Entre El Amor Y El Odio

El día de las chicas

Las semanas pasaron igual a otras, yo seguía revisando mis correos esperando algún mensaje de GU, pero aún no recibía nada. Ty se comportaba como un hombre perfecto, y aunque estaba ocupado con todo el trabajo, siempre sacaba algo de tiempo para estar conmigo. Él se esmeraba y se estresaba por cumplir con sus obligaciones. Es lo tenía ser un espía, ¡ja! Siempre que le pedí que dejara ese trabajo y se dedicase a otra cosa, siempre decia que lo dejaría una vez finalizado lo pendiente. Sentí que se había olvidado por completo de Ian, así que un día le pregunté:

 

—Dijiste que harías lo correcto. Pero hasta ahora no has hecho nada. Siento que has perdonado y te has olvidado de Ian.

 

—Es mejor para nosotros no interponernos en su camino. Lo dejé, Lizzy. Tú tampoco te meterás, volveremos a muestras vidas igual que antes.

 

Me sentí desconcertada con su frase. No es la clase de persona que olvida tan fácilmente, en el fondo lo sentí como algo bueno, pero una parte de mí seguía diciendo que no lo era.

 

—Bien, Ty.

 

—Sí. Olvídate de él.

 

Hacía muchos días que no hablaba ni veía a Ian. Definitivamente era lo mejor. Esperaba que él también se hubiera olvidado de mí y de esa estúpida idea de ser su acompañante.

 

Estaba en mi habitación vistiéndome para salir de compras.

 

—¡Lizzy! Ven rápido—. Ty gritó desde la sala de estar.

 

—Ya voy.

 

Rápidamente me hice una coleta, tomé mi cartera y corrí a la sala.

 

—vamos.

 

Nos dirigimos a un centro comercial. Aunque Ty estaba ocupado, decidió acompañarme. Siempre se esforzaba por hacerme sonreír y por pasar un rato conmigo. Esos pequeños esfuerzos eran suficientes para quererlo más. Después de una hora, llegamos al centro comercial. Nos dirigimos a la sección de vestidos y yo buscaba crop tops mientras Ty buscaba una silla para sentarse. No era una adicta a las compras. Iba muy poco de compras, pero siempre que iba, me tomaba mucho tiempo. Sin embargo, acababa comprando solo una camiseta y unos vaqueros.

 

Ty señaló una silla fuera de la sección de vestidos.

 

—Lizzy, yo me sentaré allí. Tú compra con tranquilidad.

 

—¿No vas a ayudarme a escoger? —Me crucé de brazos.

 

—No puedo atreverme a hacer esas cosas. La última vez que escogí algo, dijiste ‘no soy un payaso’—. Puso los ojos en blanco.

 

—¡Claro! Porque parecía un parchís y solo me faltaba el dado—. Tenía muchos matices. Amarillo, verde, rojo y ¡los cuadros de la camisa! Dios…

 

—Bien. Por eso. Compra lo que quieras. Yo esperaré allí e intentaré hacer mi trabajo.

 

Se dirigió a la silla y se sentó. Empecé mis compras. Miré muchos tops y como siempre decidí comprar una camiseta. Mientras miraba las camisetas, alguien me cubrió los ojos con las palmas por detrás.

 

Toqué las manos y me di cuenta de que era una chica.

 

—¿Quién es?— Pregunté sonriendo.

 

—Adivina este ángel.

 

¿Qué? ¿Ángel? ¿Quién era ese ángel? Pensé. Ángel… Ángela. Me vino a la mente.

 

—¿Angela?

 

Ella quitó sus manos de mis ojos.

 

—¡Huh! Es ángel, Elizabeth.

 

—¡Hola, Ángel!

 

—Hola— Ella me abrazó y yo le devolví el abrazo.

 

—¿Vienes de compras?

 

—No exactamente. Vine con Diana. De repente su novio apareció de la nada y por eso me dejó. Así que empecé a dar vueltas por todo el centro comercial y te vi. ¿Y tú?

 

—Vine con mi novio.

 

—¿Novio? ¿Tienes novio?

 

—¡Sí!

 

—Pero no me lo dijiste en nuestro primer encuentro. A ver, ¿dónde está?—

Ella miró a su alrededor.

 

—Estaba sentado fuera. Vamos, te lo presentaré.

 

Las dos salimos a buscarlo, pero no estaba allí. Le llamé. Dijo que estaba con un amigo en el primer piso. Me pidió que esperara unos minutos y cortó la llamada.

 

—¡Eh, Ángel! Está con su amigo.

 

—Está bien. Deja que se quede con su amigo. ¿Te gustaría pasar una tarde juntas?

 

—Um… Claro—. Me emocioné.

 

Apoyó su mano en mi hombro.

 

—Será un día de chicas—. Me guiñó un ojo.

 

Llamé a Ty y le dije que disfrutara con su amigo. Él estuvo de acuerdo después de hacerme mil preguntas, así como me dijo que debía irse por temas de trabajo. Yo acepté diciendo que iba a pasar el día con mi amiga Barbie.

 

—¿Dime qué camiseta?— Le pregunté a Ángel mostrando algunas camisetas.

 

 

—¿Has venido a comprar camisetas? Preguntó sorprendida.

 

 

—No. En realidad he venido a comprar camisetas, zapatos y muchas otras cosas. Pero tengo un problema para escoger las cosas. Siempre acabo comprando camisetas.

 

 

—A partir de ahora, no tendrás esos problemas. Yo seleccionaré por ti.

 

 

Ella miró muchos crop tops, camisas y faldas y seleccionó un crop top azul y una falda larga blanca. Me lo probé y salí. Exclamó

 

—¡Hermoso! —Exclamó—. Esa es mi selección.

 

 

Compramos durante casi una hora y fuimos a comprar zapatos. Angel eligió  los zapatos y los tacones también. Luego caminamos por todo el centro comercial. Pasamos el tiempo paseando y tomándonos selfies. Luego fuimos a la zona de restaurantes y comimos.

 

 

—Entonces, ¿qué pasó con tu otra amiga y ese chico?

 

 

—Recuerdas su mensaje, ¿verdad? Quería conocerla…

 

 

—¡Sí!

 

 

—Se dirigió a él esperando otra cosa. Pero para su sorpresa, él le pidió unos libros de contabilidad porque no los encontraba en la biblioteca. Su reacción fue como…

 

 

Puso cara de cansada y se rió a carcajadas. Me uní a ella. Después de Grace, Ángel era la única chica a la que sentía cercana. Se sentía como una amiga para mí.




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