El sol entraba tímidamente por la ventana. Lizzie abrió los ojos y por un segundo pensó que lo había soñado. Pero al voltear, Axel seguía ahí, dormido a su lado, con la respiración suave y una expresión tranquila que pocas veces se le veía.
—Axel… —susurró, tocándole el hombro.
Él abrió los ojos despacio y sonrió.
—Buenos días, mi amor.
Se abrazaron un momento más antes de que Lizzie saltara de la cama.
—¡Es lunes! ¡Tengo que prepararme! —dijo entre risas bajitas.
Axel se levantó también. Salió por la ventana como había entrado, lanzándole un beso antes de desaparecer entre los árboles del patio.
Ya en el instituto, todo parecía diferente.
Cuando Lizzie entró al pasillo, de la mano de Axel, un murmullo recorrió a los estudiantes como un viento de sorpresa y emoción.
—¡Son novios de verdad!
—¡Lo sabía!
—¡Qué pareja más linda!
Danelis e Isabel fueron las primeras en llegar corriendo.
—¡Lizziiieee! —gritó Isabel, riéndose—. ¡No nos habías dicho que la relación era así de seria!
—Ayer fuimos al parque contigo, y aún así no sabíamos lo que iba a pasar después —dijo Danelis, dándole un codazo suave.
Lizzie sonrió, apenada pero feliz.
—Hay cosas que simplemente… suceden cuando tienen que suceder.
Axel las saludó con respeto, más relajado que nunca. Algo en su mirada había cambiado. Ya no estaba a la defensiva. No había oscuridad. Había calma.
Durante el recreo, todos notaron cómo Axel ya no caminaba solo ni se alejaba del grupo. Se reía con los amigos de Lizzie, ayudaba en las clases, y hasta los profesores comenzaban a verle con otros ojos.
—
Ese mismo día, al volver a casa, Jairo y Lisa esperaban en la sala.
—Ven, Lizzie —dijo su madre con voz serena—. Tenemos que hablar contigo.
Lizzie tragó saliva y se sentó entre ellos.
—Hemos estado observando —empezó Jairo—. Sabemos lo que sientes por Axel. Y aunque al principio fue difícil aceptarlo…
Lisa le tomó la mano.
—…hemos visto cómo él ha cambiado. Ya no está metido en nada raro. Ya no hay bandas, ni problemas. Esta relación… parece haberlo salvado también a él.
Lizzie los miró con los ojos vidriosos.
—Entonces… ¿ustedes…?
—Te apoyamos, hija —dijo Jairo con una sonrisa leve—. Solo prométenos que seguirás siendo tú misma. Y que no dejarás de soñar.
—
Esa noche, Axel volvió a cenar en casa de Lizzie. Esta vez sin esconderse, como un joven que había ganado la confianza de la familia.
Compartieron risas, chistes, anécdotas. Incluso Jairo le preguntó sobre su vida en España, y Axel le respondió con sinceridad.
Y en la noche al despedirse de lizzie, Axel abrazó a Lizzie por detrás y le susurró:
—Gracias por no huir de mí… cuando todos lo hacían.
Elle giró y le tomó el rostro entre las manos.
—Gracias por elegir quedarte… cuando pudiste escapar.
Y así, con el corazón lleno de futuro, Lizzie supo que esa historia no era un final.
Era apenas… un nuevo comienzo.