¡Que tristeza tan tremenda siento! No puedo describirla, me siento traicionada por mi hermana.
Enrique también lo hizo y es el responsable.
¿Acaso no tiene conciencia?
¿No siente remordimientos?
¿Qué clase de hombre es?
No deja de dolerme lo estúpida... Ingenua "Niña" que soy.
******
Hoy me voy con mi hermana a la oficina se pasó rápido la semana, ella no me ha dicho nada al respecto de Enrique y yo tampoco.
Lo que sí estoy segura es de no volver a sentir nada por un hombre en mucho tiempo, me quedo con la fuerza de amor que siento por Roberto y lo dejaré como mi más hermosa fantasía, mi más bello amor platónico, mi caballero ideal, mi príncipe y nada más.
No sé cómo me voy arrancar el amor que siento por Enrique, no imaginé la fuerza del amor, el poder de sus besos, pero tengo que lograrlo. Debo olvidarlo.
Llegando a la oficina me dedicaba a limpiar, me entretenía mucho. Ella ponía café para cuando llegara nuestro jefe. Su café le gustaba mucho el mio NO. Y lo entendía.
Sonó el teléfono y fui a contestar... Era un cliente pidiendo la dirección para venir a ver nuestras casas, cuando me di vuelta estaba Lourdes aun lado de mi. ¡Enojada!
—Te voy a pedir por favor que NO vuelvas a responder el teléfono cuando yo esté aquí.
—Pero... ¿Porque? Yo también trabajo aquí.
Cuando nos dimos cuenta estaba un trabajador escuchando.
Ella le dice muy grosera. —¿Qué hace allí parado escuchando lo que no debe?
—Solo vine a llenar mi galón de agua. —Le respondió y se fue.
Se va y continuamos hablando...
—¿Porque eres así conmigo Lourdes? Que yo responda el teléfono no tiene nada de importancia, yo sé que éste es tu lugar de trabajo pero también el mío y no por mucho tiempo, dime que te molesta para no hacerlo y llevar armoniosamente nuestro tiempo juntas. No me interesa tener problemas contigo.
—No quiero que respondas el teléfono, no quiero que atiendas a los clientes porque no quiero que me quiten mi comisión, no quiero que platiques con nuestro jefe, ni con Enrique cuando yo no esté presente.
—Pero dame un motivo.
—Tengo celos de ti, (GRITANDO) No te quiero cerca de mí, todos te prefieren a ti, bastante tengo que fingir cuando lo escucho hablarme de ti... "Es como una niña muy tierna, frágil, dulce, muy amorosa" bla, bla, bla y ella sabe que es hermosa con esos ojos de dulzura... Y tengo que tragarme todo lo que siento y fingir.
—¿De quién estás hablando? Yo no sé qué te ha dicho Enrique.
—NO estoy hablando de él, sino de nuestro jefe.
—¿Qué? ¿Él te habla de mí? ¿Qué te dice? Dime por favor.
Estaba tan molesta que no se dio cuenta y siguió hablándome, de haberlo hecho no me hubiese dicho nada. Nunca lo había hecho.
—Me dice que se preocupa por ti porque ha notado que has bajado mucho de peso, le preocupa con quienes hablas, (Pero no me dijo quienes) Que eres muy infantil a veces, que eres muy bonita con ojos muy expresivos, muy inocente. Y se detuvo.
—¿Y qué más?...
—Eso es todo.
Sentí una enorme alegría, con esas palabras podía resistir cualquier tempestad, cualquier dolor, sentí una tremenda fuerza dentro de mí, de nuevo una ilusión que me hace fuerte para soportarlo todo. Un hombre como él expresándose tan maravillosamente de mi, pero eso es una bendición, mi alegría, mi felicidad.
—Está bien voy a respetar que es tu oficina y no responderé las llamadas, trataré de no estar presente cuando esté nuestro jefe, me quedaré retirada o me saldré al patio, no voy atender a ningún cliente.
No sé cómo voy hacerle cuando el Sr. Roberto esté aquí, ya veré que le digo o que lo haga ella, ojalá encuentre muy pronto un terreno para irme de aquí y esta vez sea muy productivo y venda mucho, pero sobre todo tenga luz.
A pesar de ser mi hermana no platicaba mucho conmigo estando a solas, se sentía amenazada por mi presencia así lo sentía yo, me salí a platicar con mis compañeros, me senté en una escalera y les platicaba de una película de terror que ví la noche anterior...
En eso mi compañero Martín me dijo: —Escuché lo que te dijo tu hermana, deberías decirle a Roberto.
—No gracias, no me gustan los problemas menos porque estoy en su área de trabajo como ella dice. Yo la estoy incomodando.
—No es así, pero si prefieres quedarte callada allá tú.
En eso me dicen los tres.
—Ya sabemos que Enrique es novio de tu hermana.
Me sonrojé y solo respondí:
—Sí, a ver si se le quita el mal genio.
Pero me sentía triste y contenta a la vez, volteé a la entrada como si algo me hubiera llamado y venía llegando Enrique.
¡Hay no!
Ya no volví mi cabeza para verlo, seguí platicando con los muchachos como si nada. Cuál es mi sorpresa que lo veo venir directo hacia mí. ¡No puede ser!.
—¡Hola gordita ! ¿Cómo estas?
Mirando sus ojos negros, le respondí...
—Muy bien gracias ¿Y usted?
—No me hables de usted. ¿En qué quedamos?
—No sé a qué se refiere, pero le habla mi hermana.
Le di la espalda dispuesta a no permitir que jugara conmigo y mucho menos se burlara de mi hermana por lo que él y yo sabíamos.
—¿Me estas corriendo gordita?
—No para nada, le habla mi hermana por la ventana. Eso es todo.
Me puse de pie y caminé a una casa con José, lo vi entrar con mi hermana y besarla pero viéndome a mí. Algo que me molestó enormemente, sentí como si me clavaran una daga en el corazón, sentí tristeza por mi hermana.
Entrando a la casa abracé a José, no sé qué voy hacer. ¿Que me está pasando? Me odio de verdad me odio, de nuevo mis lágrimas rodaron por mis mejillas. Reprochándome el amor que sentía por ese hombre sin escrúpulos sin principios como yo, por sentir amor por él.
A partir de hoy no dejaré de pedirle a Dios que mi jefe encuentre una yarda muy pronto, no soportaré estar viéndolos juntos mucho menos besarse.