—Me niego a creerte Isabel, no entiendo como dices que te gusta sin ninguna vergüenza sabiendo que es un hombre casado, mucho mayor que tú y con adicciones, que siendo una niña buena te fijes en él.
—No soy una niña, soy una mujer libre de escoger al hombre que yo quiera.
—Dime la verdad Isabel ¿Estás siendo sincera conmigo?
—Sí hermana, me gusta mucho Enrique y yo también a él creo mañana me dirá algo de lo que siente, no sé qué tiene su mirada, sus labios, sus manos grandes y fuertes. —Me interrumpe...
—¡Basta, ya cállate!.
Por dentro de mí podía escuchar esa sonrisita de mi conciencia pícara y traviesa, al fin podría hablar de lo que siento por mi jefe, sólo que le cambiaré el nombre. Ya no tendré que callarme y no dormir pensando y soñar despierta con él.
—Por favor no le digas nada a nadie, no quiero que me critiquen o me ofendan. ¿Me lo prometes?
—Sí está bien, sólo cuídate mucho gordita.
—Si, no te preocupes no pasará nada malo.
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Estaba en un parque hermoso con muchos árboles inmensos, tan altos como grandes rascacielos, hermoso césped verde con flores amarillas, tulipanes rojos, rosas de todos colores a mi alrededor y entre tanta belleza encontré sus ojos verdes con algo de miel, su sonrisa. Roberto caminaba hacia a mi lentamente, yo quería volar a sus brazos.
Sentí el calor de su mano en la mía, su cuerpo fuerte en mi pecho, sus labios en mis labios fundiéndose en un beso lento y apasionado. Su mano en mi nuca acariciaba mi cabello. Mi mano recorría su espalda al tiempo que jalaba su camisa para sentir la suavidad de su piel aterciopelada, tal como la soñaba, nos acostamos en el césped y sentí la humedad que recién lo habían regado fue como tratar de apagar mi llamarada, sus labios recorren mi cuello... Nos detenemos por un momento viéndonos a los ojos... Se recuesta por un lado mío al tiempo que me dice...
— "Mira como me tienes loco de amor" —Sonriéndole respondo.
—Y tú me haces perder el control, mira esas nubes en el cielo cómplices por amor.
—No mi amor, mira los árboles como nos protegen bailando y disfrutando nuestro amor.
¡Cuando escucho la alarma de mi despertador!
¡Era un sueño!
Un hermoso y maravilloso sueño, pude sentir su cuerpo en mí aún despierta como si acabara de suceder.
Estoy perdiendo el control, ya es demasiada fantasía. Mis pensamientos por la noche me traicionan.
¡Me estoy volviendo loca de amor!
Llego a la oficina y lo veo... Sonriendo, con pants, con una camiseta blanca que podía apreciar sus musculosos brazos, venía del gimnasio. Sentí escalofríos recorrer mi cuerpo al verlo. ¿Cómo puede despertar tanto amor, deseo y pasión en mí? Si no he vivido nada de eso.
—Tengo que hablar contigo Isabel. —Me dijo muy serio.
—¿Dígame que pasa? —Al tiempo que caminamos al escritorio y sacamos una silla para sentarnos frente a frente.
—No te asustes, sólo que tendré que cerrar este negocio si no vendemos en un mes como plazo máximo.
No lo puedo creer, no puedo dejar de verlo. Pero...
—¿Ya es seguro?... ¿Su decisión cambiaría si vendemos?
—Sí claro, podría soportar un tiempo más y darle la oportunidad al lugar.
—Está bien, yo hice hace unos días una lista de lo que pienso puede ayudar para llamar la atención de la gente que transita por aquí y atraer a clientes cautivos que no conocen las casas. —Le hablaba mientras sacaba mi libreta buscando los apuntes para entregárselos.
Con su hermosa sonrisa y una mirada cautivadora me respondió...
—¿De verdad hiciste eso tú sola? Fue tu iniciativa o alguien más te dijo.
—¡Claro que sí! Yo sola lo hice, nadie me dijo nada.
—Y dime ¿Porque no me dijiste nada al respecto con anterioridad?.
—Pensé que tal vez le molestaría o fuera un atrevimiento de mi parte decirle que hacer en su negocio.
—No, para nada Isabel dame lo que escribiste, tengo que irme pero lo voy a leer detenidamente y mañana lo platicamos.
Mi corazón se puso feliz.
En mi casa haríamos una carne asada y deseaba invitarlo pero no me atrevía y no me atreví. Lo vi marcharse sin que yo dijera nada.
Me dediqué a limpiar la oficina ya sin tener nada que hacer me gustaba mirar los carros pasar, como maneja la gente apresurada como discuten o se insultan, eso me hacía mucho pensar en los momentos de agresividad que vivimos y algunos me causaban risa.
Me encanta manejar, recuerdo que mi madre me enseñaba pero yo quería pisarle al acelerador hasta el fondo, ella me gritaba "Frena" y zas... De golpe lo hacía ¡ja, ja, ja, ja! Recuerdo las carcajadas de las dos y yo asustada le decía...
— "Ya no quiero aprender a manejar, es muy difícil".
—Nunca digas que algo es difícil ni te des por vencida así de fácil, súbete y hazlo de nuevo.
Volví a sentarme frente al volante, era una camioneta 1966 larga como una lancha con el motor 460 de 8 cilindros, ya se imaginaran lo que arrancaba al pisarle de golpe al acelerador.
Mis pensamientos estaban en mis recuerdos cuando vi a una familia caminar por la banqueta... Mami, una hija grande al frente, un jovencito y una niña pequeña.
Me gusta ver a las familias unidas, entendí al momento porque me llamaron la atención. Vi como un tracto camión golpeó a la niña en su cabeza y pude escuchar el golpe tan fuerte, tan fuerte que sentí un dolor tremendo en mi corazón, la madre la jaló con ella pero el cuerpo colgaba de la mano de la señora que gritaba desconsolada, al mismo tiempo sus hermanos la sacudían llorando, el camión se detuvo más adelante... Pero un auto pequeño que vió el accidente se detuvo, la familia corrió con la niña en brazos se subieron al carro del joven. Muy cercas está la cruz roja a dos cuadras, supuse que la llevaron allí.