Entre espinas y laureles.

Prólogo

1707:

Un pequeño niño, de unos siete años, iba corriendo por uno de los jardines privados más grandes hasta donde se encontraba su hermana sentada en el suelo con un libro en las manos.

—Hermana, Sapphire, ¿por qué no vienes a jugar conmigo? — preguntó el niño, sentándose a la par de la niña.

—Vete, Oliver. No quiero ir a jugar, estoy leyendo— respondió de mala gana la niña, algo que no pasó desapercibido por el pequeño.

Oliver, se acercó más a su hermana para verla y preguntarle qué tenía, ya que hacía unas horas, ella no estaba de mal humor, de hecho, ella jamás está de mal humor, pensó Oliver.

Al ver que ella no respondía, le quitó el libro de las manos, al principio pensó que eso le ayudaría a hacer que su hermana jugase con él, pero solo la enojó más.

Sapphire, harta de la actitud molesta de su hermano menor, levantó la vista y suspiró.

—¡Oliver, basta, dame mi libro! —Espetó. Levantándose y ajustando su vestido rojo con bordados plateados.

—¡No hasta que me digas qué te sucede! Tú nunca estás malhumorada— Oliver corrió hasta que llegó a un charco de lodo, en donde se agachó y acercó el libro al lodo—O me dices qué te pasa o despídete de él— sonrió con malicia, ¿algo raro al ser un niño pequeño, no? Oliver odiaba ver a su hermana así y sin saber el motivo, peor.

—¡Pobre de ti si lo haces! — Exclamó, sabiendo muy bien que su hermano era capaz de arrojar el libro y arruinarlo, y confirmó sus palabras cuando Oliver amagó a soltar el libro—¡Esta bien! Está bien, te lo diré. Ahora dámelo.

—Habla o calla para siempre— amenazó. —¿Fue Iriana? Si fue ella dímelo y lo va a pagar caro, tengo muchas ganas de molestarla. —sonrió con malicia otra vez, amaba molestar a Iriana, aunque bueno, ella se lo buscaba.

—No fue ella, hoy no vi su cara. —Sapphire se sentó en un tronco y suspiró, Oliver hizo exactamente lo mismo— ¡Eres tú!

Oliver sintió mucha curiosidad ante tal acusación, él no sabía que había hecho para molestar a Sapphire. —¿Yo qué te hice?¿Por qué yo? — se sintió triste e hizo un puchero.

Su hermana, que odiaba verlo triste, se aclaró la garganta y habló:

—No tú, tú. Sino todos aquí. — Oliver suspiró y la miró con duda, obligando a Sapphire a continuar— Hoy escuché hablando a uno de los concejales y dijo que cuando papá muera, uno de nosotros deberá ascender al trono y que gracias a eso nos vamos a alejar y despreciar.

Oliver entendió la molestia de su hermana, él no quería eso, jamás podría separarse de ella, después de todo, eran gemelos, mejores amigos, y muchas cosas más. Él se paró frente a ella y dijo:

—Escúchame, si alguno de nosotros asciende al trono, nunca nos vamos a separar, ni lo que se te cruce por la cabeza, yo jamás te haría eso— Sapphire se levantó y abrazó a su hermano.

—Ni yo a ti— A la pequeña niña se le ocurrió una idea, una que para ambos en ese instante sería algo que nunca romperían —Ya sé, hagamos una promesa—dijo con entusiasmo algo que también alegró a Oliver.

—¿Promesa? — preguntó con un brillo es sus ojos azules.

—Sí. Prometemos que jamás, sin importar lo que pase, pelearemos o nos alejaremos por cualquier cosa, ¿Te parece? — extendió su mano izquierda esperando que su hermano copiase su acción— Yo lo prometo, Oliver.

—Lo prometo— extendió su mano derecha hacia la mano izquierda de su hermana y lo prometieron.

El problema, era que esa promesa no duraría para siempre.



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En el texto hay: reino, hermanos, herederos

Editado: 09.12.2024

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