz año nuevo, Ian —añadió.

 

Su sonrisa se desvaneció cuando tiré la caja de regalo contra la pared. Sus ojos se volvieron vidriosos por las lágrimas. 

 

—¿Por cuánto tiempo nos odiarás Ian?

 

Tensé la mandíbula y no pude evitar reprimir el odio que energía desde dentro.

 

—Hasta que muráis los dos. Incluso muerta te seguiré odiando.

 

—Qué cruel te has vuelto. Es culpa mía por buscarte una y otra vez. Es mi culpa quererte incluso cuando me odias. ¿Por qué no entiendes, Ian? Me has insultado, me has ofendido, pero sigo aquí porque…

 

—Porque no tienes vergüenza.

 

Ella se burló.

 

—¿Sinvergüenza? Si hacer todo lo posible para ganar el corazón de mi hijo me hace ser una desvergonzada. Entonces sí. No tengo vergüenza. Si no cambias tu forma de ser, no habrá nadie que llore en tu funeral. Te quedarás solo.

 

Sonreí solo para fastidiarla.

 

—¿Crees que me voy a arrepentir después de escuchar tus malditas palabras y sermones? Nunca me ha importado nada. Es más, no quiero a nadie en mi vida. Solo vete.




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