Entre El Silencio

1825

- ¡Mi general!, las tropas están listas para proseguir - dijo un soldado mientras presentaba el saludo formal

- Muy bien, que estén preparados para cualquier ataque de los enemigos, que ninguno se confíe en su compañero- dicho esto se separaron a seguir con sus deberes 

El general Mark era un hombre de unos treinta años esperanzado en la humanidad, bueno, lo que quedaba de ella. Su esposa había muerto en un ataque invasivo de los Roscos, un poderoso ejercito de gigantes, o personas de tres metros que buscaban ante todo poder y territorio; Mark había llegado de entrenar cuando al entrar en casa vio a su mujer tirada en el suelo, deforme, le habían amputado las extremidades, cortado el cabello y violado. Estuvo devastado en ese momento; apenas el día anterior se había enterado de que iba a ser papá, ahora no tenía a nadie; también la aldea fue incendiada y saqueada, secuestraron a los más importantes del clan y asesinaron a la población vulnerable; fue hijo único y sus padres murieron en la guerra de los Toscanos cuando era un niño; luchó para sobrevivir siempre y era eso lo que lo diferenciaba a los demás, estaba aferrado a la vida como una garrapata. 

Desde aquella tragedia se enfocó en combatir el mal y en lo posible hacer entrar en razón a los insensatos; siempre amaba a pesar de su carácter fuerte, pedía perdón cuando era necesario y reconocía sus errores, sin importar cuantas veces la vida le daba la espalda, estaba convencido que su destino era estar en plena soledad.

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Estaba encargado de proteger a su ejército, que era lo único que quedaba, así que se resolvió en que deberían emprender un viaje al sur de Golta donde comenzarían una vida nueva, era el país de los enanos, hablaría con Wolten, el rey de ese país para que los dejara vivir ahí a cambio de trabajo y protección. 

El viaje duraba alrededor de seis meses a pie, así que era necesario emprenderlo lo más pronto posible.

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Ya era de noche y a la tropa le tocó hacerse un campamento en el desierto de Chsle, la noche estaba estrellada, la luna centelleante; era un espectaculo tan hermoso que hizo que el capitán sintiera la necesidad de recordar lo que era la felicidad, embargado por la tristeza se apartó del grupo, caminando unos kilómetros a la redonda encontró una piedra donde  cayó rendido y las lágrimas y el desespero salieron a su libertad, destruyendo su alma humana con tanto dolor inconcebible.

Se hizo de madrugada y sin darse cuenta el desdichado hombre se encontraba acurrucado al lado de la piedra, con la cara hinchada y sus ojos morados pidiendo auxilio; por un momento encontró paz en la tormenta y se rindió ante la dulce fragancia del sueño, anhelando a gritos que todo fuera mentira a un Dios que no conocía.

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Pasaron los meses y el ejército siguió caminando de día y descansando de noche, comían de lo que encontraban, cuando estaban de suerte podían cazar algo, pero la mayor parte del tiempo se alimentaban de raíces y semillas que encontraban en el agrietado suelo, el calor era insoportable, algunos ya habían partido al más allá por ensolamiento, otros optaban por andar como lagartijas, aferrándose a lo primero que encontraban (que no era mucho), también la falta de agua hizo que bebieran de sus propias orinas para no morir deshidratados.

Siguieron así hasta que encontraron una aldea provinciana de indios, se hacían llamar los Kstukis, lo cierto era que no los recibieron muy bien, el general llegó a un acuerdo con el lider; era un hombre bajo, iba siempre desnudo y tenía mintada con marcas todo el cuerpo; según la cultura de estos personajes si un líder tiene una hija antes que un varón, ésta trae deshonrra a la familia por lo que hay que entregarla como sacrificio a Baal para quitar la mancha, y éste era el caso del líder indio; parecía buen hombre, así que ofreció comida, bebida y hospedaje con la condición de que el capitán Mark tomara a Triela, hija deshonrosa como esclava o esposa, a lo que se aceptó complacido; estar en medio de tantos hombres lo abrumaban, a veces sentía la necesidad de una mujer.

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La ceremonia se celebró esa misma noche. Mark  no conoció a la novia sino hasta después de la ceremonia; era una jóven con apariencia común, su cabello negro y largo hasta las caderas; nada desagradable, era mejor de lo que esperaba, pero deseaba aún más la hora de consumír el matrimonio, cosa que no se pudo hasta después de muy entrada la madrugada. Ese día coronaría en lo que de verdad le importaba: un heredero.

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Pasaron los seis meses y el ejército seguía en el desierto. parecían andar en círculos, sus fuerzas se fueron agotando y la comida escaseaba más que antes. Mark descubrió que su nueva esposa era esteril, que había sido violada en incontables ocasiones como ritual de parte de su padre, quien se supone, la amaba mucho.

Con la piel pegada a los huesos, los hombres fueron muriendo poco a poco; los vivos aprovechaban los cuerpos sin almas y los cocinaban para subsistir, aunque era poca la carne, les ayudaba a continuar el camino. Al poco tiempo quedó Mark con la india dando vueltas entre la arena de día y de noche en un suelo agrietado.

-"quiero saberlo y lo intento, pero fracaso y vuelvo a tí" - cantaba una noche el general. Se la había enseñado su madre antes de morir, era una forma de adoración a aquel Dios que nadie busca, al que hizo los cielos y la tierra, al que es omnipresente y que todo lo puede. Nunca lo había visto, sin embargo aquella noche quiso saber si era real o no, asi que le propuso algo - "quítame, si soy estorbo  mi impureza me aparta de tí. Quiero ser una ofrenda y que tu fuego arda en mí". Si eres real, te pido que me dejes tener un hijo entre mis brazos y luego me quites la vida, Porque no quiero vivír por siempre en el desierto de mi espíritu, sabiendo que cada vez va a estar más solo. 
Sin creer mucho partió con su mujer; unos meses después vió a lo lejos una pequeña ciudad, era al fín a donde debían llegar, aunque fueran sólo dos pobres criaturas azotadas por las tempestades del desierto; al entrar a la ciudad fue al encuentro con el líder o rey de los enanos; éste hizo que los atendieran, les dieran comida, bebida y que un médico especializado les chequeara, fue así como  Mark supo que sería papá.




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