Entre ellos dos

CAPÍTULO 2.

El fin de semana llegó tan de prisa, justamente hoy se cumplen dos semanas desde que pisé este lugar, ni siquiera me ha dado tiempo de llorar por todo lo que me ha estado ocurriendo. Saliendo del trabajo llego a casa y caigo rendida sobre mi cama, al día siguiente vuelvo a mi explotación laboral como ya se me está haciendo costumbre. Con lo que gano intento ahorrar un poco para cubrir la renta que está próxima a venir.

Tomo las llaves de mi departamento y al salir me cercioro de dejar la puerta bajo seguro, hoy es de esos días en que desearía con el corazón no salir de casa para al menos descansar un poco; sin embargo, sé de sobras que debo reprimir ese deseo.

Las calles están llenas de personas que van de aquí para allá, con niños tomados de la mano de sus padres y debo admitir que eso me da algo de melancolía, raras veces tomaba las manos de mis padres para caminar hacia la escuela, cuando lo hacíamos ellos hablaban toda la caminata sobre el evento próximo de Caroline. No obstante, cuando se trataba de mi abuela, ella se encargaba de hacer más divertido la caminata, sin duda son momentos que jamás volverán a mi vida, mis padres y mi abuela ahora están muertos y yo debo seguir este camino en la cruel vida que me ha tocado llevar.

—¡Hasta que llegas! —la gerente me echa en cara en el instante en que piso la cafetería.

—De hecho, faltan diez minutos para mi hora de entrada —le hago saber por si ya se le ha olvidado.

—¿Acaso no viste los mensajes? —pregunta sin dejar de observarme con molestia—. Ayer por la noche me encargué de hacérselos saber en el grupo del trabajo, hay tantas cosas que hacer en este lugar, en dos semanas tendremos una nueva sesión de fotos.

—¿Qué grupo de trabajo? —pregunto ignorando lo demás que ha dicho—. Yo no estoy en ningún grupo —la observo confundida.

—¿Cómo qué no? —indaga y cuando al parecer ha recordado que yo estoy fuera del dichoso grupo de trabajo, de inmediato busca alguna excusa. Me doy cuenta gracias a su expresión—. De cualquier forma, es culpa tuya por no preguntar, si eres responsable entonces te pondrás al corriente de todo —ni siquiera me molesto en responderle algo, estoy segura de que, si digo alguna cosa para defenderme, ella buscará de todo para hacerme ver irresponsable, ni siquiera es capaz de reconocer su error.

«Pobre idiota.»

—¿Estás bien, Alice? —pregunta Abi cuando Lilly ya se ha marchado lejos de nosotras.

—Sí, no pasó nada —susurro mientras dejo mis cosas en su lugar—. No sabes cuánto deseo renunciar, pero no puedo hacerlo mientras que no tenga otras opciones de empleo —me lamento—. Esa mujer va a volverme loca —confieso mientras cubro mi rostro con mis manos.

—Tranquila, mientras deberías buscar otras opciones, yo estoy haciendo lo mismo y ya he entregado papeles a varias empresas y hoteles —Abi me golpea levente el hombro—. Esto es así, se trata de luchar día a día y en todas partes nos encontraremos con personas como Lilly, pero de nosotras depende si hacemos caso a sus estupideces —le respondo mediante una tímida sonrisa.

Ella enseguida se marcha dejándome sola y con miles de pensamientos en la cabeza. Cuando me siento lista para empezar mi labor, salgo hacia la barra en donde ya los clientes se han aglomerado.

—Alice, por favor ayúdame con la mesa tres —me pide uno de mis compañeros a lo que no dudo en obedecer.

Cuando observo de quiénes se tratan, me arrepiento de haber acudido.

—¡Al fin alguien nos atenderá! —la voz de mi hermana capta mi atención—¿Qué no piensas tomar nuestra orden? —pregunta causando que reaccione y vaya hasta su lugar.

—No vayas a armar un escándalo, Caroline —espeta Maximiliano.

—Tranquilo, no pienso rebajarme con la gentuza de este lugar —ella sonríe coquetamente y cuando me ve, borra su sonrisa de inmediato.

—Buenos días, le tomaré su orden —informo sin poder mirarlos.

—Solo trae dos cafés —pide Maximiliano.

—A mí no me gusta...

—Trae dos cafés —pide él sin dejar que mi hermana proteste.

Doy un suspiro largo y profundo, trato de sacar las fuerzas suficientes para volver hasta ellos, sé que Caroline no está aquí porque lo desee y tal vez él la ha forzado. Abi me ha comentado que Caroline ni siquiera es cliente frecuente, a diferencia de Maximiliano que cada mañana viene por lo mismo.

Con cuidado me dirijo con la bandeja hacia la mesa correspondiente y mis piernas parecen pesar, creo que muy dentro de mí sí le tengo algo de miedo a mi propia hermana, debe ser porque sé muy bien que sería capaz de hacer de todo para desaparecerme del mapa.

—Gracias —dice Maximiliano una vez que he dejado frente a él la taza de café humeante.

De pronto todo pasa tan rápido y lo único que escucho es el grito desesperado de Caroline. El líquido caliente resbala y cae sobre su estómago, manchando la linda blusa blanca. Ella lo ha hecho, estoy segura porque yo misma vi la forma en que deslizó la taza para hacer creer que yo lo he hecho con mi torpeza.

—¡¿Cómo es que contratan a gente tan incompetente?! —grita ella con la furia asechando— ¡Quiero hablar con el gerente! —exclama.

—¡Ya basta, Caroline! —regaña Maximiliano y es de esa forma que guarda silencio. Solo que ya es tarde porque mi jefe es quien aparece.




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