Entre el amor y el peligro

Mensajes que no se borran

Esa noche, Lizzie se tumbó en la cama con el celular en la mano. Ya había cenado, y su madre seguía revisando la casa como si Axel pudiera aparecer por alguna ventana.

Suspiró. Encendió la pantalla y revisó Instagram. Un nuevo mensaje directo.

@axels_98:
“Gracias por hoy. No creí que podrías hacerme reír. Pensé que me odiabas.”

Lizzie se quedó quieta, con los ojos fijos en la pantalla. Sus dedos temblaron, pero no respondió.

En ese momento, Lisa abrió la puerta sin tocar.

—¿Ya te acostaste, Lizzie?

—Sí, ya casi —dijo rápidamente, bloqueando el teléfono.

Lisa la miró con seriedad, cruzando los brazos.

—¿Has hablado con ese chico?

—¿Axel?

—Sí, él. Te vi llegar con él desde la biblioteca. No me gusta cómo te mira, Lizzie.

—No pasó nada. Solo terminamos la tarea —respondió Lizzie, sintiéndose como si estuviera mintiendo… aunque fuera cierto.

—Tienes que alejarte de él. No quiero decirle nada a la escuela, pero no voy a permitir que te enredes con alguien así.

Cuando Lisa salió, Lizzie volvió a mirar el mensaje. Dudó unos segundos… y luego escribió:

“No es que te odie. Es que no sé quién eres, y eso me asusta.”
…pero no lo envió. Lo dejó escrito. Guardado. Sin enviar.

Al día siguiente, en el receso, Lizzie se reunió con Dane e Isabel en su mesa habitual.

—¡Chica! —dijo Dane apenas la vio—. ¿Estás bien? Te ves rara.

—Axel me mandó un mensaje anoche —dijo Lizzie, bajando la voz.

—¡¿Quééééé?! —gritaron las dos al mismo tiempo.

—Shhh —Lizzie se rió—. Que nadie escuche.

—¿Y qué decía? ¿Te confesó su amor? ¿Te dijo que sueña contigo todas las noches? —bromeó Isabel.

—Nada de eso. Solo dijo que no esperaba que lo hiciera reír. Que pensaba que lo odiaba.

Dane la miró con los ojos brillando.

—¿Y tú qué le respondiste?

—Nada.

—¿Nada? —repitieron las dos.

—Todavía no sé qué pensar. Mi mamá me sigue advirtiendo. No quiere que me acerque a él. Y yo tampoco estoy segura…

Isabel le puso una mano en el hombro.

—A veces, lo que más miedo da… es lo que más vale la pena conocer.

Lizzie se quedó en silencio, con el corazón latiendo más fuerte de lo que quería admitir.




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