Entre espinas y laureles.

III

Sapphire:

Tenía que admitirlo, me sentía extraña, como si no encajara aquí. Todos tenían sus propios asuntos, ¡Hasta Du ya tenía qué hacer!

No podía ser, papá me había estado visitando demasiado después del baile, Oliver ha desaparecido (o quizás me evita), Iriana se ha comportado demasiado alegre y Nicole me interroga para saber qué haremos para la fiesta, ya que debe ser para TODO el mundo aquí, y me exaspera.

Me miro una vez más en el espejo y veo por décima vez el vestido blanco mientras Cori lo termina de coser.
En primer lugar, odiaba que me observaran como si fuese a hacer algo.

En segundo, no me gusta esto de hacer un vestido tan elaborado para sólo unas horas y luego ya no tener que usarlo.

Y en tercero…

¿Por qué la modista estaba tosiendo?

—¿Se encuentra bien? — pregunté.
Algo que siempre me ha caracterizado y hecho diferente a algunos miembros de la familia, es que me preocupo por todos, no me importa qué sean, me importa quiénes son.

Aquella mujer de cabellos dorados me miró y pude ver su cara roja, luego asintió y bajó la cabeza, noté como miró de reojo a Marie. ¿Qué es lo qué…?

—Sapphire, creo que así el vestido está bien, ¿no crees? —Hablando de la reina…—Creo que es todo, puedes retirarte— hizo un gesto con la mano y la mujer se retiró—. ¿Qué te ha parecido la fiesta de bienvenida? Noté como mirabas a uno de los muchachos.

Oh, no. Esta es la conversación que tendría una madre con su hija; vestidos, baile, pretendientes.

—Ha estado bien.

—No me lo niegues, ¿alguno de ellos llamó tu atención? —Indagó.

—Hasta ahora, no.

—Mmh— se acercó y me acarició el cabello. —¿Qué?¿Por qué me ves así?

—Ese “mmh" sonó a “dímelo todo ya".

—¿Qué tiene de malo que quiera saber si hay alguien que llama tu atención? Puedo hacerlo, soy tu madre.

La miré. Había dejado de llamarla madre desde hace mucho tiempo. No era porque no la quisiera; todo lo contrario la quiero muchísimo; pero cuando supe que no era hija biológica algo cambió, sin embargo nunca se lo dije.

Me callé por lo que Nicole me miró y suspiró.

—No, no hay nadie que haya llamado mi atención— respondí—, puede que termine siendo una solterona— reí y ella igual.

Acomodó su vestido blanco y dijo:

—No serás solterona, y si lo llegas a ser, serás una muy bonita— me miró con ternura y me abrazó.

Tardé en responder ese abrazo, pero lo hice.

Esa misma tarde, fui al jardín porque Oliver y Jacob estaban entrenando con las espadas junto al rey. El sonido de las espadas chocando llegó a mis oídos y al frente estaban mis hermanos luchando mientras papá estaba observando y firmando documentos. Fui hasta él.

—Padre— hice reverencia (costumbres y obligaciones).
Rupert sólo levantó la vista y me miró con indiferencia unos segundos hasta que dio una pequeña sonrisa de sus labios. Sí, la mayoría de las veces me hace eso a mí. Pero a los demás nunca.

—Sapphire, hija, ¿cómo has estado? —tosió, ¿por qué tosió? No hace mucho frío. Lo miré angustiada.

—Padre, ¿te encuentras bien? Estás algo… colorado, tus mejillas están rojas.

Tomé asiento y esperé respuesta. Como de costumbre, ignoró mis palabras y tocó su cara, ¿qué tendrá?

—Descuida, seguramente sólo es por el clima, ¿por qué no estás usando tu tiara?

Ups. Siempre lo mismo. Algunas veces me siento como la oveja negra de la familia, las mujeres; ya sean reinas o princesas deben usar coronas o tiaras en mi caso. Pero los hombres no. Y eso me (Uf) ¡Molesta!

—Hoy no he querido usarla.

Asintió y miró a los príncipes entrenando, sus ojos cafés se veían algo agotados, su cara me reflejaba cansancio y malestar, pero a pesar que intentaba disimularlo, a mí no me engañaba.

—Papá— lo llamé— ¿Qué te sucede? Tus ojos no me mienten, ¿qué ocurre?

Lo que me parecieron minutos, no pude descifrar lo que me decía su mirada, luego de un momento dijo con nostalgia:

—Tu madre Tatiana, solía decirme lo mismo— aclaró su garganta —, estoy bien, sólo que… puede que se acerque una campaña otra vez.

—¿Qué ha pasado?

Una campaña significaba una sola cosa: guerra.

Y otra guerra, era desgracia.

Otra vez.

Oliver:

Esquivar. Atacar. Defender.

Son mis objetivos para vencer a mi hermano menor con las espadas. Aunque el maldito es bueno. Enganché mi espada con la suya cuando se distrajo y se la quité haciendo que ésta saliese impulsada hacia arriba. Derribé a Jacob de un golpe y salté atrapando la espada de mi oponente. Me coloqué rápidamente sobre él y puse la punta de ambas espadas sobre su cuello dejándolo inmóvil y derrotado.

—Has perdido, estás muerto.

—Por favor, sólo te he dejado ganar.

Me reí y saqué las espadas de su cuello.

—Oh, vamos, tú no me ganarías ni aunque tuvieras ambas manos llenas de armas.

—Admite que en arquería te dejo por el suelo.

—Volverás a estar en el suelo si me sigues provocando.

No dijo otra palabra, le conviene que cierre la boca. No lo soporto. Guardé la espada para evitar accidentes. Cuando el castaño habló.

—¿De qué crees que estarán hablando? —señaló la mesa donde estaban mi hermana y papá.

Sapphire lucia preocupada y papá le comentaba cosas que la hacían hacer muecas. Jacob hizo una buena pregunta. Una a la que pienso oír la respuesta.

No le respondí a mi hermano y caminé hasta donde estaban ellos.
Se detuvieron en cuanto me vieron y papá dijo un “lo hablamos luego" a Sapphire.

—Perdonaos mi interrupción, ¿de qué estabais hablando?

—Sólo de la fiesta de cumpleaños que habrá y los temas de matrimonio próximos que tendremos que hablar, nada importante, Oliver— concluyó papá. —He visto tu pequeña escena con tu hermano, creí que ya estabais bastante grandes para hacer esas cosillas.

Mierda. Me quedé callado.

—Nosotros… sólo…

—Sapphire, ve a entrenar con tu hermano.



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En el texto hay: reino, hermanos, herederos

Editado: 09.12.2024

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