Intercambiamos números de teléfonos para seguir en contacto.
Me tengo que ir amigas.
—Isabel yo te llevo a tu casa. Respondió Marcos.
—No gracias, seriamos cadáveres los dos.
—¿Porque Isabel?
—No me dejan salir o tener amigos y menos que no los conozcan mis padres. Gracias por tu buena intención.
Karla nos interrumpe. —Amiga creo que sí deberías aceptar, la verdad me siento algo mareada y me gustaría irme a mi casa.
—Yo me puedo ir en taxi, no se preocupen.
—No amiga, yo fui por ti y siento el compromiso de saber que alguien te acompaña. Me dice Ángela.
—Está bien, acepto Marcos.
Nos despedimos de nuestras amigas y nos fuimos a mi casa.
—Cuéntame Marcos ¿Estás casado verdad?
—Sí, ya tengo muchos años, me casaron muy joven. (sonríe)
—¿Cómo que te casaron? No fue porque estabas enamorado.
—La verdad no tanto así, yo iba a conquistar a la hermana de mi esposa y ella me conquistó a mí, quedó embarazada y mi padre me enseñó que a los hijos nunca se les abandonan. Y me casé.
Sus palabras retumbaban en mi cabeza, acaso pasaría lo mismo conmigo y Enrique que inició conmigo y se casaría con Lourdes. No quiero imaginarlo.
—¿Por qué te quedaste pensativa Chabela?
—No me digas así. Le doy un golpe en su brazo sonriendo.
—¡Chabela! Mirándome con esos ojos como demonio de tazmania.
—Te conozco y seguirás diciéndome así porque ya te dije que no lo hagas, está bien dime como quieras.
Llegamos a casa y allí estaban en el auto Enrique y Lourdes, no había lugar para estacionarnos por detrás, así que se estacionó a un lado del pick up de Enrique, yo quería que me tragara la tierra de nuevo.
Voltearon a vernos extrañados, saludé de mano y me bajé del auto, Marcos se bajó también para despedirse con un tierno abrazo (Que me gustó mucho) y besó mi mejilla.
—Me dio mucho gusto verte, espero no sea la última vez. Viéndome fijamente a los ojos, le respondí.
—No, estoy segura nos volveremos a reunir, gracias por traerme.
Entré a mi casa y me imaginaba que estaría pensado Enrique, me causaba algo de risa y emoción a la vez que sintiera celos, como yo los sentía de él.
*****
Un nuevo día, una nueva oportunidad de cambios, aventuras y sorpresas que tanto amo, suena el teléfono de casa y...
—¡Hola Chabela! Te invito a ver un partido de fútbol hoy el día de la mujer. ¿Vamos?
—¿A qué hora será Marcos?
—A las 6.00 pm en la unidad deportiva de la mesa. Pero yo voy por ti a tu casa.
—Si voy, pero allá te veo, tengo que hacer un mandado de mi madre antes. (Fue solo una mentira para que no viniera y no tener problemas con mi madre) entonces le llamé a Ángela.
—Amiga ¿A qué hora te vas a ir a la unidad?
—¿A dónde amiga? No sé de qué me hablas.
—Del partido de fut de Marcos, me llamó para invitarme, pero pensé que iríamos las tres. Ya me doy cuenta que no.
—No te preocupes, ve y diviértete. Creo se dará algo entre ustedes.
—¡Hay amiga no digas eso! Claro que no. Aparte de todo no me gusta y fue tu novio, acuérdate lo que me platicaste hace días.
—Amiga eso no tiene nada que ver, tú le interesas y más de lo que te imaginas.
—No amiga, no me hagas reír. ¡Ja,ja,ja,ja,ja! Ya no sé si deba de ir Angela.
—Solo cumple con lo que le hayas dicho Isa.
—Tienes razón amiga, gracias. Voy a ir porque ya quedé con él y no debo dejar que influya en mí el pasado de nadie y debo respetar mi palabra.
Me voy en taxi y camino a la unidad.
Veo mucha gente haciendo deporte, disfrutando de ésta hermosa primavera, cuando veo que me saludan a lo lejos, es Marcos en la cancha de fut, lo saludo. Se acerca a mí a través de la malla ciclónica.
—Ven, pasa por esa puerta y siéntate donde quieras. —Le dijo a un joven que cuidaba la puerta y las mochilas— Ella viene conmigo.
Me siento rara que sus amigos piensen que tenemos algo que ver, pero yo sé que no es así, debo dejar mis miedos. Disfruto el partido, en momentos él voltea a verme y sonríe.
Al finalizar caminamos un momento por el césped.
—Oye, yo no sé nada de fut.
—Yo te puedo enseñar Isa.
—No quiero jugar, me refiero a las reglas y demás, pero es divertido, gracias por invitarme.
—La verdad no fue solo invitación. Se acerca a mí lo suficiente para tenerlo cuerpo a cuerpo, me toma las manos y me habla bajito. Desde que te volví a ver y desde antes te recordaba, ya había preguntado por ti y solo Ángela me platicó que te encontró, por eso seguí visitándola. (Entre mi pensaba que mentiroso). Quería saber de ti y me da gusto que no estés casada y no tengas novio.
—¿Oye, Tú cómo sabes que no tengo?
—Porque estás aquí en este momento, sola, conmigo.
—¿Quieres ser mi novia?
—¿Como que tu novia? ¿Te olvidas que estás casado?
—No lo olvido, pero estoy separado, no vivo con mi esposa.
—Eso no tiene nada que ver, sigues estando casado con ella.
—Ella se fue con otro hombre y nos abandonó, es todo lo que diré. ¿No sientes nada por mí Isabel?
—No sé qué decirte, no siento nada, solo amistad, pero no creo que funcione, me interesa otro hombre.
—¿Y porque no lo averiguamos? Lo intentamos. Al tiempo que me toma por la nuca y me besa suavemente, tiernamente.
—No, déjame pensarlo. Lo retiro suavemente de mi.
—¿Como cuando hace muchos años en la escuela me dijiste lo mismo? Y nunca hubo respuesta. Me reprochó sonriendo.
—Tú jamás me volviste a preguntar, conseguiste a otra novia.
—¿Entonces lo intentamos?
—No puedo decirte nada en este momento Marcos, déjame estar segura, te prometo que esta vez si te responderé, si antes no consigues a otra novia.
Me quiso besar de nuevo y lo detuve.