Entre El Amor Y El Odio

Acciones extrañas

(POV de Ian)

 

Me senté en mi sillón y mantuve la mirada en todos los archivos del escritorio. Estaba en el despacho de la empresa. Había estado revisando todos los expedientes relacionados con los negocios durante las últimas horas.

Oí que llamaban a la puerta.

 

—Adelante.

 

Alex entró y me entregó un expediente. Él era mi gerente desde el día en que me hice cargo de la empresa. Tenía dieciocho años cuando asumí las responsabilidades de la empresa. Estudiaba y trabajaba al mismo tiempo. Era mi legado familia, en el lapso de siete años, la había hecho crecer aún más, convirtiéndola en una de las empresas más reconocidas y millonarias.

 

—Señor, tenemos un negocio con Finley. Ellos acordaron vender sus negocios. A partir de ahora también pertenece a la cadena Williams. Pero para completar algunas formalidades tenemos que ir a Londres, señor.

 

Finalmente, después de mucha lucha, lo conseguí. Finley’s era muy rentable en Londres. Les pedí que vendieran la empresa por una buena cantidad, pero rechazaron mi oferta. Así que utilicé mis medios y obtuve lo que quería. Después de todo, era un hombre de negocios, capaz de hacer cualquier cosa para ampliar mi fortuna. Nunca me arrepentí de lo que era.

 

—Mañana nos vamos a Londres. Después de este trato, iremos a nuestra sucursal y me quedaré allí unos días.

 

Tenía muchas sucursales de las empresas Williams en todo el mundo y una de ellas estaba justamente en Londres.

 

—De acuerdo, señor.

 

Finalicé con los archivos, y fui a mi mansión. Me dirigí al dormitorio y me cambié de ropa. Me serví una copa, y salí a mi terraza para disfrutar contemplando las vistas, sentado en uno de los sofás del exterior.

 

La única palabra que resonaba en mi cabeza era ‘Londres’. Me dirigí a la estancia que estaba en la última planta. Me paré frente a una puerta cerrada y la toqué suavemente. Abrí la puerta y entré. Me senté en la enorme cama real y seguí bebiendo. Miré el marco de fotos que estaba colgado en la pared, y tuve la necesidad de contarle algo.

 

—¿Cómo estás? Relajándote con los ángeles en el cielo, ¿eh? Me dejaste entre estos idiotas aquí solo.

 

Continué dando un sorbo a mi bebida.

 

—Me voy a Londres mañana. Tu ciudad natal. Voy a comer nuestro pastel favorito y el asado del domingo. Y por supuesto, no me perderé nuestro pollo especial y el té de la tarde. ¿Recuerdas el páramo cerca de nuestra mansión? El lugar donde siempre me llevabas a pasear. Iré allí. Haré todo lo que solíamos hacer juntos.

 

Me levanté de la cama y toqué suavemente su foto, y seguí hablando.

 

—Tengo muchas cosas de contarte. Conocí a una chica hace unos días. Se llama Elizabeth. Elizabeth Summers. Bonito nombre, ¿Verdad? Ella es tan increíble como tú. Desde el momento en que la vi, me sentí muy atraído por ella. —Volví a dar otro trago—. Pero ella me odia. Me odia mucho. Por supuesto que no me importa, pero… ella me gusta—. Hice una pausa por un momento. 

 

—Sabes, ella dijo que todo el mundo me odia, ojalá le pudiera hablar de ti. Tendría la certeza de hubo una mujer que sí me amó. Una mujer que lloraba cuando me veía sufrir, que sonreía cuando yo era feliz. Tú te preocupabas por mí.

 

Me senté en la cama y me pasé los dedos por el pelo.

 

—¿Pero por qué me dejaste? ¿Por qué? — le recriminé—. No sabes cuánto he llorado por ti. Nunca lo sabrás… Ahora soy un gran empresario y nuestra empresa Williams es la número uno. Puedo conseguir lo que cualquiera, todo está a mi alcance y lo tengo todo… excepto a ti. Ojalá estuvieras conmigo para escuchar todo mi estúpido drama, para reírte conmigo y para darme algún consejo sobre cómo cambiar la opinión de Elizabeth sobre mí—. Me reí.

Me levanté de la cama y dije —Te echo de menos. Te echo mucho de menos—.

Besé el marco y salí de la habitación.

 

(POV de Elizabeth)

 

Llamé a Ty y estuvimos hablando un rato. Pasé la tarde viendo Netflix.

 

Eran las 4:30 de la tarde y todavía estaba dudando en si ir o no a esa fiesta.

 

Obviamente, no debía. No conocía a nadie allí, y no quería sentirme menos rodeada de todos esos ricos. Además, ¿quién va acepta una invitación de última hora? Era ostentoso para alguien como yo, y ni siquiera debía pensar en ello.

 

¿Qué debía hacer? ¿Debía preguntarle a Ty? Pensé en llamarlo y pedirle su opinión.

 

¿Y si lo malinterpreta de nuevo y se enfadaba? No. No podía pelear con él una vez más. Además, no era una cosa importante. Aunque le preguntase, él se opondría. Tenía que tomar mis propias decisiones.

 

Decidí llamar al Sr. Richards e informarle de que no iba a ir. Cogí mi móvil y busqué su contacto.

 

¿Qué pensaría él? ¿Cómo se lo tenía que decir? Un no directo o inventar una excusa para escaquearme.

 

«No Elizabeth, no estás haciendo nada malo. Sólo dile la verdad».

 

Tomé aire y le di al botón de llamar.

 

—¡Hola! Sr. Richards. Soy Elizabeth.

 

—Que bueno oírte, Lizzy. Dígame. ¿Te envío un coche?

 

—Siento decirlo, Sr. Richards. No podré asistir a la fiesta. Por favor, no se preocupe.

 

—¿Pasó algo?

 

—Esto… no. Nada en particular. No puedo asistir. Realmente me siento muy mal por decir esto, pero espero que lo entienda.

 

—Está bien, Lizzy. Es tu decisión. No te sientas mal por ello.

 

¡Dios! No le importaba nada, aunque eso me dejó más aliviada.

 

—Gracias Sr. Richards.

 

—¡Lizzy! Practica llamándome Harry—. Se rió.

 

—¿Harry? De ninguna manera Sr. Richards. No puedo.

 

—De acuerdo. ¿Qué tal Harris?

 

—¡Pero, Sr. Richards!

 

—Tómate tu tiempo, Lizzy. No te estoy forzando.

 

—De acuerdo.

 




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