El sol alumbraba bellamente el país de Brudenell, por las calles la gente reía y conversaba sobre el nuevo inicio de semana y lo pacífica que era esta época. Sin embargo, las personas más importantes del reino no disfrutaban de la misma calma y alegría, los últimos días eran angustiantes.
Su majestad, el príncipe no quiere ver a nadie y se niega a que le se acerque cualquier persona, ni siquiera come lo que le dejamos. Apenas pudimos cambiar las sábanas, ¿qué debemos hacer? – Dijo una sirvienta muy preocupada
¿Qué debemos hacer? Ya hemos intentado de todo, he traído al mejor médico del reino, las mejores nanas e incluso al sacerdote Frankz. Nada parece mejorar. – El rey Harold se frotó los ojos fuertemente con ambas manos por la tensión y el querer evitar desbordar alguna lágrima. Cuando eres padre, que le suceda algo a tu hijo duele mil veces más que como si te sucediera a ti, y lo peor era la incertidumbre de no saber qué le pasaba exactamente a Thomas.
Su majestad, debemos seguir buscando ayuda. No hay que rendirnos. – la reina Letizia sujetó del brazo a su esposo en señal de apoyo, ella también estaba sufriendo el mismo dolor, lo mejor que podían hacer era estar juntos y olvidarse de sus diferencias.
Es su alma la que está sufriendo, y la nuestra también. Iremos ahora mismo con él. – Letizia asintió con la cabeza viendo a los ojos a su esposo.
Sí, su majestad.
Ambos se dirigieron muy preocupados hacia la habitación del príncipe, permanecía todo el tiempo encerrado, incluso hace unos días en su cumpleaños número 9 quiso estar solo. Desde hace un mes comenzó a actuar de esta manera, volvió a mojar la cama, se rehusaba a que alguna niñera o maestro lo acompañase y evitaba cualquier conversación; era un ser inocente, silencioso y con la mirada perdida.
Thomas, estamos aquí. – Anunció el rey
Thomas no dijo nada, simplemente se ocultó bajo las sábanas. Su padre y su madre se sentaron a ambos lados de la cama, Letizia tocó su cabeza por encima de la manta e intentó acariciarlo.
¿No nos dirás qué sucede, cariño? Estamos muy preocupados.
El rey Harold también posó su mano sobre la manta, tocando el cuerpo de su hijo. Thomas, no hay nada en el mundo que no podamos hacer por ti, solo tienes que decirnos qué sucede o si alguien te hizo algo.
Thomas se acurrucó más en las sábanas y dijo rápidamente en un grito
¡Nadie me hizo nada! ¿Por qué siempre preguntan eso?
Solo estamos preocupados por ti, cariño. – Dijo Letizia
Hubo un silencio por un momento, nadie se movió en la habitación, de pronto bajo la sábana se pudo percibir un movimiento, un leve sonido hizo comprensible aquel movimiento. Thomas estaba sollozando y tratando de ahogar el llanto con una almohada. Letizia rápidamente quitó la sábana de encima y abrazó a su hijo, Harold también se unió a ellos, sosteniendo a ambos entre sus brazos.
¡No quiero que me lo vuelvan a preguntar!
Discúlpanos, no te presionaremos más para que nos lo cuentes, pero, solo estábamos preocupados.
Su pequeño cuerpo no pudo soportar aquel abrazo sincero, aquello que comenzó como un sollozo rompió en un llanto fuerte y muy doloroso, el dolor se sentía en su voz, su cuerpo y su alma.
¡Thomas! No llores.
Lo siento, no hemos sabido cómo tratarte. Solo queremos que te sientas mejor, dinos qué deseas y cumpliremos. Lo que tú quieras, sea lo que sea, lo haremos. – El rey le secó las lágrimas de su hijo con una de sus manos, apartó la mirada rápidamente por un instante para evitar llorar él también.
No quiero que me lo vuelvan a preguntar, ni ustedes ni nadie más. Eso quiero, quiero olvidarlo.
El rey y la reina se miraron a los ojos, no podrían simplemente ignorar su dolor y sepultarlo en el olvido, claramente sucedía algo y debían llegar a fondo de ello. Letizia no apartó sus ojos de Harold, quería que le dijera qué decir. Negarse solo perturbaría más a Thomas, aceptarlo, no resolvería nada. Finalmente el rey habló
Está bien. No preguntaremos más.
¿Lo prometen?
El rey miró a su esposa, hizo un gesto indicándole que estuviera de acuerdo. Ella para nada de acuerdo respondió.
Lo prometemos, no volveremos a preguntártelo, ni nosotros ni nadie. – Le dio un beso en la frente y posó su cabeza sobre la de él. Era una escena esplendida, una familia unida en un sólido abrazo y amor por su hijo. Thomas fue calmándose poco a poco, cuando estuvo más tranquilo su padre añadió.
Tienes nuestra palabra Thomas, tendrás unas vacaciones, ¿qué te parece?
¿Vacaciones?
Sí, nada de clases ni entrenamiento. Pero, también quiero que hagas algo.
¿Qué es, padre?
Por favor, intenta salir más de tu habitación y no ahuyentes a los criados, todos aquí solo queremos ayudarte.
Oh.. yo... - Thomas tenía muchas dudas y miedo, no parecía poder prometerlo aún.
Está bien ir poco a poco, no te desesperes. – El rey acarició su mejilla y le sonrió. – Te quiero.
Y yo te quiero a ti.
Yo también te quiero.- Intervino Letizia con una voz suave.
Te quiero, madre. También quiero al bebé Jason.
Quiero mucho a Jason también. – Dijo el rey, pasó un curioso momento donde se intercambiaban los te quiero entre ellos, esto alivió la tensión de momento hasta que de pronto Thomas hizo una pregunta.
¿Y padre y madre se quieren, también?
Ambos se quedaron el silencio, el rey Harold apretó los labios y Letizia bajó la cabeza. Thomas notó esto, antes de que sus labios emitieran siquiera un sonido el rey hablo con una sonrisa menos real que las anteriores.
Sí, también nos queremos. ¿Crees que hoy podamos comer juntos?
Uh... yo no creo que... - Thomas dudó.
Hmm, ¿comer juntos aquí en tu habitación? – Sugirió Letizia.
Thomas lo pensó un momento y asintió con la cabeza.
Ambos se despidieron de Thomas con un beso, Letizia se había quedado pensando en aquello que dijo Harold sobre quererse mutuamente. Al cerrar la puerta y hallarse los dos solos en el pasillo sintió ganas de preguntárselo, pero ahora mismo las prioridades eran otras, la prioridad era Thomas. Las ideas feroces del corazón le hicieron la pregunta de si él ya la habría perdonado, hace poco más de un año que había nacido su segundo hijo Jason y la tensión entre ellos disminuyó un poco, pero no la suficiente como para plantearse de si había una posibilidad de un "nosotros" otra vez. La relación entre ellos se mantenía solo por la costumbre, trabajo y familia.
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Editado: 12.12.2021